lunes, 23 de junio de 2014

domingo, 22 de junio de 2014

NEBRASKA

Foto: Después de ver durante los últimos días -un poco a destiempo- algunas películas que me han resultado decepcionantes ("La gran estafa americana" -híbrido de Scorsese y de Mamet-, "El lobo de Walt Street" -un plagio de Scorsese por Scorsese- y "Melancolía" -una de esas habituales idas de pinza de Lars von Trier-), de pronto, "Nebraska", de Alexander Payne. Una historia conmovedora y desoladora, sin azúcares añadidos.
La ridiculez de nuestras fantasías. Nuestra necesidad irrenunciable de esas fantasías. La cadena de fantasías sin fundamento que conforman la vida. Y la rareza de la vejez. Y ese impresionante Bruce Dern. (Y qué fotografía, ¿no?) 

Después de ver durante los últimos días -un poco a destiempo- algunas películas que me han resultado decepcionantes (La gran estafa americana -híbrido de Scorsese y de Mamet-, El lobo de Walt Street -un plagio de Scorsese por Scorsese-, Melancolía -una de esas habituales idas de pinza de Lars von Trier-; Agosto, de J. Wells -con su dramatismo de sal gorda-), de pronto, "Nebraska", de Alexander Payne. Una historia conmovedora y desoladora, sin azúcares añadidos.

La ridiculez de nuestras fantasías. Nuestra necesidad irrenunciable de esas fantasías. La cadena de fantasías sin fundamento que conforman la vida. Y la rareza de la vejez. Y ese impresionante Bruce Dern. (Y qué fotografía, ¿no?)

lunes, 16 de junio de 2014

EL PENSAMIENTO



La presidenta de Argentina, que no se las suele pensar dos veces, ha creado una Secretaría Estratégica del Pensamiento Nacional. A su frente ha puesto nada menos que a un filósofo, cuando lo normal es que los organismos estatales acaben regidos por políticos, que, gracias a una ciencia infusa de condición portátil, lo mismo entienden de agricultura que de sanidad, lo mismo de turismo que de los misterios numéricos de la hacienda pública, pues no se conoce una versatilidad más alardeada que la de los servidores públicos.

            Supone uno que la creación de esa secretaría requirió un debate previo sobre su denominación, ya que, en vez de Secretaría Estratégica del Pensamiento Nacional, bien pudo denominarse Secretaría Nacional del Pensamiento Estratégico, ya que el orden de los factores no alteraría el producto, de por sí bastante exótico.

            La palabra “pensamiento” tiene un problema: que soporta mal la adjetivación. Por sí sola, da una idea de voluntad reflexiva, de afán interpretativo de todas esas realidades que conforman la realidad, de ahondamiento, en fin, en las cosas, tanto en las tangibles como en las abstractas. Pero si se le añade un adjetivo, según decía, la palabra “pensamiento” da mucho que pensar, y casi siempre de regular para abajo.

            No soy quién para inmiscuirme en las políticas foráneas, pero me temo que la posibilidad de que exista un pensamiento nacional específicamente argentino tal vez rebase el ámbito estricto de la filosofía para invadir imprudentemente el del esoterismo, y mejor papel haría al frente de esa Secretaría Estratégica un vidente televisivo que un filósofo, dicho sea menos como reproche que como sugerencia.

            El concepto de “pensamiento nacional” requeriría una aclaración sobre su esencia, a saber: si es algo que existe por encima del pensamiento individual, a modo de entelequia telúrica, por decirlo de alguna manera, o si es algo que se delimita y define estratégicamente desde una secretaría estatal de condición asimismo estratégica. Creo que Ricardo Forster, el filósofo que tiene la encomienda gubernamental de regir el organismo, debería editar antes que nada un folleto con las instrucciones de uso de ese pensamiento nacional, para que la gente no lo confunda con el pensamiento privado, que tiene el defecto endémico de tomar las veredas más insospechadas y de saltarse incluso las fronteras.

            En España vamos por delante de Argentina en cuestiones de pensamiento nacional: hemos logrado imponer desde hace tiempo el pensamiento autonómico, que viene a ser una fórmula de atomización muy práctica, ya que un tarraconense no tiene la obligación de pensar lo mismo que un alicantino ni un pontevedrés tiene que calentarse la cabeza con lo que quiera que piense un malagueño. 

          Aquí el pensamiento va por barrios, como quien dice. Incluso por el Barrio Sésamo.


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jueves, 5 de junio de 2014

Casi todo consiste en saber que no y a la vez no saberlo.

domingo, 1 de junio de 2014

MODALIDADES DE ATRACO



Un banco puede atracarse desde dentro o desde fuera. La primera opción resulta más barata en lo que se refiere a los materiales (no hay necesidad de comprar armas, antifaces ni bigotes postizos, por ejemplo) y cabe la posibilidad de que también salga más barata a efectos penales, pues lo frecuente es que el atracador endógeno acabe disfrutando de esa benevolencia que los mecanismos estatales aplican a los villanos de guante blanco y de corbata de tono pastel. El atracador exógeno lo tiene, en cambio, más complicado y contingente. Te hartas de hacer planos, te gastas un dineral en pistolas, te vas a un banco y dices: “La pasta”, y la pasta te la dan, como es lógico, ya que los empleados de ventanilla no aspiran generalmente a esa gloria inmortal por la que suspiraban los héroes homéricos, pero igual te pillan antes de que llegues a la calle, y ya estás perdido, colega. Ya la pringaste, chori, porque van a darte mismamente la del pulpo, como si dijéramos. 


Ahora bien, si atracas el banco del que eres directivo, las cosas no sólo se simplifican, sino que se dulcifican lo indecible: si tienes la mala suerte de que te pillen antes de que Dios te llame a su lado, ya sabes: reconoces tu delito, devuelves el botín y no pisas la cárcel, ya que las cárceles están pensadas para otro tipo de gente: para el que roba una motocicleta o para el que trapichea con un kilo de hachís, entre otras bellaquerías de dimensiones similares o incluso más espeluznantes. Si un exdirectivo de Caixa Penedès –por no señalar a nadie en concreto- pisara la cárcel, no sé qué iban a pensar de nosotros no ya en Europa, sino incluso en Ruanda: ¿que somos una sociedad de seres rencorosos, que nos regimos por las leyes monolíticas del Far West, que no respetamos a nadie? 

            Uno se alegra de que los atracadores endógenos de bancos no sean carne de talego, lo que no le impide la comprensión de que esa alegría supone, quieras que no, un agravio comparativo para los atracadores exógenos, que, así reconozcan su culpa, así devuelvan lo robado y así aleguen obnubilación transitoria, acaban de todas todas en el trullo. Y es que la justicia es igual para todos, con la única excepción de que jamás es igual para todos. 


            Si usted está planeando atracar un banco, lo primero que tiene que hacer es procurarse el acceso a la dirección del banco que planee atracar. No cometa la imprudencia de dar el golpe a la manera de los atracadores tradicionales, ya que la modernidad ofrece otra opción no sólo más ventajosa, sino también más distinguida: vaciar la caja desde dentro, sin necesidad de recurrir a la violencia, que es siempre reprochable. Y si tiene la mala suerte de que lo pillen con las manos en la masa o con la masa en Suiza o debajo del colchón, ya sabe: reconozca el delito, asuma la culpa, devuelva la pasta y a vivir, que son dos días mal contados. 


Por raro que resulte –créame-, la cosa cuela. 

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