domingo, 18 de diciembre de 2022

BOLILLÓN PRESIDENCIAL

 (Publicado en prensa)



Comoquiera que se negó a que le hicieran un análisis toxicológico tras su detención, el flamante expresidente peruano ha añadido un misterio insondable a la mecánica del mundo: ¿qué droga es esa que hace que leas un texto ajeno como si fuese propio, sin saber lo que dices, como un loro parlante de juguete, y que te lleva además a disolver el parlamento de tu país? Una droga dura, desde luego. La única certeza que tenemos sobre ella es que es líquida o, al menos, soluble, ya que los defensores del mandatario destituido afirman que alguien se la administró en un vaso de agua, aunque cabe la posibilidad de que el agua en cuestión proviniera de un manantial lisérgico controlado por unos demonios amazónicos que se apoderan así de la voluntad de los mandatarios incautos, porque con estas cosas nunca se sabe, y episodios aún más prodigiosos nos han brindado los novelistas del llamado realismo mágico.

Por lo general, al consumidor de drogas le da por escuchar a Pink Floyd o por ver conejos y palomas de colores, pero al expresidente le dio, en cambio, por disolver el parlamento, como ha quedado dicho. Y es que un mal viaje lo tiene cualquiera: te da el punto de mandar a casa a todos los parlamentarios de tu país y resulta que acabas en la trena con tu homólogo Fujimori. Los riesgos de la vida loca, como si dijésemos.

         He buscado en los libros de Jünger, de Escohotado y de Schivelbusch la descripción de alguna sustancia que conduzca a esos extremos delirantes de colocón, pero no he encontrado nada que se ajuste a los efectos padecidos –porque disfrutados me temo que no tanto- por el expresidente de Perú.

         Y piensa uno, no sé, que esa droga misteriosa puede convertirse en una gran aliada de la clase política universal. Por ejemplo: te pillan prevaricando o malversando y lo achacas a la droga que te echaron en ese vaso de agua que les ponen a los parlamentarios cuando suben al estrado para que puedan exponer con la lengua hidratada una solución expeditiva para los problemas del país. Sería un eximente inmejorable, y se oirían por los pasillos de los parlamentos conversaciones de este tipo: “¿Has bebido agua antes de defender la enmienda a la ley?”, y el otro le respondería: “Un par de sorbos. Por precaución. Aparte de eso, si no me drogan es que ni yo mismo me creo lo que digo”.

         Como es lógico, habría que convocar una plaza de camello parlamentario, para que lo que se vierta en los vasos de sus señorías esté sometido a un control de calidad, porque igual te dan material adulterado y se te ocurre ponerte a bailar bachata con los de la oposición, o lo que sea, y es ya lo que nos faltaba.

         El expresidente peruano ha abierto, en fin, un camino.


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1 comentario:

Anónimo dijo...

Eso, sin hablar de los que confunden el botón. Le dan al sí en vez de al no, y la lían.
Por si acaso, yo no quise ser parlamentario.