domingo, 21 de agosto de 2022

EL TRAMO FINAL

 (Publicado en prensa)



La temporada de vacaciones entra en su tramo final y empieza a definirse en el horizonte mental de los ociosos esa estación que es menos meteorológica que anímica: el resto del año. En estos días finales de agosto, la luz parece adquirir un matiz un tanto mustio, con pátina de oro viejo, sin ese vigor cristalino que hasta hace poco exhibía. Los amaneceres se retrasan y se adelantan los anocheceres, como si el sol se hubiese vuelto perezoso y la luna, en cambio, madrugadora. A estas alturas, hay quienes han vuelto de su fuga veraniega y quienes aún la disfrutan, y todos andarán, imagino, en una fase emocional marcada por la nostalgia: los que volvieron por haber vuelto y los que aún están por ver que esto se les acaba. Y es que todos los paraísos son provisionales, pues no hay paraíso conocido del que el ser humano no acabe siendo expulsado… dejando al lado el de ultratumba, que parece ser que permite su disfrute a perpetuidad, aunque quién sabe: se supone que uno accede a él por méritos propios cuando se muere, pero los teólogos no precisan si un mal comportamiento en el paraíso conlleva el que te manden al purgatorio… y más vale que te portes bien allí para no seguir descendiendo de ambiente. Todo paraíso es, en fin, una ficción transitoria, y con esa condena vivimos desde los tiempos que se narran en los primeros capítulos del Génesis, libro sagrado que no soportaría una revisión laica por atribuir a la mujer el grueso de la culpa de que tengamos que ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente, que es algo que se agrava bastante a causa de las olas de calor que venimos padeciendo.

         Las grandes ciudades que se vaciaron durante los meses vacacionales van repoblándose, y sus avenidas dejan de ser perspectivas fantasmagóricas y con un ligero aspecto de escenario entre postnuclear y pandémico, mientras que los pueblos turísticos recuperarán de golpe, el 1 de septiembre, su aire fantasmal y solitario, perdiendo su banda sonora de música, de cláxones y de gritos jubilosos en la madrugada.

Algo tiene el verano de gran festival del nomadismo, de huida a lo desconocido y de alteración de la realidad en beneficio de una teatralización colectiva en la que todos vamos disfrazados, procurando profesionalizarnos como seres despreocupados y dichosos, aunque a contrarreloj, dado que el tiempo de la felicidad es volandero.

         Dentro de unos días, todo volverá a su ser, como quien dice. La realidad, que tiene fama de dura, se impondrá a la fantasía, que tiene fama de libre, y el verano será el recuerdo del verano, a la vez que nosotros vamos siendo cada vez más, en fin, el recuerdo de nosotros mismos.


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6 comentarios:

Anónimo dijo...

Cómo me puede gustar tanto lo que escribes y, sobre todo, cómo lo escribes. Gracias por estos relatos. No vemos pronto. Un fuerte abrazo

Anónimo dijo...

Gracias. Es muy bonito lo que escribes y mi deleite es su lectura.

Anónimo dijo...

Muriendo en tus artículos y en tus libros

Manuel Caldicot dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Manuel Caldicot dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Ese punto melancólico....