jueves, 28 de junio de 2012
sábado, 23 de junio de 2012
POEMA
(Poema publicado ayer en EL CULTURAL, de El Mundo)
D
I N E R O
Tras una
combinación difícil, bajo llave,
protegido por
poleas de acero,
camuflado en unas
siglas
o en el cajón
secreto del avaro,
duerme en su
soledad plenipotente
de dios
convencional de todo esto:
de los teatros
mercantiles,
de la Bolsa enigmática y cambiante
como la luna, en
su condición
de testaferro
manoseado del oro,
suma y resta del
todo y de la nada,
multiplicador
del poder y de la angustia,
irrealidad
portátil en su ruta estratégica,
hundiendo,
rescatando, inflacionando,
dragón herido
siempre por la espada
enmohecida de la
incertidumbre,
en su cueva
especulativa.
Mendigo
arrogante de la capa bordada,
misterio
desvelado en la exactitud de los porcentajes,
por activo y por
pasivo,
abstracción
callejera, metal de calderilla,
prestidigitador
de operaciones en el aire
a escala mundial
y, sin embargo, también de casi nada:
el niño que
cuenta unas monedas
ante el kiosco,
midiendo su poder
de apropiación
del mundo, calculando
lo que cuesta un
deseo, la mercancía
del corazón, el
ansia oscura.
F.B.R.
.
F.B.R.
.
viernes, 22 de junio de 2012
miércoles, 20 de junio de 2012
ASTRACANADA CON VISÓN
Anoche, la película "Suave como visón" ("That Touch of Mink", 1962), dirigida por Delbert Mann, con guión de Stanley Shapiro y Nate Monaster y protagonizada por Cary Grant y -tiemblen- Doris Day.
(Adivino
murmullos de protesta en el patio de butacas...) Sí, de acuerdo: una
película protagonizada por Doris Day, aunque al lado tenga a Cary Grant,
tal vez no ofrezca demasiadas garantías, sobre todo si
a Doris Day le cae el papel de mujer arrebatadora y si se trata,
además, de un enredo previsible sometido al patrón "millonario soltero
se cruza con chica pobre y decente".
La película, que va a más,
acaba siendo extremadamente divertida. Magnífico el guión: parte de una
tontería para llegar a una tontería maravillosa.
La magia de la
comedia tal vez radique en eso: en crear un espejismo de felicidad con
la tontería como punto de partida y como punto de llegada. Sin más: la
pompa de jabón que se disuelve en el aire.
EL PINTOR LÓPEZ Y EL POLÍTICO CASCOS, ¿TAL PARA CUAL?
HAY QUIEN LO TILDA DE GENIO. PUEDE SER, QUIÉN SABE, YA QUE LA GENIALIDAD NO ESTÁ SOMETIDA A UN PATRÓN, Y GENERALMENTE LA CONDICIÓN DE GENIO SUELE OTORGARSE, AL FIN Y ALCABO, DESDE TRIBUNAS PERIODÍSTICAS, QUE TAL VEZ NO SEAN LAS MÁS ADECUADAS PARA REPARTIR ESAS BENDICIONES.
EN CUALQUIER CASO, LA DUDA QUE A UNO LE ENTRA ES LA SIGUIENTE: ¿PUEDE UN GENIO RAZONAR COMO UN BOBO?
http://cultura.elpais.com/cultura/2012/06/19/actualidad/1340126450_315237.html
ANTONIO LÓPEZ: “No entiendo las críticas al retrato de Cascos, con la que está cayendo”
Antonio López se muestra dolido por la polémica en torno a los 190.000 euros que costará la obra
sábado, 16 de junio de 2012
DIVAGACIÓN EN BLANCO
Hay días en que tiene uno tantas
cosas sobre las que escribir, que se queda en blanco. Hoy es uno de esos días.
Les confieso que, de tantos principios posibles como tengo, no sé por dónde
empezar, de modo que empezaré por cualquier cosa. Por observar una moneda de un
euro, pongamos por caso. Tras un rato de observación, me pregunto qué parte de
esa moneda es en realidad mía, qué parte pertenecerá al Estado cuando tribute
por ella, qué parte al FMI, qué parte al BCE, qué porcentaje acabará,
caritativamente, en algún banco hundido, etcétera, y llego a la conclusión de
que mi euro vale como mucho 30 céntimos, de modo que, antes de que se devalúe
más, me apresuro a gastarlo, a pesar de que hoy resulta difícil comprar algo
que cueste un euro incluso en las tiendas de todo a un euro.
Entro en una
tienda de esas, en fin, y me pongo a inspeccionar el género. Hay una diadema de
plástico con adornos plateados que no está mal, pero acabo comprando una
brocha, ya que si bien es verdad que ahora mismo no necesito una brocha, es muy
probable que una diadema no vaya a necesitarla en lo que me quede de vida,
suposición fundamentada en el hecho objetivo de que jamás he necesitado una
diadema con adornos plateados, aunque con ese tipo de cosas nunca se sabe.
Salgo de la tienda, en fin, con mi brocha y me digo: “Has hecho una buena
inversión”, porque lo más probable es que alguna vez la necesite. Entre tener
un fondo de pensiones o una brocha de un euro, estoy por decir que es
preferible la posesión de la brocha, que al fin y al cabo es un valor tangible.
De
repente, me asalta una inquietud: ¿cuánto dinero me queda en el banco? De
manera que para el banco me voy. Llego al cajero automático, hago la consulta
correspondiente y compruebo que mi saldo no es negativo. “Uf”, exclamo. “Suerte”,
les deseo a las damas y caballeros que han esperado a que yo haga mi consulta
angustiada para hacer ellos, angustiados, la suya. Con ese dinero que me queda
decido costearme un viaje, una costumbre -la de costearse los viajes privados-
que parece estar cayendo en desuso. Así que me planto en una agencia de viajes
y pido presupuesto para un crucero más o menos exótico, en el caso de que el
pueblo vecino al nuestro no represente un lugar exótico, asunto sobre el que
podríamos discutir. El empleado me da dos precios, con una diferencia notable
entre ambos, a pesar de ofrecer un trayecto parecido y unas prestaciones
similares. “¿A qué se debe la diferencia?”, le pregunto. Él mira alrededor,
agacha la cabeza, hace gancho con un dedo para que me acerque y me susurra: “Es
que el barato es de los que se hunden”. Le pregunto que cómo puede ser eso.
“Verá usted, es que había que cortar esa popularización excesiva de los cruceros,
¿entiende? La gente ha estado viviendo por encima de sus posibilidades, lo que impide
que ahora los bancos puedan vivir por encima de las suyas, ¿me explico?”. Yo,
la verdad, no entiendo nada, pero le digo que vale, que me reserve un pasaje en
el que se hunde. Supongo que ya me rescatarán.
.
lunes, 11 de junio de 2012
viernes, 8 de junio de 2012
EL EQUILIBRIO ENTRE LA CONSERVACIÓN Y LA PÉRDIDA
Los equilibrios de la realidad son raros: se perdieron los brazos de la Venus de Milo y se conserva, en cambio, la polla de Rasputín.
lunes, 4 de junio de 2012
CONVERSACIÓN LITERARIO/FRUTAL
-¿Qué estáis leyendo?
-Yo un libro de Steinbeck, Las uvas de la ira.
-Yo Las sandías de la decepción.
-Pues yo Las berenjenas de la penitencia.
-Yo estoy terminando Los melones del agotamiento y tengo muchas ganas de empezar con Los kiwis de la impaciencia.
-Léete mejor Las nectarinas de las malas pulgas.
-Vale.
domingo, 3 de junio de 2012
LA PALABRA ÚLTIMA
En un programa de radio, le
preguntaron a un político catalán cuáles serían las palabras que le gustaría
pronunciar justo antes de morirse. No lo dudó: “Cataluña”. Bien. Irse de este
mundo con el nombre de la patria en los labios tiene algo de gestualidad
heroica, aunque el político en cuestión corre el riesgo de que los parientes
que tenga a su alrededor durante el tránsito al trasmundo lo tomen por víctima
de esa especie de chaladura aterrada que suele provocar la inminencia de la defunción,
que es siempre un paso importante en la vida de cualquiera, aunque generalmente
para mal. Al fin y al cabo, ¿qué tiene que ver de manera específica la muerte
con Cataluña, salvado el detalle de que los catalanes se mueren como todo el
mundo?
El nacionalismo
suele tener menos relación con la política que con el sentimentalismo, de modo
que no hay nada raro en esa aspiración a irse de este mundo pronunciando el
nombre de una entelequia histórico-administrativa. Lo raro sería que un
político gallego o extremeño dijese que le gustaría irse al garete definitivo
pronunciando esa palabra: Cataluña. Pero que lo diga un político catalán no
tiene nada de raro, y hasta me parece normal, de igual modo que me parece
normal que un político capadocio se despida de este mundo con la palabra
“Capadocia”.
Quienes
tenemos la mala suerte de no ser político de profesión ni de formar parte de
una comunidad histórica (los que hemos vivido durante siglos al margen de la
historia misma, como quien dice) nos vemos obligados a conformarnos con cosas
más pequeñas que la patria o incluso que la micropatria, porque en la
identificación telúrica existen grados, como en todo: hay quien se siente
esencialmente andaluz, así en general, y hay quien se considera esencialmente alcalareño,
de Alcalá de los Gazules, entre otros muchos alcalases posibles. Que las
últimas palabras de un alcalareño esencial sean “Alcalá de los Gazules” es un
fenómeno no sólo enternecedor, sino además pintoresco: “Alcalá de los Gazules”,
y a tomar por saco. Y que sus deudos, con los ojos enturbiados por las
lágrimas, pueden decir: “Sus últimas palabras fueron Alcalá de los Gazules”.
A mí, cuando
me llegue el turno, me gustaría que mi última palabra fuese, no sé,
“paralelepípedo”, porque estoy seguro de que si consigo pronunciar bien esa
palabra esdrújula y heptasilábica en un momento tan delicado, lo más probable
es que no me muera tan pronto, ya que para pronunciar bien “paralelepípedo” hay
que tener un resto notable de salud. Es una palabra a prueba de moribundos,
como pueden serlo asimismo otras como “marcescente” o “paraboloidal”.
Eso sí: cuando
me dé cuenta de que me muero de verdad, lo más probable es que pronuncie la
palabra “Chipiona”, localidad vecina a la de mi nacimiento. “Por qué
Chipiona?”, se preguntarán ustedes. Pues muy sencillo: para brindar un dilema a
mis deudos y que sigan hablando de mí después de mi muerte: “¿Por qué diría
Chipiona?”. Sería una forma de eternidad, dentro de lo cabe.
¿Qué
importancia tienen, en fin, nuestras palabras últimas si, en realidad, no
tienen importancia la mayoría de lo que decimos a lo largo de nuestra vida?
Somos artistas del blablablá, y queremos despedirnos del mundo como tales
artistas. “Cataluña”, o lo que sea. “Chipiona”. Pues muy bien. Y RIP.
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