(Publicado ayer en prensa)
Comoquiera que el mundo es un
lugar tan variado como pintoresco, no tiene nada de raro que aparezcan
formaciones políticas que se dediquen no a proponer soluciones para problemas
reales, sino a poner en circulación problemas imaginarios. En política se puede
vivir, en fin, casi de todo, incluida en ese todo la insensatez.
La
propagación de un problema falso puede resultar más efectiva que la de uno
verdadero, pues el problema falso tiene la ventaja de jugar no sólo con la desinformación
de su receptor, sino también con la tendencia natural del receptor a dar
crédito a toda aquella información -preferiblemente simplificada por el
amarillismo- que coincida con sus prejuicios, y ya avisó Voltaire de que el
prejuicio es una opinión sin juicio.
Si a alguien
le dicen, qué sé yo, que, a este paso, acabará obligado a rezar en una mezquita
a causa de esa invasión islámica que se extiende silenciosamente por Europa,
tiene dos opciones básicas: reírse o sonreír, aunque no podemos olvidarnos de
esa tercera opción en la que coincide la información disparatada con el
prejuicio disparatado, pues ahí el asunto asciende al rango de problema
ficticio: reclamar indignadamente el derecho a rezar en la parroquia de su
barrio y no verse obligado a rezar por decreto, y sin zapatos además, en una
mezquita que es posible que no dude en suponer construida con el dinero de sus
impuestos.
Si
nos dicen que los españoles de bien deberían tener derecho a armarse para de
ese modo poder proteger a tiro limpio sus hogares, todos -salvo tal vez los
psicópatas y los sociópatas- nos identificamos con esa calificación de paisanos
“de bien”, de modo que caemos en la cuenta de que vivimos sin una pistola en la
mesilla de noche, irresponsablemente, exponiendo así a nuestra familia y
nuestro patrimonio a la malicia de posibles asaltantes, y nos decimos: “¿Cómo
no he caído antes en la cuenta de mi desprotección?”, y ya hemos creado el
problema, hasta entonces inexistente, del
armamento como elemento de defensa personal, que tantas vidas salva por
ejemplo en EEUU, donde en 2018 apenas hubo unos 40.000 muertos por armas de
fuego, cabe suponer que todos ellos asaltantes de hogares, pues imagina uno que
la gente de bien de allí será la única con acceso a las armas.
Con
sus ocurrencias asombrosas, la derechona valiente desafía ahora a la que
considera la derechita cobarde, que, ante la afrenta, ha decidido
envalentonarse para ponerse a la par en cuanto a derechización, hasta el punto
de que Ciudadanos ha optado por quitarse la máscara del progresismo moderado
para ofrecerse como pez rémora al PP en la posible formación de un futuro
gobierno potencialmente acogido al modelo del pacto andaluz.
Y
así, entre bandazos y chuscadas, se nos pasa la vida, que a veces se nos hace muy
corta y a veces demasiado larga, según el día.
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