viernes, 28 de octubre de 2011

LEMA DEL POLÍTICO HEDONISTA

El estado del bienestar bien entendido empieza por uno mismo.

miércoles, 26 de octubre de 2011

SÍMIL EJECUTIVOS



Suben diligentes al tren. Resultan inconfundibles: un traje que les queda un poco holgado o un poco estrecho, con brillo de mucha plancha y mucho uso; una corbata de esas que regalan con la compra del traje en cuestión, con un nudo de simetría discutible; una camisa de las que, si te llevas un par, salen muy baratas, porque ya de por sí son baratas… Cuidan poco, eso sí, el calzado: esos zapatos vencidos y polvorientos, agrietados por las muchas caminatas, de textura mate, con suelas gordas de goma. No parecen saber que los zapatos son muy delatores.

Nada más tomar asiento, o incluso antes, ya están hablando por teléfono: “Dile a Juanchu que o me da una respuesta antes de las 12 o no hay trato”. Todos tienen una voz potente, capaz de llenar por sí sola el vagón. Otro dice: “Pereda me ha mandado el balance de su empresa, pero dile que se lo meta por el culo. Que eso no se lo cree ni su madre”. Suelen ser jóvenes. Cuando negocian dos o tres a la vez con sus interlocutores respectivos, el vagón parece un teatro de la ópera, en pleno duelo de tenores. No faltan las arias de estrépito: “Diles a los de Corfisa que por menos de 100.000 euros ni siquiera nos tomamos la molestia de hablar con ellos”. Te levantas con disimulo para observar al que cobra 100.000 euros por hablar con él: una corbata roja brillante, rígida como un pimiento; su trajecito de 90 euros, su camisa de rayas apasteladas, sus mocasines de piel sintética. En el extremo norte del vagón salta otro: “¿Juanmari? Mira, he estado hablando con el director general de Porpunsa y me ha dicho que su última oferta es de 45.000 unidades al mes. Yo le he dicho que se vaya al carajo”. Usan palabras duras, de individuos curtidos en la matonería mercantil. Palabras duras y zapatos blandos.

Pero de repente entiendes que todo se trata de una representación. Esos pobres muchachos disfrazados de ejecutivo son en realidad figurantes de una teatralización patrocinada por el ministerio de Fomento para crear un espejismo colectivo de actividad empresarial, de trasiego incesante de dinero y mercancías. Comprendes que se trata de actores en paro que simulan hablar con alguien por teléfono, aunque en realidad no hablan con nadie. Que la ropa que llevan es prestada y que por eso los trajes les quedan apretados o fofos. Que no existe Pereda ni existe Juanchu, ni mucho menos Corfisa o Porpunsa. Que están allí con un bono de RENFE, yendo y viniendo dos o tres veces al día de un sitio a otro, repitiendo un guión: “¿María? Tienes que sacarme dos billetes para volar a Bruselas el viernes. Y resérvame mesa para hoy en Jockey. Para seis, porque vendrá el director general”. Con voz más baja, un hombrecillo en mangas de camisa marca un número: “Joselito, que dice Manolo que le mandes esta tarde al bar una caja de patatas fritas”. Y te sientes aliviado de volver a la realidad.

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lunes, 24 de octubre de 2011

UN POEMA


En EL CULTURAL, junto al artículo sobre Leonard Cohen, se publicó el viernes este poema mío hasta entonces inédito. Va.




LOS MIRLOS


Ahí los tienes:

la orquesta de los pájaros miméticos,

su falsificación aleatoria

de ruidos robados al azar,

sus trinos de fantoches aplicados.


Ocultos en las ramas,

fugados al calor de primavera,

con su negrura de augurio,

con su memoria de organillo mecánico,

leyendo partituras

escritas en el aire,

su ser para la nada,

su canto cristalino y cacofónico,

conforme al algoritmo del quién sabe,

payasos musicales portentosos,

tensando la mañana con el arco

de su garganta pura y desquiciada.


Ahí los tienes de nuevo, y aquí tú:

los artesanos de lo etéreo,

nuestras alas de cera,

el canto dado a nadie

y porque sí.


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viernes, 21 de octubre de 2011

LEONARD COHEN


Leonard Cohen ha conseguido reducir su voz a un susurro hipnótico. ¿Por merma de facultades? Sí, pero quizá también por privilegio de su destino: su voz es algo que está ya por encima de la voz, algo que ha logrado convertirse en la metáfora frágil de sí misma, en una fantasmagoría, purificada. Es la salmodia penumbrosa del superviviente, con su traje gris de empleado discreto de funeraria, con su borsalino de hampón dandístico, con su figura descoyuntada de anciano arrullador de batallas antiguas del sentimiento, galán en sus ocasos triunfales, con su sonrisa beatífica propia del monje budista que es, conocido en los monasterios del ramo como Jikan Dharma, que significa el silencioso.

Leonard Cohen sale al escenario con pasos alegres de duendecillo del país de las tinieblas amables. Se arrodilla. Junta las manos en gesto de plegaria. Se destoca. Sonríe. Da las gracias. Empieza su conjuro. Sus canciones nos llegan desde muy lejos: los adolescentes de los 70 del siglo pasado que tocábamos la guitarra teníamos un repertorio de estándares en el que no faltaba “Suzanne”, aunque con cierta licencia en los arpegios, porque éramos aprendices y había que esquematizar los alardes. Aun así, aquella medio chiflada seguía ofreciéndote té y naranjas de la China. Y el Cristo -abandonado, casi humano- permanecía en su torre solitaria de madera. Y aprendías a buscar entre la basura y las flores. Y el sol caía de lleno, como una miel, sobre la dama del muelle. Etcétera. Y nosotros, en fin, bailábamos aquello con las niñas, en la noche artificial de las fiestas tempraneras de los sábados.

Ha pasado el tiempo y ahí siguen sus canciones, más intensas aún porque se han aliado con el tiempo nuestro, con el tiempo de adentro de cada cual, con la historia de cada uno. Estamos en ellas.

Conmueve este Cohen de postrimerías. Tan roto y tan poderoso. Tan de cristal y tan irrompible. Tan sujeto a la música por casi nada: por la exactitud temblorosa de la emoción, que es a fin de cuentas el todo. Este Cohen oferente y educado, con su espectáculo grandioso de susurros. Este Cohen que, con apenas cuatro notas básicas, ha sido capaz de escribir canciones que son historias, historias que son poemas, poemas que son música, música que es un himno de intimidad.

Este trovador dulzón y oscuro, amargo y luminoso, con su lentitud interior de emocionado reflexivo, con su voz a media voz, con su porte de vendedor honrado de diamantes, de hombre hecho serenamente al encogimiento de hombros y a las fatalidades prodigiosas que nos depara el mundo, como un personaje escapado de una página de Isaac Bashevis Singer, este Leonard Cohen, decía, parece venir desde muy lejos cuando sale al escenario y se destoca. Parece venir de un tiempo invulnerable al tiempo, de una intemporalidad mágica en la que los sentimientos son inmortales, mientras nosotros vamos de paso por aquí, acogidos a la indefinición y a la fragilidad, y alguien baila ante nosotros con un violín en llamas.


(Publicado hoy en EL CULTURAL del diario EL MUNDO)

LOS TRES IDIOMAS DEL FUTURO

Cuando alguien arriesga algún tipo de profecía, no puedo evitar que se me venga a la mente la imagen de un embrión de gallo que, estando aún dentro del huevo, se empeña en cantar un kikirikí.

En 1966, el poeta Gabriel Aresti entrevistó a su amigo Blas de Otero, que no dudaba en afirmar lo siguiente: "Los idiomas del futuro son tres: el ruso, el castellano y el euskera".

Por poco, ¿no?

jueves, 20 de octubre de 2011

NOTICIA CON PATIO INCLUIDO

Hay quienes aseguran que la redacción de una buena parte de las noticias que leemos en los periódicos está en manos de becarios. No puedo saberlo. De todas formas, si la mayoría de los redactores no son becarios, desde luego lo parecen, lo que viene a ser lo mismo, beca más o beca menos. (En manos de esos redactores, las noticias de tipo científico, por ejemplo, tienden a convertirse en chistes más o menos abstrusos, lo que no está mal en el fondo: de lo científico a lo cómico.)

Hoy leo lo siguiente, referido a un incidente que tuvo lugar en la casa de Esperanza Aguirre: "Dos seguidores del Real Madrid, con algunas copas encima según fuentes policiales, dieron una patada en el patio del palacete en el que vive la presidenta sobre las cuatro de la madrugada y entraron en el patio del inmueble, en el que residen otros vecinos. Los agentes de la Guardia Civil encargados de la seguridad visionaron los hechos por el vídeo de vigilancia, llamaron a la policía y los hombres fueron conducidos a comisaría".

Bien... Se deduce de esto que los madridistas, con un número indeterminado de copas encima (se infiere que se trataba de copas de contenido etílico y no de trofeos ganados por su equipo a lo largo de su historia) dieron una patada en el patio (¿?) y luego entraron en el patio, lo que no deja de ser un malabarismo difícil: primero patean el patio y luego entran en el patio. (Tampoco es pobre malabarismo el de patear un patio, aliteraciones aparte.) Se deduce también que la presidenta vive en ese palacete sobre las cuatro de la madrugada, mientras que durante el resto del día vive en algún otro sitio, en tanto que hay otros vecinos que residen en el patio del inmueble, cabe suponer que al raso. Menos mal que los guardias civiles visionaron los hechos y llamaron a la policía, porque se ve que la Guardia Civil está más por agradar que por detener.

La noticia no viene en uno de esos periódicos gratuitos que están escritos como se puede y que se leen como uno mejor puede, sino en la página 21 de EL PAÍS. Por lo demás, la noticia no la firma un solo redactor, sino dos, de lo que acaba deduciendo uno -con poco fundamento, claro está, y sin datos corroborables- que esos dos redactores son en realidad los hinchas alegres y alborotadores que patearon el patio antes de entrar en él.

Una noticia autobiográfica, en fin, como quien dice.

(P.D. Oídas luego las declaraciones delirantes de Aguirre con respecto al incidente, lo preocupante no es que un periódico esté en manos de becarios, sino que una comunidad esté en manos de semejante zumbada.)

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viernes, 14 de octubre de 2011

CUADERNOS PROPIOS, Y 3









Y con esto damos por zanjado el asunto cuadernitos...

Buen fin de semana.

REFLEXIVO

En cuestiones de esoterismos populares, lo mismo viene a dar Osho que Oshenta.

CUADERNOS PROPIOS, 2










Como todo es cuestión de empezar, en especial en lo que se refiere a desvaríos, la entrada anterior me ha llevado a revisar cuadernos antiguos, de los que cuelgo -lo siento- otras muestras.

Son cuadernos de hace unos 20 años los más antiguos. No valen nada, ya lo dije, pero no creo que estén obligados a valerlo: son herramientas.

Me entretiene traerlos aquí, y ustedes sabrán disculparme por la tontería.

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jueves, 13 de octubre de 2011

CUADERNOS PROPIOS







Un visitante de este blog me preguntaba si tenía yo cuadernos. Sí, claro. ¿Qué haría uno sin ellos?

Los míos no están a la altura ornamental -digámoslo así- de los de Trapiello -y no hay falsa modestia en la apreciación-, pero ahí van algunas muestras. No pierde uno nada... ni ganan ustedes, de modo que quedamos en paz.

lunes, 10 de octubre de 2011

CUADERNOS: JUAN RAYOS Y ANDRÉS TRAPIELLO



















Andrés Trapiello (yo no me perdería su blog: http://hemeroflexia.blogspot.com ) me señala el trabajo de cuaderno de Juan Rayos:

http://www.juanrayos.com/index.php?/moleskines/moleskine-india/


Son cuadernos muy bonitos. Merecen una visita, creo... al menos para quien guste de estas cosas.

Y, ya que estamos en trance -regocijado- de cuadernos, no dejéis de echar un vistazo a la muestra de los de Trapiello que están expuestos en su página web:

http://www.andrestrapiello.com/index.php?/mechinal/libretas-agendas-y-diarios


Los de Rayos son los propios de un artista plástico; los de Trapiello, los de un escritor -claro está- con arte de ilustrador y de tipógrafo -el mejor de los nuestros. Los de Rayos tienen afán artístico por sí mismos; los de Trapiello son cuadernos de trabaj0, tanto de escritor como de editor.


(La imagen de arriba es de J. Rayos. Las dos de abajo de A. Trapiello.)





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domingo, 9 de octubre de 2011

ESTE OTOÑO SIN SIGNOS OTOÑALES

Con este verano... ¿póstumo?, tan insistente aquí, los árboles deben de andar locos por dentro, como lo anda uno con esta indecisión meteorológica -y a veces incluso sin ella.

Miras los árboles de hoja caduca y se te ocurre que las hojas estarán preguntándose "¿Nos caemos o no nos caemos?".

Alguna que otra seguro que entretiene la fantasía de que igual resulta que es inmortal: "Como no me caigo...".


De momento, en fin, ahí siguen, dorándose, en suspenso, tan en la vida como en la muerte... como cualquiera.

sábado, 8 de octubre de 2011

RUSIA Y ROTA



Lo tradicional es que las rivalidades se produzcan entre localidades vecinas, por sinrazones tan ancestrales como difusas, pero aquí en mi pueblo las gastamos a lo grande. Ahora tenemos intimidada a Rusia.

A ver qué sesgo va tomando esta especie de guerra fría entre los rusos y los roteños...


viernes, 7 de octubre de 2011

CHESTERTON











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Abelardo Linares, en Espuela de Plata, anda publicando todo lo que encuentra -y todo lo que encuentra es valioso- de Chesterton, ese autor al que hay que leer siempre con un lápiz en la mano, para subrayar fulguraciones y deslumbramientos... aunque al final acabe uno abandonando el lápiz, porque se da cuenta de que tendría que subrayar el libro casi de cabo a rabo.

Quien alimente prejuicios ideológicos con respecto a Chesterton -tan celebrado por algunos reductos conservadores- tal vez esté perdiéndose bastante: podemos no estar de acuerdo a veces con sus conclusiones, pero resulta difícil no fascinarse con su modo de razonar, entre racionalista y mágico, en su afán de interpretar los prodigios del mundo. (Al fin y al cabo, la lectura no está obligada a reducirse a una cuestión de consenso entre autor y lector.)

En Enormes minucias -reeditado ahora con un excelente prólogo de Juan Lamillar-, se suceden los asombros: "A veces se me ocurre pensar que todas las grandes ciudades tienen que haber sido construidas de noche. Pues es sólo en la noche cuando todas las partes de una gran ciudad son grandes. Toda arquitectura es una gran arquitectura después de ponerse el sol; quizá la arquitectura es en realidad un arte nocturno, como el arte de los fuegos artificiales". (Por ejemplo.)

De repente, "el punto de intersección de lo intemporal con el tiempo", como dijo el otro, en un artículo publicado a principios del siglo XX: "El poder de la riqueza, y este poder en su forma más vil, aumenta en el mundo moderno. Un pueblo muy bueno y justo, sin esta tentación, puede quizá no necesitar establecer reglas claras y sistemas para precaverse contra el poder de nuestros grandes financieros. Pero es porque un pueblo lo bastante justo debería haberlos fusilado hace largo tiempo a impulsos, simplemente, de los buenos sentimientos nativos".


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lunes, 3 de octubre de 2011

POSTAL DE TALLIN


En Tallin, la capital de Estonia, la sorpresa de un casco histórico medieval... perfecto. Un aire medieval sin tipismos medievalistas, una Edad Media, en fin, sin medievalismos ni medievalidades previsibles, al contrario de lo que pasa en Toledo o en Ávila, pongamos por caso, donde siempre se acuerda uno, por una cosa o por otra, de don Mendo. El sustrato medieval, y luego los estratos del tiempo, normalizando aquello, dándole a fin de cuentas realidad. Los siglos XVIII y XIX como depuración. (Lo único que sobra son quizá los camareros y camareras disfrazados de taberneros del siglo XII o por ahí, pero eso tiene poca importancia al fin y al cabo, porque se ve que la hostelería, en todas partes, está sujeta a indagaciones estéticas complicadas y discutibles.)

Los desniveles propician perspectivas sorprendentes, con algo de fantasía arquitectónica, como las de aquellos dibujillos que hacía Rafael Lasso de la Vega en los billetes del metro o del tranvía.

Junto a la plaza del ayuntamiento, dos chamarileros con cosas bonitas -y horrorosas también- a buen precio. En los límites de la ciudad antigua, una librería de viejo -de nueva construcción, grande, y muy ordenada- que vemos a través de las cristaleras, porque está cerrada en domingo, como es natural. Los libros expuestos en el escaparate -muchos de ellos infantiles- lucen una tipografía impecable, con predomio de aires más o menos vorticistas, con ecos alemanes y soviéticos.

La periferia de la ciudad, en cambio, no puede ser más fea, caótica y deslavazada, porque, en cuanto a arquitectura, en casi ninguna parte del mundo parece existir tradición ni modelos ejemplares, así los tengan al lado, ni rige siquiera el socorrido recurso al pastiche, que al fin y al cabo es un gesto de humildad.

Y, de pronto, en una de las calles de acceso al centro, un edificio de la mismísima Gotham City, y se sonríe uno: allí es posible que viva Batman, jubilado de sus murcielaguismos heroicos...



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