(PUBLICADO EN LA PRENSA)
Pedro Sánchez duerme tranquilo.
Según alertó, un pacto con Unidas Podemos hubiese desatado en el país una
pandemia de insomnio: nadie podría pegar ojo ante la posibilidad de despertarse
con la noticia de que le han expropiado sus latifundios, de que han
nacionalizado la banca o de que la estatua de Cibeles ha sido sustituida por
una de Hugo Chávez. Para evitar esos riesgos, y muchos otros que más vale no
imaginar, por escalofriantes, se vio obligado a convocar nuevas elecciones, supone
uno que para que la Seguridad Social
no entrase en quiebra tras tener que surtir de medicamentos hipnóticos a toda
la población. De modo que Sánchez duerme en paz, soñando tal vez con una
mayoría absoluta o bien con ovejas eléctricas –lo que para el caso viene a dar
casi lo mismo-, y los ciudadanos dormimos sosegados, soñando cada cual con lo
que buenamente le dicte el subconsciente, que para eso está.
Hace
unos días, mientras Sánchez dormía tranquilo, el president Torra –que, por lo que se ve, cree en todas las
separaciones posibles, salvo en la de la Iglesia y el Estado- asistió, en la basílica de
Montserrat, a una vigilia de oración para rezar cristianamente por sus
camaradas presos, cabe suponer que con la esperanza de que la Moreneta -la deidad más independentista
dentro de la categoría de las vírgenes regionales- haga el milagro de dormir a
los carceleros para que los políticos encarcelados puedan huir de sus mazmorras
lóbregas y arrimar el hombro en la tarea de la construcción inminente de esa
república pacifista en la que la oveja dormirá en el regazo del león, que es la
gran ventaja que tienen las teocracias: que el orden divino siempre beneficia
al partido en el poder, así sea a escala autonómica. Entre los orantes se
hallaba, en actitud devota, el expresident
Pujol.
Torra
leyó un texto del pastor protestante Bonhoeffer,
que fue ahorcado por los nazis. Nada más adecuado, desde luego, para
extrapolarlo a la situación que se vive en Cataluña. Ha sido una medida
política muy inteligente por parte de Torra la de trasladar al ámbito teológico
la mediación entre la justicia arbitraria y los mártires soberanistas, ya que
Dios cuenta con un historial muy acreditado como favorecedor de los pueblos
oprimidos, empezando por el de Israel. (Imagina uno que, tras la vigilia, los
devotos se fueron a la cama. Así que todo en orden.)
Y aquí andamos, en fin,
durmiendo a pierna suelta, cada cual con sus fantasías oníricas. Lo malo es que
la realidad común está sufriendo pesadillas desasosegantes, en el caso de que
no se haya convertido en una pesadilla colectiva salvo para quienes se han
arrogado la responsabilidad de gestionar el funcionamiento de nuestra realidad.
Pero ya digo: mientras
todos conciliemos el sueño, la cosa va más o menos bien.
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