domingo, 30 de abril de 2017

POEMA

En Los diablos azules, el suplemento literario de INFOLIBRE, el texto y el audio de un poema del libro que me traigo entre manos:

http://www.infolibre.es/noticias/los_diablos_azules/2017/04/28/la_situacion_felipe_benitez_reyes_64399_1821.html?utm_source=facebook.com&utm_medium=smmshare&utm_campaign=noticias

EL ANTISISTEMA



(Publicado ayer en prensa)

En su novela El hombre que fue Jueves, Chesterton concibió la fantasía de que el cabecilla de los anarquistas londinenses resultase ser el jefe de la policía de Londres. ¿Un ocioso disparate? Bueno, sí y no. Según una fuente que no puedo desvelar, me consta que nuestros políticos son en realidad anarquistas disfrazados de gobernantes, cada cual desempeñando su papel desde una trinchera ficticia. Al parecer, se reúnen mensualmente en una cripta secreta que queda por la parte de Móstoles y allí, con arreglo a decisiones asamblearias, trazan estrategias de actuación y se reparten los papeles. “Camarada, te ha tocado exigir la supresión de las diputaciones”, anuncia el portavoz de la asamblea. “¿Por qué yo, con lo que me gusta una diputación provincial?”, protesta el afectado. “Pues porque esto va así. De sacrificio”. En efecto, de sacrificios va el asunto: “Camarada, tienes que dejarte melena y recogerte el pelo en una cola de caballo”, le indican a uno. “Uf, no sé. Es que yo con melena voy a parecer el Santísimo Cristo de la Expiración”, y el portavoz le replica: “No te quejes. Acuérdate del camarada al que le tocó representar la pantomima de ser nada menos que ministro de Educación y lo obligamos a que se rapase la cabeza, como si fuese un skin head, y ni una queja salió de sus labios”. O bien: “Pseudopresidenta andaluza, tienes que teñirte de rubio y fingir que eres devota de la Esperanza de Triana”. (Etcétera.)

            Según mi informador, nuestros políticos estelares persiguen no sólo el descrédito global del Estado, sino también el descrédito particular de ellos mismos, para así allanar el terreno a la utopía antiestatista. Porque se trata de eso: de dinamitar la cosa desde dentro. Bum. Como Angiolillo. De ahí la proliferación de políticos corruptos, que en realidad no son tales, sino mártires voluntarios que, por el bien de la causa, se someten al oprobio público y a la cárcel ignominiosa, tras simular delitos que escandalizan al populacho, que de ese modo se escora al escepticismo y al cuñadismo, sustrato idóneo para el fermento del credo anarquista, o al menos del mal humor colectivo, que tampoco está mal como punto de partida para cualquier giro revolucionario. 

           Soy consciente de que esta revelación resulta estremecedora, pero tiene la virtud de hacer comprensible el momento político que padecemos, aparte de promover una reanimación de la esperanza común: se acerca el día en que nuestros políticos impostores, cuando consideren que es el momento histórico adecuado, se quitarán la máscara para proclamar la instauración de un Estado anarquista, valga la contradicción en los términos. Y los mártires saldrán de sus prisiones, con la reprobación convertida en vítores. Y disfrutaremos de la armonía social. Y las primeras en caer serán por supuesto las diputaciones.

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domingo, 23 de abril de 2017

miércoles, 12 de abril de 2017

martes, 4 de abril de 2017

(MAÑANA MIÉRCOLES, en ALMERÍA)


JORNADAS DEDICADAS A JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
DIARIO DE UN POETA RECIÉN CASADO...
HACE 100 AÑOS
CONFERENCIA DE FELIPE BENÍTEZ REYES
 
Centro Cultural Mª Victoria Atencia/ Centro Cultural Generación del 27
C/ Ollerías, 34
MÁLAGA
 
Martes 4 de abril, 19:30 horas
Presenta: José Antonio Mesa Toré

lunes, 3 de abril de 2017

LAS CONFUSIONES

(Publicado el sábado en la prensa)



La simplificación de la realidad suele derivar en un enmarañamiento de la realidad. Por ejemplo: unos ciudadanos deciden sacar a la calle un autobús en el que exhiben esta argumentación: “Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen”. Las dos primeras frases resultan –al menos de entrada- tan obvias como inobjetables; la tercera, en cambio, la imperativa, es la que revela la carga ideológica. La carga ideológica y también una dosis de misterio: ¿a quién van a engañar no ya los niños con pene y las niñas con vulva, sino incluso los niños que quisieran tener vulva y las niñas que quisieran tener pene? La campaña en contra de la transexualidad infantil no sólo parte de la simplificación de un problema complejo y del afán de resolver un conflicto real mediante un ideal imaginario, sino que también implica la aplicación de unos principios morales abstractos a un conflicto biológico concreto, además de propiciar la conversión de un drama personal en una afrenta colectiva. Muy pervertido hay que tener el entendimiento, en fin, para suponer que los niños transexuales son unos pervertidos.

            Pero las simplificaciones de los conflictos no suelen ser unilaterales, de modo que la simpleza consistente en prohibir la circulación de ese autobús discordante ha tenido un efecto adverso: darle una visibilidad que nunca hubiera tenido de haberse permitido su tránsito y convertir además a sus promotores en estrellas mediáticas. Regalar un altavoz, en suma, al antagonista. Golpes de pecho al margen, no nos engañemos: ni la circulación del autobús hubiera incrementado el acoso a los niños transexuales ni la prohibición de que circulara va a disminuir los índices de ese acoso. En un sistema con solidez democrática, las ideologías con afanes impositivos, cuando resultan inoperantes, dejan de ser amenazas para descender al rango de pintoresquismos testimoniales, y nos las podemos permitir.

            Acaban de condenar a prisión a una joven transexual por difundir en Twitter unos chistes bobalicones sobre el asesinato de Carrero Blanco. El asunto resulta extraño se mire por donde se mire: ¿qué motiva a una casi adolescente a hacer bromas retrospectivas sobre ese almirante? Imagino, no sé, que a una persona de su edad Carrero Blanco debe de resultarle una figura histórica tan remota como la del rey godo Chindasvinto, lo que no quita que la ley que le han aplicado sea la de hoy. Una ley que no contempla como atenuante las paverías propias de la edad del pavo.

            ¿Censuramos un autobús por su supuesta incitación al odio y condenamos a una joven patosa por hacer chistes infantiloides sobre un atentado de hace más de cuatro décadas? Algo chirría en ambos casos. Y es que, como no conciliemos las divergencias consustanciales a una sociedad ideológicamente diversificada, me temo que nos vamos a liar.

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