jueves, 30 de abril de 2015
martes, 28 de abril de 2015
martes, 21 de abril de 2015
SUELTO
El gobierno está inusualmente torpe: lo de Rato se resuelve en dos días
con la inhabilitación de un juez y con la apertura de un expediente
disciplinario a un técnico de Hacienda.
(Por lo demás, a este paso, con tanto innombrable dentro, en el PP van a tener que referirse entre sí con números.)
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domingo, 19 de abril de 2015
HUELGUISTAS SIN HUELGA
(Publicado ayer en prensa)
Todos nos hemos extrañado alguna
vez por el hecho, tan insólito como virtuoso, de que, a lo largo de estos años
de democracia, nuestros políticos no se hayan puesto en huelga como protesta
por las decisiones de la ciudadanía, ya que, a fin de cuentas, se supone que
ellos son los empleados y nosotros los jefes, aunque la realidad se encargue de
indicar más bien todo lo contrario, por esa afición que tiene la realidad común
a volverse comúnmente irreal. Resulta curioso, en fin, que ningún presidente de
gobierno se haya puesto en huelga como revancha por una huelga general
convocada por sus adversarios políticos y sindicales, como curioso resulta que,
tras unas elecciones, ninguno de los líderes de los partidos perdedores haya
decidido ejercer una oposición meramente pasiva, de brazos caídos y de boca
callada, como muestra de desacuerdo vehemente con la decisión mayoritaria de
los votantes.
Todo
sería cuestión de inaugurar la tradición. Que un ministro de agricultura se
pusiera en huelga porque los vaqueros no han cubierto el cupo de leche,
pongamos por caso, o incluso porque lo hayan excedido, pues con las vacas nunca
se sabe. O que un concejal encargado del cementerio se declarase en huelga de
hambre porque la gente se dedica a robar las flores de unas tumbas y ponerlas
en las de sus deudos, para que de ese modo el homenaje póstumo les salga
gratis. O que un viceconsejero de sanidad emprendiera una huelga a la japonesa,
renunciando incluso a la hora del bocadillo, para protestar por el hecho de que
a todo el mundo se le ocurra coger la gripe a la vez, saturando de ese modo, de
manera tan irresponsable e incívica, los hospitales y ambulatorios.
Que
nada de esto haya ocurrido habla mucho y bien no sólo de la gran responsabilidad
de nuestros dirigentes, sino también de la solidez de su sentido de Estado, ese
sentido de Estado que nadie sabe del todo en qué consiste, pero que, con
arreglo a su historial de logros, lo mismo sirve para aprobar una subida de
impuestos en tiempos de crisis aguda que para meternos en la guerra de Irak. Al
contrario que ellos, los ciudadanos tenemos menos sentido de Estado que estados
de sentido, y de ahí sin duda el hecho de que, con más frecuencia de la
deseable, el sentido de Estado lo interpretemos no sólo como un sinsentido,
sino que también lo padezcamos como un sinvivir.
Se
podrá alegar que muchos de nuestros políticos no dan un palo al agua y que, a
efectos prácticos, es como si estuvieran en una huelga permanente, pero no
sería justo, ya que, al fin y al cabo, la política no necesita figuras, sino
figurantes, figurines e incluso figurones, para que este teatro social que nos
traemos entre todos pueda seguir ofreciendo a diario la representación de una tragicomedia
colectiva que podría tomar prestado el título de la de Lope de Vega: El
remedio en la desdicha.
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jueves, 16 de abril de 2015
martes, 14 de abril de 2015
SUELTOS
Cada vez parece más evidente que si Podemos gana las elecciones, nuestro representante en Eurovisión será Monedero.
El problema principal de todo selfie es que los hombros no están alineados.
Si hablamos de gastrobar, tendríamos que hablar también de podozapatería, de musidiscoteca y de bibliolibrería.
EL PERIODISMO MISTERIOSO
Leído hoy en prensa: "Las elecciones andaluzas han supuesto un batacazo de dimensiones góticas para algunos partidos".
Y se pregunta uno: ¿en qué consiste, con exactitud, una "dimensión gótica"? ¿En el formato del libro de horas de Catalina de Cleves, pongamos por caso, o en el tamaño de la catedral de Sevilla?.
Leído hoy en prensa: "Las elecciones andaluzas han supuesto un batacazo de dimensiones góticas para algunos partidos".
Y se pregunta uno: ¿en qué consiste, con exactitud, una "dimensión gótica"? ¿En el formato del libro de horas de Catalina de Cleves, pongamos por caso, o en el tamaño de la catedral de Sevilla?.
El conde Drácula, gran profesional y mejor persona...
El álbum de fotos de J. Verstrynge debe de ser como el de una chirigota: cada año un disfraz distinto.
UNA PATOLOGÍA INTELECTUAL
Al fin y al cabo, a la infanta le pasa lo mismo que a algunos escritores: que no sabe ni lo que firma.
Al fin y al cabo, a la infanta le pasa lo mismo que a algunos escritores: que no sabe ni lo que firma.
Tenemos derecho a las ilusiones, a todas, pero tal vez sin olvidarnos de que, en
política, resulta más fácil pintar paraísos mágicos que restaurar la
realidad.
Está uno casi seguro de que no hay editor o editora de literatura
mayormente baratucha que no esté convencido o convencida, allá en sus
fantasías profesionales, de que a él o a ella NO se le hubiesen escapado
Proust, Lampedusa, John Kennedy Toole y tantos otros a los que varios
editores de su tiempo dieron con la puerta en la nariz.
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lunes, 13 de abril de 2015
domingo, 12 de abril de 2015
EL PERIODISMO MISTERIOSO
Leído hoy en prensa: "Las elecciones andaluzas han supuesto un batacazo de dimensiones góticas para algunos partidos".
Y se pregunta uno: ¿en qué consiste, con exactitud, una "dimensión gótica"? ¿En el formato del libro de horas de Catalina de Cleves, pongamos por caso, o en el tamaño de la catedral de Sevilla?
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viernes, 10 de abril de 2015
LA CORTESÍA DE LOS DESCONOCIDOS
Un amigo me manda el enlace de una entrevista con un poeta leonés que
me suena difusamente -muy difusamente, y no es menosprecio calculado- de los tiempos parlanchines de la poesía del
silencio y todo aquello. Por la foto, debe de andar por los sesenta y tantos, aunque en las respuestas se le nota el impulso de un chiquillo... me temo que en todos los sentidos posibles.
-Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).
-No pude terminar El jinete polaco, de Antonio Muñoz Molina. Los libros de Felipe Benítez Reyes, ni siquiera los intenté.
-¿Qué cualidad prefieres en una persona?
-Como Robert Walser, la cortesía.
-No pude terminar El jinete polaco, de Antonio Muñoz Molina. Los libros de Felipe Benítez Reyes, ni siquiera los intenté.
-¿Qué cualidad prefieres en una persona?
-Como Robert Walser, la cortesía.
(Bueno, la secuencia es fantástica, ¿no? Ni queriendo.)
Lo curioso es que este hombre, sea quien sea, y a pesar de su cortesía, no tenga a mano a un amigo o familiar que le prevenga de que no se puede decir una cosa así ni siquiera en el periódico de tu comarca, a pesar de que en la tierra nativa la gente lee esas cosas con la indulgencia que da el paisanaje; alguien que le sugiera, en fin, que no conviene decir algo que se traduzca -con el traductor automático de la mente- de la siguiente manera: "Los libros de ese tipo que me cae tan mal deben de ser tan malos, que ni siquiera me he tomado la molestia de leerlos". No, hombre, no hay que ser tan inocentón. Hay que ir a la estocada: "Fulano es un autor pésimo. Nunca he podido terminar sus libros", lo que no dejaría de ser verdad: si no los has empezado, no mientes si dices que no has podido terminarlos.
La pregunta que me hago es la siguiente, y parte de varios enigmas: habiendo en el mundo millones de escritores posibles de citar como insoportables (en realidad todos, según las intenciones y el grado de desahogo de cada cual), ¿qué mueve a este hombre -al que ni conozco, al que no he leído no por aversión, sino simplemente porque no sé qué ha escrito o dejado de escribir; del que por lo mismo no he escrito ni dicho nada desfavorable, ni siquiera por alusiones; con el que no me he cruzado ni probablemente me cruzaré jamás en la vida- a elegirme como el paradigma de lo insoportable?
Ese es el misterio, ya digo. El gran ¿¿¿???, como quien dice.
(¿Dónde estará el germen? ¿Cuál será el detonante?)
El enigma de una animadversión, en fin, que debe de ser un enigma especialmente para el que la fomenta.
(Propósito -inconcreto- de escribir un relato sobre esto.)
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Lo curioso es que este hombre, sea quien sea, y a pesar de su cortesía, no tenga a mano a un amigo o familiar que le prevenga de que no se puede decir una cosa así ni siquiera en el periódico de tu comarca, a pesar de que en la tierra nativa la gente lee esas cosas con la indulgencia que da el paisanaje; alguien que le sugiera, en fin, que no conviene decir algo que se traduzca -con el traductor automático de la mente- de la siguiente manera: "Los libros de ese tipo que me cae tan mal deben de ser tan malos, que ni siquiera me he tomado la molestia de leerlos". No, hombre, no hay que ser tan inocentón. Hay que ir a la estocada: "Fulano es un autor pésimo. Nunca he podido terminar sus libros", lo que no dejaría de ser verdad: si no los has empezado, no mientes si dices que no has podido terminarlos.
La pregunta que me hago es la siguiente, y parte de varios enigmas: habiendo en el mundo millones de escritores posibles de citar como insoportables (en realidad todos, según las intenciones y el grado de desahogo de cada cual), ¿qué mueve a este hombre -al que ni conozco, al que no he leído no por aversión, sino simplemente porque no sé qué ha escrito o dejado de escribir; del que por lo mismo no he escrito ni dicho nada desfavorable, ni siquiera por alusiones; con el que no me he cruzado ni probablemente me cruzaré jamás en la vida- a elegirme como el paradigma de lo insoportable?
Ese es el misterio, ya digo. El gran ¿¿¿???, como quien dice.
(¿Dónde estará el germen? ¿Cuál será el detonante?)
El enigma de una animadversión, en fin, que debe de ser un enigma especialmente para el que la fomenta.
(Propósito -inconcreto- de escribir un relato sobre esto.)
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miércoles, 8 de abril de 2015
miércoles, 1 de abril de 2015
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