miércoles, 21 de julio de 2021

CONSPIRANOICIONES

 


(Las elecubraciones de mis conspiranoicos antes de la comercialización de las vacunas.)


         (...) Por si fuese poco, ayer saltó la noticia de que Rusia dispone ya de una vacuna contra este famoso y controvertido coronavirus.

El presidente Putin ha proclamado a los cuatro vientos siberianos que ha vacunado a su hija y que todo ha ido bien. De ser cierta esa temeridad, sólo cabe cruzar los dedos para que la muchacha sobreviva a ese envenenamiento celular de efecto impredecible y que tanto su ADN como su ARN no le monten por dentro del organismo un aquelarre biológico degenerativo.

Pero lo peor no es eso, aun siendo bastante malo, en especial para la muchacha en cuestión, sino la evidencia de que en el fondo todo se reduce a una guerra comercial y a la vez a una guerra de vanidad: Putin se ha adelantado a Bill Gates, y eso es algo que el americano de Seattle –conociéndolo como le conocemos- no va a pasar por alto.

Su reacción puede ser tan enérgica como imprevisible.

Estamos en el momento, en definitiva, del gran choque de los grandes egos.

Y esos choques, según nos enseña la Historia Universal, son los que acaban resquebrajando, como quien no quiera la cosa, el mundo: todas las grandes guerras son, en esencia, guerras entre grandes egos, no entre países, porque a ver qué le importaba a un campesino polaco que lo esclavizara un paisano suyo o un alemán.

       Pero lo raro es que China no haya patentado aún una vacuna (incluso Cuba, donde no disponen ni de aspirinas, anuncia tener la suya en fase avanzada), en especial si consideramos que todos los indicios apuntan a que ellos son los propagadores estratégicos del virus, de modo que la creación de la vacuna hubo de ser paralela, como es lógico y prudente  a todos los niveles estatales, y como ha quedado dicho en razonamientos anteriores, a la del virus en cuestión.

       “¿A qué espera China?”, se pregunta, atónito, el orbe, concienzado ya de su dependencia sanitaria del gigante asiático, que no ha contaminado el mundo con este virus para vendernos más unidades de esos gatitos dorados que hacen el saludo comunista, aunque en realidad son felinos japoneses, sino para que nos veamos obligados a comprarles lo que quiera que sea que les echen a unos recipientes etiquetados como VACUNA UNIVERSAL, cuando todo el mundo sabe que el funcionamiento biomolecular de un chino –ADN, etcétera- no es igual que el de un indígena sudamericano, de modo que lo que a uno puede matarlo al otro puede dejarlo medio muerto.

       ¿A qué espera, sí, el susodicho gigante asiático -donde la altura media de la población es de 1,65 centímetros?

Pues casi con toda probabilidad a que las demás vacunas resulten fallidas y, una vez reconocido ese fracaso por todos los gobiernos del mapamundi, con el coste de humillación patriótica que eso conllevará, los chinos puedan comercializar la suya a precio de joya, como el pueblo oportunista y codicioso que es, lo que hará que el PIB amarillo se dispare como un cohete, mientras que la economía del mundo civilizado se hundirá como un topo.


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1 comentario:

Anónimo dijo...

Putin tras meses de secretismo ha dicho que se puso la sputnik pero no se lo cree nadie, es un acto de fe pensar que un gran conspirador como él se ponga la vacuna.En Cuba mucho lirili y poco lerele , no parece que la vacuna llamada soberana haya hecho los milagros prometidos .
Por otro lado Miguel Bosé ha resucitado con mucha fuerza , y se le ve muy seguro desde que tiene de aliado al prestigioso curandero Pimies, parece que el conspiracionismo está en auge, y ahí están los cohetes de Bezzos, Branson y Musk para recordarnos que los humanos somos soñadores y surrealistas y/o conspiranoicos si se da la ocasión