lunes, 29 de diciembre de 2014

CUERPO Y ESPÍRITU



Como somos como somos, y como nos gusta complicar un poco las cosas -supongo que menos por vocación que por naturaleza-, hablamos mucho del espíritu navideño, que es un concepto de sugerencias entre volátiles y fantasmales, cuando en realidad el que trabaja duro en estas fechas es el cuerpo, el sufrido cuerpo navideño, al que ponemos hasta las cejas de manjares terrestres y marítimos e incluso de polvorones, ese producto que está en un punto intermedio entre el confite y el castillo de arena.

            En estas fechas tan señaladas, el que no para es –ya digo- el cuerpo, el cuerpo navideño, aunque el mérito se lo lleve el espíritu navideño, que practica una especie de intrusismo metafísico en estas fiestas de la gula y de los excesos en general, incluido en tales excesos el de estar bregando al filo de la medianoche con la boca de un bogavante o con la osamenta de un cochinillo, por no hablar del malabarismo de tragarte un cuenco de uvas al ritmo de unas campanadas tras descifrar las instrucciones de una presentadora de televisión que tirita de frío bajo un vestido de tirantes y lentejuelas.

            De todas formas, y por mucho que el cuerpo navideño se lleve la palma en cuanto a sacrificios, sería injusto negar la emanación del espíritu navideño. Se manifiesta ese espíritu, no sé, en las felicitaciones que recibes no sólo de tus amistades -que de repente parecen haberse hecho devotas de la secta literaria de Paolo Coelho-, sino incluso de esas empresas que durante el resto del año se dedican a estudiar la manera de sacarte más dinero del que ya te sacan, pues se ve que, en la escala moral de los negocios, la avaricia no constituye un pecado capital, sino que el pecado sería dejar pasar de largo el capital. 

Se manifiesta ese espíritu en los discursos de los gobernantes, del rey para abajo; esos discursos que se sustentan en una oratoria de inspiración Disney y en los que suele primar el imperativo ilusionado, el imperativo categórico e incluso el imperativo un tanto imperial, así lo formule un alcalde de pueblo: “Tenemos que construir el futuro sobre la base de…” (Sobre la base, en fin, de lo que buenamente corresponda, ya que se trata de un componente tan variable como la receta del pavo, del cordero o del besugo, que es en lo que todo el mundo piensa en realidad mientras oye esos discursos vaporosos: en comer, porque estas fiestas son menos retóricas que gastronómicas.) Se manifiesta el espíritu de la Navidad, en fin, en… Pues en el propio espíritu de la Navidad, que es un espíritu glotón y algodonoso, delicuescente y tragaldabas, orondo como Papá Noel, y lo raro es que nadie haya inventado todavía una receta para poder comernos tras la Noche de Reyes el abeto. 

         Y, sobre todo, feliz año.


(Publicado el sábado en prensa)

viernes, 26 de diciembre de 2014

En según qué diócesis, lo del sorteo del niño puede prestarse a equívoco.

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lunes, 22 de diciembre de 2014

LA SIMULACIÓN DIFERIDA EN DIRECTO

Al igual que todos los años, unos actores profesionales contratados por el Ministerio de Hacienda interpretan el papel de agraciados por la lotería, con un guión invariable: pagar la hipoteca, hacer un viaje, ayudar a los hijos, tapar agujeros... 

Según parece, cobran un plus por movilidad forzosa y otro por la ducha de cava.

Cuando gobierne Podemos, demostrarán con documentos del CNI lo que ya es un secreto a voces: que la lotería es un fraude estatal y que los bombos están trucados para que los 3 primeros premios les toquen a los actores profesionales, que por supuesto no pueden cobrar los décimos premiados. Si alguno se va de la lengua y revela el montaje, lo eliminan -y de ahí los crímenes sin móvil aparente de los que nos enteramos de vez en cuando por la prensa.

Esto es así: el espíritu jubiloso y azaroso de la navidad.

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jueves, 18 de diciembre de 2014

LA BROMA



         Somos tan optimistas, disfrutamos de una naturaleza tan alegre y desahogada, que seguimos manteniendo esa broma colectiva según la cual los políticos están ahí para resolvernos problemas, para ordenarnos la realidad y para convertirnos a todos, sin exclusión, en ciudadanos prósperos, iguales, fraternos y libres. Desinteresadamente. La broma dura ya mucho (más o menos, desde la Revolución Francesa), pero se ve que se trata de una broma afortunada, de un chiste imperecedero que, por muchas veces que nos lo cuenten, sigue arrancándonos una carcajada incontenible.


            Se trata, en realidad, de un divertimento recíproco: ellos se ríen de nosotros a través de sus discursos y de sus promesas electorales y nosotros nos divertimos un poco yendo a votar para ponerlos en el brete de tener que cumplir lo que ellos saben mejor que nadie que no pueden cumplir, aunque lo que de verdad nos divierte es que metan de vez en cuando a uno de ellos en la cárcel, cosa que suele ocurrir con la frecuencia de los milagros o de los eclipses lunares, porque las cárceles están pensadas para otro tipo de gente y tampoco se trata de convertir un presidio en un parlamento autonómico, con sus reclusas señorías trabajando a destajo por el bien común, así sea desde su desventurada circunstancia personal, por mucho que el político de raza lleve la filantropía en la sangre y no pueda purificarse de esa intoxicación congénita ni siquiera cuando se ve entre rejas. De ahí la crueldad que supone el que se impida concurrir a las elecciones a los políticos imputados en asuntos más o menos escalofriantes, con lo conmovedora que resultaría una candidatura que pareciese un martirologio, pues como mártir vocacional puede considerarse a todo aquel hijo de vecino que se levanta un día y se dice: “A partir de ahora, mi misión en la vida consistirá en engrandecer mi país, así sea desde un puesto de vicedelegado”.


            El principal problema que existe entre ellos y nosotros es que no solemos encontrar un punto de intersección que merezca ese nombre. Un vínculo de realidad. Porque el caso es que parecemos extraterrestres mutuos: ellos enrocados en su discurso metapolítico, mareando leyes y números, asistiendo a reuniones y comisiones en que se debate el debate del debate del debate, y nosotros cruzando los dedos para que no nos suban el precio de la luz ni el IVA de las patatas, y así, ya digo, no hay manera, sobre todo si tenemos en cuenta la distancia metafísica que existe entre alguien que tiene que gobernar un país y alguien que va al supermercado con la ilusión de pillar una oferta de 2 x 1 en el champú.


            Sabemos por experiencia que la broma es resistente y que no hay motivo alguno para alarmarse. Haremos lo posible por seguir manteniéndola, oh camaradas políticos. 

               Pero tampoco os paséis.


(Publicado el sábado pasado en prensa.)


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jueves, 11 de diciembre de 2014

DOS SUELTOS

Me piden desde un periódico mi opinión sobre el hecho de que desde hace 25 años ningún español -excluido el ciudadano híbrido Vargas Llosa- recibe el premio Nobel. Mi respuesta:
"También llevamos 40 años sin que ninguna española consiga el título de Miss Universo y no creo que haya motivos suficientes para que el premio Nobel haya que tomárselo más en serio que ese concurso de belleza".


Harold Bloom, con su tono irrenunciable de santón que se ha creído que de verdad es un santón: "No creo que haya nada radicalmente nuevo en la literatura actual".
De lo que se deducen al menos dos cosas: que ha leído toda la literatura actual -de todas las lenguas y países- y, sobre todo, que da por hecho que puede existir algo "radicalmente nuevo", lo que a estas alturas resulta bastante improbable -y bastante innecesario también- no ya en el arte literario, sino incluso en el mecanismo de las ollas exprés o en la elaboración de ensaladas.
A veces, las visiones universalistas sólo sirven, en fin, para camuflar al pueblerino infatuado.

martes, 9 de diciembre de 2014

El pequeño Nicolás amenaza con sacar a la luz vídeos eróticos protagonizados por "personalidades".

Al final, detrás de esto va a estar incluso Walt Disney.

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jueves, 4 de diciembre de 2014

La novela como una barraca de feria (con su mujer barbuda, con su fakir meditabundo, con su híbrido de serpiente y doncella, con sus gemelos unidos por el cráneo). Y con un título que podría ser invariable para todas: Pasen y vean.

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lunes, 1 de diciembre de 2014

LO FUTURO



(Publicado el sábado en la prensa)


A las campañas electorales les pasa lo mismo que a las campañas navideñas: que sabemos cuándo acaban, pero no exactamente cuándo empiezan. Hay quienes suponen que un político está en precampaña desde el día siguiente al de su toma de posesión, y buena parte de razón llevan en eso, aunque no toda: cualquier político electo sabe que dispone de unos tres años y medio para fastidiar a los votantes y de aproximadamente un semestre para prometerles el paraíso en la tierra. Entre generales, autonómicas y municipales, nos pasamos la vida en una venta de motos, como quien dice. En el tiempo feliz de las ocurrencias en torno al porvenir.

            Los programas electorales vienen a ser los cuentos de hadas de los regímenes democráticos: algo que todos sabemos que es mentira y fantasía, pero que nos gusta que nos cuenten. Detrás de los redactores de un programa político hay siempre un equipo de fabuladores que  saben transformar al candidato X en el príncipe de la armadura plateada que asesinará al dragón que tiene cautiva a la princesa pálida de la economía, que saben presentar a la alcaldable Z como la maga de la varita mágica que convertirá en un cofre repleto de monedas de chocolate la deuda municipal heredada del anterior equipo de gobierno, cuya gestión funesta propició la llegada de la era de las tinieblas, en la que todo fue miseria y desolación, bosques neblinosos con fieras administrativas que devoraban a los inocentes, y tristeza, mucha tristeza colectiva: el mismísimo país de Mordor. 

            Creo, no sé, que las campañas electorales podrían durar como mucho un día, tiempo suficiente para que los candidatos nos expusieran el relato de ciencia-ficción que cada partido haya considerado más convincente para trasladar a los votantes a unas regiones imaginarias que suelen estar situadas entre la Arcadia y Shangri-La. Los catorce días restantes deberían dedicarse a la exposición de sus planes por parte de los poderes económicos, lo que tendría la virtud de contrarrestar el efecto de esas fábulas risueñas con unos desasosegantes relatos de terror. La realidad resulta menos apacible que los sueños quiméricos, pero es la realidad, a la que la propia realidad se encarga de devolvernos en cuanto perdemos un poco el rumbo.

            Vivimos, en fin, en un régimen de ficciones mutuas: los políticos nos pregonan un futuro que se parece mucho a un lugar que está fuera del tiempo y nosotros, a pesar de los escarmientos padecidos, nos resignamos a dar por hecho que los políticos tienen nuestro futuro en sus manos, unas manos inmaculadas con respecto a ese futuro ilusorio, aunque por lo general manchadas de pasado. 

            Los discursos políticos acaban girando sobre sí mismos, lo que viene a ser como decir que giran sobre la nada. Quizá porque la política ha perdido eso, lo básico: el punto de intersección con la realidad común. Y todo suena irremediablemente a cuento. Chino.

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sábado, 29 de noviembre de 2014

SUELTOS

Si en uno de los principales periódicos de tu país lees el siguiente titular:"RAJOY OFRECE MEDIDAS CONTRA LA CORRUPCIÓN ANTIGUAS CON RETOQUES", no te queda más remedio que sospechar que allí la sintaxis depende de un robot.


 El libro de Mariló Montero se titula El corazón de las mujeres no tiene reglas, en el que supongo que demostrará científicamente que no existe la menstruación coronaria.


Rafael Spottorno gastó 223.000 euros con su tarjeta black de Bankia, pero ya se ha acogido al código exculpatorio por interposición: "Atacarme a mí es una forma de atacar a la Corona", de igual modo que investigar a Pujol es, según el propio Pujol, una forma de atacar a Cataluña y que airear los viajes galantes de Monago es, según declaró hace unos días el propio presidente, una forma de atacar a Extremadura, porque se ve que aquí no podemos vivir sin atacar a gran escala.


En atención a las encuestas, es muy probable que la hermandad sevillana de Jesús del Gran Poder cambie este año de nombre: Jesús del Gran Podemos.

lunes, 24 de noviembre de 2014

ESPAÑA, SU MOMENTO HISTÓRICO

Los viajes de Monago, los viajes secretos de sus señorías, los delirios floridos del pequeño Nicolás, los sueños bolivarianos de la derecha catalana, la muerte de la duquesa, el encarcelamiento de la cupletista, los curas orgiásticos de la archidiócesis de Granada, la beca de Errejón ascendida a asunto de Estado, el libro de Mariló Montero y la pena inconsolable del DJ Paquirrín.

sábado, 22 de noviembre de 2014

OTROS SUELTOS

EL PERIODISMO MODERNO. Isabel Pantoja lleva día y medio en la cárcel, lo que no es impedimento para que a la puerta de la prisión siga habiendo decenas de periodistas... ¿Por si se fuga?

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El ministro Montoro dice que no hay que "dramatizar" la corrupción. Vale. Comoquiera que Aristóteles aconsejaba no mezclar los géneros, lo mejor sería llevar el asunto de la corrupción a un territorio puramente cómico.
Ahí va mi aportación desinteresada: "Ministro, ¡bufón!".


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El pequeño Nicolás es el nini con más porvenir de su generación: ha empezado por inventarse un pasado en vez de por imaginarse un futuro.


SUELTOS

Hurgando y hurgando, todo se urdangarinda.


Da la impresión de que a Esperanza Aguirre se le despertó la vocacion política mientras veía Mary Poppins.


EL LADO BUENO: ¿Y el disco tan bonito que va a salir de esa experiencia?
(¿Jailhouse Copla?)


Ay, esa Sevilla necrófila, necrosada y santificadora.

lunes, 17 de noviembre de 2014

LA ORGÍA



Es posible que la corrupción esté sobrevalorada, ya que los defectos más extendidos entre nuestros políticos suelen otros: la irresponsabilidad, la ineptitud, la impostura y –por qué no decirlo- la idiotez. Cada uno de esos defectos, por sí solo, propicia la corrupción, pero la mezcla de todos o de algunos de ellos deriva, casi por inercia, en corrupción inevitable, ya que se trata de una coctelería más explosiva que la de las botellas molotov. A pesar de que tendamos a atribuir al político corrupto una inteligencia diabólica -aunque al fin y al cabo inteligencia-, lo frecuente es que el corrupto no pase de ser un pobre diablo. Un pobre diablo que se ve obligado a disfrazarse de servidor público para servirse a sí mismo, ya que no sirve para otra cosa. 

            Los políticos se han acogido a ese dogma según el cual deben estar bien pagados para que a lo más selecto de nuestra sociedad le compense la renuncia al ejercicio de su profesión en beneficio de la dedicación filantrópica a lo público, lo que plantea un teorema dudoso, ya que todo el mundo conoce a algún que otro alcalde o alcaldesa que ni siquiera serviría para ejercer de concejal, por no hablar de ministros o ministras que dan la impresión de no alcanzar el nivel de solvencia política de un alcalde pedáneo. Pero el problema verdadero se manifiesta cuando el político bien pagado llega a la conclusión moral de que su dedicación no está del todo bien pagada, lo que, lejos de incitarle a volver a su selecta profesión anterior, le hace aferrarse a lo público, aunque con unas expectativas que no le convendría que se hicieran públicas. 

            La cascada reciente –y no tan reciente- de casos de corrupción y de corruptela ha generado una controversia un tanto irresoluble: la gente ha llegado a la conclusión de que todos los políticos son corruptos y los políticos han llegado a la conclusión de que no todos los políticos son iguales, así vayan en el mismo barco. Lo más lioso del asunto es que ninguna de ambas partes dice del todo la verdad, aunque tampoco miente del todo. Al fin y al cabo, un caso de corrupción no pasa de ser una anécdota, y el problema viene cuando el sistema -a través de sus protocolos administrativos, a consecuencia de los mecanismos judiciales, a raíz de las carencias de sus cortafuegos internos- se convierte no diré que en un ente corrompido ni en un ente corruptible, pero sí en un ente potencialmente corruptor. Visto lo visto, parece tan sencillo dedicarse profesionalmente a la corrupción, que no se explica uno cómo hay gente que se resiste. Ahora hemos descendido al nivel de la corrupción funcionarial. Porque esta función continua de escándalos, este festival grandioso de granujerías y pillajes, parece sólo el eco de una orgía. 

          Y lo que nos queda por ver.

(Publicado el sábado en prensa)

domingo, 16 de noviembre de 2014

Como un primer paso hacia la transparencia, el Congreso y el Senado harán públicos los gastos de los viajes de Simbad el Marino.


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miércoles, 12 de noviembre de 2014

Marilyn Monroe sometiéndose a la prueba del espejo deformante. El que refleja el alma.




martes, 11 de noviembre de 2014

ECUACIÓN CINÉFILA (o la brillante artesanía voluntariosa y el genio regalado)


¿Qué fue de Baby Jane? es a Sunset Boulevard lo que Érase una vez en América a El padrino.

domingo, 9 de noviembre de 2014

LOS RESTOS DEL DÍA

En su papel de símbolo histórico de la patria, Jordi Pujol ha ido hoy a votar. Y completamente gratis.


El PP da las primeras muestras de luchar firmemente contra la corrupción: aclamar y vitorear a Monago hasta hacerlo llorar.
Leído en la prensa provincial: "Asumir la responsabilidad simbólica, mitológica, de haber nacido en Cádiz, la Cuna de la Civilización Occidental, nos confiere a sus hijos un cuajo histórico colectivo de carácter excepcional".

Con tres o cuatro como este y con tres o cuatro de los otros, el día menos pensado también estamos los de aquí dirimiendo en las urnas nuestras aspiraciones mitológicas.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

SUELTOS DESDE EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS

Declaración de John Ashbery: "No tengo ni idea de qué habla mi poesía".
Pues ya somos dos.



La broma que circula por ahí: "EL PP EXIGE AL GOBIERNO EL REAGRUPAMIENTO DE SUS PRESOS".


Lo normal es que no pase nada, pero, a veces, ocultar dinero en Suiza es como ocultar un cadáver en el armario, con la peculiaridad de que el cadáver echa a andar de repente, ascendido al rango de zombi, y te lleva cogido por la oreja a la Audiencia Nacional.


No hay cosa menos exquisita que el adjetivo "exquisito".


 Una de dos: a la reina la han embalsamado en vida o es su muñeca de cera con un mecanismo de tracción.


Pretender un pacto anticorrupción entre PP y PSOE es como pretender que el conde Drácula y el Hombre Lobo cambien de dieta.


LAS GRANDES JUERGAS DE LA LÓGICA: El gobierno catalán denuncia al gobierno central ante el Tribunal Constitucional por no permitirle incumplir la Constitución.

domingo, 19 de octubre de 2014

EL PROTOCOLO



Si no existe un protocolo para algo –lo que sea-, lo mejor que puedes hacer es olvidarte de ese algo –sea lo que sea-, a la espera de que alguien establezca un protocolo concreto para ese algo inconcreto. Si no dispones de un protocolo de actuación, en fin, lo más prudente es que te conviertas de manera instantánea al budismo y te acojas al privilegio de la vida contemplativa.

            El mejor protocolo es, por supuesto, el que exige establecer un protocolo. El protocolo de protocolar, digamos, lo que de paso nos plantea un enigma parecido al del huevo y la gallina, ya que no sabemos si fue antes el protocolo como cosa en sí o -una vez comprobados los beneficios de acogerse a un protocolo- la decisión imperiosa de establecer un protocolo para todo aquello que antes se llevaba a cabo con un menosprecio irresponsable por el protocolo, que era algo que como mucho nos sonaba a duquesa de Proust a la hora de repartir los sitios en la mesa.

            Una orfandad protocolaria deriva en confusión y –por qué no decirlo- en desconsuelo: si no dispones de un protocolo, estás más cerca de las tribus salvajes que de nosotros, que hemos llegado a la conclusión –en modo alguno protocolaria- de que el protocolo es una guía infalible para hacer las cosas con arreglo a un protocolo, ya que sin protocolo te pierdes lo mejor: el protocolo mismo.

            A tanto ha llegado el prestigio del protocolo, que hay quien establece categorías de protocolo, lo que no deja de ser un protocolo inmejorable para llegar a la raíz identitaria del protocolo. Ayer mismo, un experto en algo hablaba prodigios del protocolo, pero advertía de la existencia de un ente hasta entonces desconocido para los demás: el “protocolo móvil”, que, según la explicación que tuvo la amabilidad de ofrecernos, es aquel que se aplica cuando se comprueban fallos en el protocolo. Con lo cual nos llevamos una alegría y un disgusto: la alegría de la movilidad intrínseca del protocolo, lo que lo libera de la rigidez en sus aplicaciones, y el disgusto en cambio de saber por boca de un experto que el protocolo no es infalible, cuando todos estábamos convencidos de que disponer de un protocolo era una garantía de certidumbre. De todas formas, el hecho de que un protocolo pueda fallar no debe llevarnos a una abjuración del protocolo en abstracto, pues siempre nos quedará ese protocolo móvil que repara sobre la marcha los errores protocolarios del protocolo fijo, de modo y manera que podemos llegar a la conclusión consoladora de que el protocolo tiene la facultad de saltarse con pértiga el protocolo en función de las meteduras de pata internas del protocolo, que se nos revela así como una normativa con capacidad centrífuga para ahuyentar sus defectos y afrontar por tanto, con absoluta solvencia protocolaria, sus aplicaciones centrípetas, o similar, según establezca el protocolo.

(Publicado el sábado el prensa.)

jueves, 16 de octubre de 2014

En Madrid, mañana viernes.

Lectura de poemas de Carlos Marzal, Pilar Adón, Antonio Lucas y Felipe Benítez Reyes.

Centro Cultural Conde Duque. A las 19.30

domingo, 12 de octubre de 2014

Tarde lluviosa: en el escaparate de la mercería, los carretes de hilo componen por su cuenta el arco iris.

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No hay más museo de cera que el que arde.

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sábado, 11 de octubre de 2014

Si un político anuncia que se propone "ilusionar", ya sabemos que se trata de un ilusionista con la chistera repleta de conejos que aparecen y desaparecen.

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jueves, 9 de octubre de 2014

Para enfrentar a los dos Españas es suficiente un perro.

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ALEGRÍA SIN LÍMITE

Así se imagina uno los consejos de administración de Bankia en sus buenos tiempos:

https://www.facebook.com/video.php?v=758645764203451

lunes, 6 de octubre de 2014

LOS CIUDADANOS



Cuando los políticos quieren quedar bien con la plebe, se refieren a nosotros como “ciudadanos”, cuya acepción primera en el diccionario de la RAE es “Natural o vecino de una ciudad” y cuya acepción tercera, mucho más optimista, es la siguiente: “Habitante de las ciudades antiguas o de Estados modernos como sujeto de derechos políticos y que interviene, ejercitándolos, en el gobierno del país”. En boca de un político de talante halagador, somos ciudadanos los pueblerinos, los aldeanos e incluso los vecinos de las pedanías, y todos intervenimos, por supuesto, en el gobierno del país, con una capacidad clarividente para elegir a quienes acabarán haciéndonos la vida un poco más imposible, cabe suponer que para que luego, en nuestra fase ultramundana, el purgatorio nos parezca un sitio inmejorable. “Los ciudadanos de este país…”, y en ese momento nos sentimos importantes e imprescindibles: ciudadanos. Nada menos. De este país. (No de otro: de este.)

            Para la clase política, el de “ciudadanía” es un concepto oscilante: somos ciudadanos de pleno derecho a niveles retóricos, pero la cosa cambia si decidimos solicitar una audiencia a un simple concejal, ya que entonces pasamos de la categoría de ciudadano a la categoría de pelmazo. Te sientes ciudadano cuando pagas tus impuestos para que ese concejal pueda ponerse un sueldo mayor que el tuyo, compensatorio de sus altas responsabilidades, aunque una voz interior te susurre que tienes menos de ciudadano que de siervo de la gleba, en el caso afortunado de que esa voz no te susurre que en realidad eres tonto de remate. Eres ciudadano incluso cuando un político, para blanquear sus corrupciones, se escuda en el apoyo electoral de los ciudadanos. Eres. Ciudadano.

Sea como sea, uno agradece el otorgamiento de la condición de ciudadano -que resuena en nuestro subconsciente colectivo con el prestigio de la Revolución Francesa y de ese tipo de cosas-, ya que resultaría impopular el referirse a nosotros como “gentuza” o como “chusma”. No hay necesidad, en fin, de vejarnos tan a las claras, aunque sepamos de sobra que la palabra “ciudadano” es el eufemismo de cosas un poco peores. “Los ciudadanos de este país…”. (Sí, vale.) Hay políticos que llegan más lejos y se atreven a una formulación que admitiría matizaciones complicadas: “La ciudadanía ha hablado”, dicen no ya cuando ganan unas elecciones, sino incluso cuando algunos ciudadanos se concentran a favor o en contra de algo de lo que ellos también están en contra o a favor, aunque sepan que una misma plaza puede atestarse un día con los defensores de pelar artísticamente a los caniches y, al día siguiente, atiborrarse de defensores de mantener a los caniches con su pelaje natural. 

Para que un político se adueñe del mensaje de la ciudadanía no le hace falta siquiera contar con un apoyo electoral mayoritario: los ciudadanos hablan y los políticos glosan. Por su parte, quienes disfrutan de un apoyo mayoritario no se toman ni la molestia de glosar: les basta con decretar de una manera bíblica, como si hubieran recibido directamente desde las alturas las Tablas de la Ley. Y amén.

(Publicado el sábado en prensa.)

martes, 30 de septiembre de 2014

Cuando un país no tiene remedio, aparecen por todas partes los curanderos.


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viernes, 26 de septiembre de 2014

domingo, 21 de septiembre de 2014

POPULISMOS



Entre los políticos no parece haber cosa más impopular ni más desprestigiada que el populismo, término que ni siquiera está recogido en el diccionario de la RAE, lo que lo convierte en una especie de entelequia: algo así como un gamusino ideológico. Esa impopularidad y ese desprestigio resultan más misteriosos de lo que son de por sí si se tiene en cuenta que el populismo es una práctica común a todas las formaciones políticas y a los políticos de todas las jerarquías, que tienen la facultad casi esotérica de intuir los recursos populistas únicamente en sus adversarios. Como paso previo a una definición más ajustada, podríamos acordar que el populismo es algo que sucede siempre en sede ajena.

            En política, el populismo tal vez no sea tanto una estrategia como una fatalidad, en gran parte porque el pueblo mismo es populista: nos divierten más los discursos inverosímiles que los discursos razonables, nos hechiza más la ficción que la realidad, nos intranquiliza más el futuro que el presente y, por si fuera poco, nos convencen más los cuentos  –incluido el de la lechera- que las cuentas, lo que tal vez diga mucho a favor de nuestra naturaleza imaginativa, aunque tal vez un poco menos de nuestra naturaleza meditativa, por no hablar aquí de nuestra inmunidad al escarmiento. El político que decidiese renunciar al beneficio de las prácticas populistas tendría en principio que presentarse a las elecciones sin un programa electoral, ya que los programas electorales constituyen una de las ramas más frondosas de la literatura fantástica.

Al fondo de todo esto, lo que late es tal vez una gran melancolía colectiva: necesitamos gestores, pero también redentores; necesitamos gobernantes, pero también profetas. Necesitamos, en definitiva, que nos engañen un poco, aunque al final el engaño resulte desproporcionado: una estafa masiva a partir de la retórica. Una retórica que lo mismo sirve para prometer que para justificar el incumplimiento de las promesas. Y es que el populismo no se sustenta tanto en la oferta de imposibilidades como en la impunidad de ofertar sin otro fundamento que el de un reclamo, con la garantía además del blindaje de los mecanismos democráticos para dejar de ser democráticos al día siguiente al de unos comicios.

Todo político es populista no sólo por definición, sino también por indefinición: cuando tiene que ajustar la realidad a su programa, lo normal es que acabe ajustando su programa a la realidad, y ahí cabe todo, empezando por el incumplimiento del programa mismo. Es el problema de jugar con irrealidades.

El populismo viene a ser el dopaje de los políticos: la trampa para ganar, el plus de fortaleza fraudulenta. Empezando por el populismo que supone el acusar de populista al competidor: el tramposo que denuncia al fullero. El comediante enmascarado que se escandaliza, en fin, de que sus compañeros de reparto lleven máscara.

(Publicado ayer en prensa.)

viernes, 19 de septiembre de 2014

Ando montando un libro de relatos -un libro tanto anómalo, según sería difícil de explicar aquí- y creo que voy a optar como ilustración de cubierta por este collage que hice hace varios años.



lunes, 15 de septiembre de 2014

COLLAGES

Haciendo una serie de collages (de tijeras y pegamento) para ilustrar el próximo número de Campo de Agramante, la revista de la Fundación Caballero Bonald. (Estará dedicado a Juan García Hortelano, de ahí las recurrencias sesenteras y setenteras.) Van 4 de ellos.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Este collage ("El paraguas universal") lo hice para la poesía reunida de Juan Bonilla, que publicará Visor próximamente.





miércoles, 10 de septiembre de 2014



Ante el espectacular plenilunio de anoche, con esa luna más cercana y sin embargo más misteriosa, tan silenciosamente invasiva, me acordé de aquellos versos de Chesterton que le gustaban mucho a Borges:

Marble like solid moonlight,
gold like a frozen fire...



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lunes, 8 de septiembre de 2014

La primera lluvia huele a desván.

martes, 2 de septiembre de 2014

Extraña -y muy buena- esta película (de 1949) de King Vidor.
Extraña porque, aparte del previsible enredo amoroso, lo que plantea es fundamentalmente un problema de ética estética, por decirlo con una expresión del gusto de J.R.J.


Los conflictos de un arquitecto con la realidad a partir de sus principios estéticos insobornables. Una especie de alegato en favor de la modernidad -que es siempre un concepto provisional y transitorio, porque no puede ser de otra manera.


Todo a partir de las muy discutidas premisas ideológicas de Ayn Rand. 

Y lo más raro de todo: que los productores diesen el visto bueno comercial al producto.


sábado, 23 de agosto de 2014

DEL SABER



El afán de saber, la aspiración al conocimiento, implica en gran parte la nostalgia de un saber imposible, de un conocimiento inabarcable. Implica también una resignación: la de ejercer un mero tanteo en el misterio poliédrico del mundo, empezando por nosotros mismos, ya que, al fin y al cabo, no hay misterio mayor, ni con patrones más inestables, que el de la propia identidad: el misterio de sabernos, de aprendernos y de aceptarnos. El misterio insondable, en definitiva, de nuestra oscilación. 

Quisiéramos tener la capacidad de concebir una metáfora de niveles complejos y a la vez ser capaces de resolver un problema matemático que se desplegase a lo largo de varias pizarras repletas de números y de símbolos, con aspecto de gran pictograma, de jeroglífico sometido a una secuencia perfecta e intransigente con cualquier desorientación. Al fin y al cabo, ambas cosas –la metáfora y el problema matemático- no son asuntos divergentes: tanto una como otra tienen la obligación de sugerir un desarrollo perfecto. Nos gustaría conocer el proceso por el que se fusionan los átomos y ser igualmente capaces de eternizar en un pentagrama la secuencia musical que nos transita por la imaginación –o por donde corresponda- con la fluidez de un pensamiento líquido. Nos gustaría, qué sé yo, ser capaces de construir un mueble con marqueterías de laberintos geométricos y acertar a reducir nuestra conciencia a una norma geométrica que nos permitiese interpretar, valorar y tal vez desentrañar los grandes conceptos: el de la eternidad o el de la nada, el de destino o el del sentido de la muerte, ya sea desde una ilusión de trascendencia o desde el abismo del descreimiento. Todos quisiéramos ser en las horas nocturnas el poeta de estirpe romántica que armoniza en rimas rotundas y con adjetivos contundentes la esencia de nuestra intimidad tormentosa y ser a la vez el astrónomo meticuloso que vigila los cuerpos celestes con la precisión y el celo de un centinela de los cielos.

Es tan complejo y fascinante el mundo, tan minuciosamente inabarcable, tan sobrecogedoramente magnífico, que su comprensión total nos conduciría tal vez no tanto a la sabiduría como a la locura. Afortunadamente quizá, pasamos por él con apenas unos datos, con apenas unas convicciones, con unas habilidades específicas, con una percepción liviana de este milagro inmenso en que nos hemos visto implicados por quién sabe qué cadena prodigiosa de azares.

Esto lo construimos entre todos, desde el que trenza un canasto de mimbre hasta quien elabora una suposición filosófica, desde quien perfora una caña para hacerse un caramillo hasta quien dirige una gran orquesta. Desde quien estudia microorganismos en un laboratorio hasta quien imagina gigantes malintencionados para escribir cuentos que sobrecojan gustosamente la fantasía de los niños.

Y otro verano, en fin, que se nos va.

(Publicado ayer en prensa)

lunes, 11 de agosto de 2014

EL SÁBADO




El sábado es un buen día para quedarse en casa y emprender faenas postergadas desde no sabemos cuándo, aunque latentes en nuestra conciencia igual que remordimientos, ya que los meses pasan con la rapidez de una semana, las semanas con la rapidez de un día y los días con la velocidad de los relámpagos, y de los minutos no merece la pena ni hablar -y no digamos de esos eternos agonizantes: los segundos. 

El sábado es un día idóneo para decirse: “Voy a ordenar los discos por orden alfabético”, o bien: “Voy a arreglar las herramientas”, y entretenerse uno en clasificar los tornillos según su longitud y grosor, y los espiches, y los cáncamos y puntillas, y en limpiar de óxido el martillo, y en darle aceite al serrucho, y similares. 

Hoy es un día inmejorable para remangarse uno y decir: “El trastero”, y meterse en aquella covacha, entre botes de pintura reseca, entre cajas de juguetes ya inútiles y entre flotadores desinflados, y dedicarse a poner en orden las cajas con adornos navideños, los capirotes de penitencia, los sombreros de ala ancha, los disfraces de carnaval, los libros polvorientos del bachillerato, los diplomas de participación en actividades deportivas terrestres o acuáticas, y así sucesivamente, según las aficiones o devociones de cada cual, pues somos una especie animal muy diversificada, al menos en las actividades externas, aunque me temo que esas actividades externas responden a una diversidad inconsolable en cuestiones internas. O puede decidir uno arreglar los armarios para experimentar la sensación de quedarse de piedra al ver esa camisa que, hace apenas dos temporadas, era el último grito y que hoy dan ganas de gritar al verla, o ese jersey ingrato que nos revive una sensación de picor constante, tal vez porque se elaboró con la lana de una oveja sobre la que pesaba una maldición egipcia o algo así, o esa chaqueta que ya no nos cierra.

O puede uno ponerse a ordenar los libros, o el cajón de los cubiertos, o esos altillos de armario en los que escondimos cosas que ya no recordamos siquiera, enseres desterrados de la escenografía doméstica por su inutilidad o por su fealdad.

O puede uno ponerse a ordenar el secreter de la mesilla de noche, donde siempre acaban deambulando pastillas viudas, gemelos de propaganda, el alfiler de corbata que nos regalaron en el banco, un bolígrafo sin tinta y una linterna sin pilas, un par de pañuelos, unas gafas rotas… Al final, llega el domingo –ese día que dedicamos a las tareas agotadoras del ocio- y uno no ha hecho nada de cuanto se propuso el día anterior, como es lógico y natural, pero el sábado –quién puede dudarlo- es un día estupendo para hacer cosas. Y así pasan los sábados. Y así pasa la vida. Con todo por hacer, o casi todo. Asombrados de esta velocidad con que el tiempo nos lleva hacia quién sabe dónde.

(Publicado en prensa el sábado pasado.)

sábado, 19 de julio de 2014

domingo, 6 de julio de 2014

Alguien debería decirles a los responsables de los telediarios que sí, que ya sabemos que en Pamplona se celebra ahora San Fermín, que es el santo que más gora. Que ya sabemos que hay gente que corre delante de los toros y toros que corren detrás de la gente, aunque siempre hay un toro que se rezaga y algún guiri que resulta corneado como detalle de legitimación folclórica. Que ya nos conocemos de memoria el ritual del chupinazo y el de tirarse al vacío desde la fuente Navarrería. Que ya sabemos el color que tiene una camiseta blanca empapada de vino tinto y lo de las muchachas exhibicionistas. Que ya sabemos que hay gente que duerme en la calle o que no duerme. Que sabemos lo de Hemingway, etc. Y, sobre todo, y lo más importante: que no vemos llegar el día en que se cante el "Pobre de mí" para que los telediarios hablen de otra cosa y se asienten nuestros saberes enciclopédicos sobre los sanfermines.

viernes, 4 de julio de 2014

miércoles, 2 de julio de 2014

En la carretera Sanlúcar-Chipiona está representada toda la diversidad paradójica del universo, incluido el yin y el yang: la Venta Gordillo y la Venta el Menuíto.

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martes, 1 de julio de 2014

MODALIDADES



Comoquiera que en España tenemos una experiencia privilegiada en ese particular, la corrupción política va perfeccionándose, ramificándose y estableciendo sus jerarquías específicas. La insistencia acaba dando, en fin, sus frutos, así sean amargos.

En primer lugar estaría, por derecho propio, la corrupción a secas, la corrupción por antonomasia: la que parte de la iniciativa particular de un individuo para corromper de paso, y de rebote, al sistema, que para eso está, pues parece claro que, a estas alturas, casi todo el mundo se ha hecho a la idea de la imposibilidad del desarrollo de las utopías, mientras que las distopías vienen solas. Ese lugar prominente corresponde, según decía, a la corrupción de toda la vida: nuestra corrupción cañí, heredera de los modales propios del bandolero que se lleva el botín a punta de trabuco, aunque, en atención a los tiempos y al espíritu que debe regir las sociedades avanzadas, el trabuco haya sido sustituido por la magia administrativa, ya sea aplicando el arte de la prestidigitación a unos ERE o las mañas del escapismo a los fondos para unos cursos de formación.

Una vez reconocido el predominio y arraigo de esa modalidad, no debemos pasar por alto otros rangos de corrupción que, no por menos vistosos, resultan menos malolientes ni menos honorables. Podría hablarse de vicecorrupciones y de semicorrupciones, por no hacer el catálogo demasiado extenso y que, al final, los corruptos acaben liándose y no sepan con exactitud en qué modalidad se enmarcan sus acciones. 

Una corrupción canónica casi siempre lleva consigo la imagen de una mano extendida, ya sea para coger un sobre o para firmar una recalificación de terrenos, pongamos por caso. Es lo bonito que tienen las corrupciones tradicionales: que todo se hace de un modo artesanal. Una vicecorrupción conlleva, por su parte, una estrategia más sofisticada, como por ejemplo la que implica el hecho de que un gestor público mantenga unos ahorros en Suiza o un fondo de pensiones en Luxemburgo, a salvo de las veleidades del mercado y de los castigos fiscales que ellos mismos imponen a los demás. La semicorrupción tiene unos contornos más difusos, un espectro más diversificado, y no afecta directamente a la cosa de los dineros: es semicorrupto el que tolera y ampara la corrupción, el que practica la corrupción retórica de los discursos engañosos, el que promete en vano, el que adula electoralmente a los débiles para legitimar por vía democrática los privilegios de los poderosos o el que se pone a sueldo de los magnates con el aval de su experiencia en lo público. Por no seguir.
 
 De todas formas, lo peor de la corrupción no es tanto la corrupción misma como las excusas de los corruptos pillados en falta. Ahí entra en juego –“Yo no he sido”- otro tipo de corrupción: la de la inteligencia. Si la hubiere. 

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lunes, 23 de junio de 2014

domingo, 22 de junio de 2014

NEBRASKA

Foto: Después de ver durante los últimos días -un poco a destiempo- algunas películas que me han resultado decepcionantes ("La gran estafa americana" -híbrido de Scorsese y de Mamet-, "El lobo de Walt Street" -un plagio de Scorsese por Scorsese- y "Melancolía" -una de esas habituales idas de pinza de Lars von Trier-), de pronto, "Nebraska", de Alexander Payne. Una historia conmovedora y desoladora, sin azúcares añadidos.
La ridiculez de nuestras fantasías. Nuestra necesidad irrenunciable de esas fantasías. La cadena de fantasías sin fundamento que conforman la vida. Y la rareza de la vejez. Y ese impresionante Bruce Dern. (Y qué fotografía, ¿no?) 

Después de ver durante los últimos días -un poco a destiempo- algunas películas que me han resultado decepcionantes (La gran estafa americana -híbrido de Scorsese y de Mamet-, El lobo de Walt Street -un plagio de Scorsese por Scorsese-, Melancolía -una de esas habituales idas de pinza de Lars von Trier-; Agosto, de J. Wells -con su dramatismo de sal gorda-), de pronto, "Nebraska", de Alexander Payne. Una historia conmovedora y desoladora, sin azúcares añadidos.

La ridiculez de nuestras fantasías. Nuestra necesidad irrenunciable de esas fantasías. La cadena de fantasías sin fundamento que conforman la vida. Y la rareza de la vejez. Y ese impresionante Bruce Dern. (Y qué fotografía, ¿no?)

lunes, 16 de junio de 2014

EL PENSAMIENTO



La presidenta de Argentina, que no se las suele pensar dos veces, ha creado una Secretaría Estratégica del Pensamiento Nacional. A su frente ha puesto nada menos que a un filósofo, cuando lo normal es que los organismos estatales acaben regidos por políticos, que, gracias a una ciencia infusa de condición portátil, lo mismo entienden de agricultura que de sanidad, lo mismo de turismo que de los misterios numéricos de la hacienda pública, pues no se conoce una versatilidad más alardeada que la de los servidores públicos.

            Supone uno que la creación de esa secretaría requirió un debate previo sobre su denominación, ya que, en vez de Secretaría Estratégica del Pensamiento Nacional, bien pudo denominarse Secretaría Nacional del Pensamiento Estratégico, ya que el orden de los factores no alteraría el producto, de por sí bastante exótico.

            La palabra “pensamiento” tiene un problema: que soporta mal la adjetivación. Por sí sola, da una idea de voluntad reflexiva, de afán interpretativo de todas esas realidades que conforman la realidad, de ahondamiento, en fin, en las cosas, tanto en las tangibles como en las abstractas. Pero si se le añade un adjetivo, según decía, la palabra “pensamiento” da mucho que pensar, y casi siempre de regular para abajo.

            No soy quién para inmiscuirme en las políticas foráneas, pero me temo que la posibilidad de que exista un pensamiento nacional específicamente argentino tal vez rebase el ámbito estricto de la filosofía para invadir imprudentemente el del esoterismo, y mejor papel haría al frente de esa Secretaría Estratégica un vidente televisivo que un filósofo, dicho sea menos como reproche que como sugerencia.

            El concepto de “pensamiento nacional” requeriría una aclaración sobre su esencia, a saber: si es algo que existe por encima del pensamiento individual, a modo de entelequia telúrica, por decirlo de alguna manera, o si es algo que se delimita y define estratégicamente desde una secretaría estatal de condición asimismo estratégica. Creo que Ricardo Forster, el filósofo que tiene la encomienda gubernamental de regir el organismo, debería editar antes que nada un folleto con las instrucciones de uso de ese pensamiento nacional, para que la gente no lo confunda con el pensamiento privado, que tiene el defecto endémico de tomar las veredas más insospechadas y de saltarse incluso las fronteras.

            En España vamos por delante de Argentina en cuestiones de pensamiento nacional: hemos logrado imponer desde hace tiempo el pensamiento autonómico, que viene a ser una fórmula de atomización muy práctica, ya que un tarraconense no tiene la obligación de pensar lo mismo que un alicantino ni un pontevedrés tiene que calentarse la cabeza con lo que quiera que piense un malagueño. 

          Aquí el pensamiento va por barrios, como quien dice. Incluso por el Barrio Sésamo.


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