(Publicado en prensa)
El plagio brasileño del asalto al
Capitolio de EEUU tenía un componente épico: esas hordas que lucían mayoritariamente
la camiseta de su selección nacional de fútbol, supongo que como metáfora del
gol que pretendían marcarle no ya al presidente Lula, sino a otras cosas un
poco más abstractas: a la democracia, a la civilización e incluso me atrevería
decir que a la salud mental. Si tu héroe político es Bolsonaro y resulta que
pierde las elecciones, no te queda otro remedio que ponerte a romper cosas,
cosas públicas, cosas simbólicamente significativas de la nación; es decir,
cosas que también son tuyas, pero como si no lo fuesen, porque la barbarie es
desinteresada: su único interés consiste en destruir. Mientras tanto, Bolsonaro
se curaba en EEUU de una dolencia abdominal, provocada sin duda por el
resultado de las últimas elecciones, que, cuando son malos, suelen traer eso:
retortijones agudos, que se agravan cuando el que los padece se dedica a pensar
con las tripas.
Aquí,
mientras tanto, andamos entretenidos con otras cuestiones. Por ejemplo: la
secretaria de Estado de Igualdad está viviendo un calvario mediático por hacerse
la graciosa en una tertulia televisiva, víctima de la confusión de manifestarse
en un medio de repercusión pública no como la secretaria de Estado que es, sino
con el mismo desparpajo con que podría comportarse en una despedida de soltera.
Tras recurrir al viejo truco de fingirse la víctima de un complot, ha pedido
disculpas, de modo que el universo ha recobrado la armonía.
…O
tal vez no tanto: ahí tenemos al vicepresidente castellanoleonés con lo del
latido fetal y las ecografías en 4D como método nigromántico para que las
mujeres que han decidido abortar desistan de pecar contra Dios, que es una de
las funciones principales de un político del siglo XXI: procurar que el
porcentaje más bajo posible de la
ciudadanía acabe tras la muerte en el infierno. No sé qué opinarán ustedes,
pero eso de disfrutar de un gobernante retromedieval tiene su gracia y su
exotismo, y no sería desdeñable la idea de que cada ayuntamiento contase con
una Delegación de Edad Media y Reconquista.
Pero,
de repente, todo ha quedado oscurecido por la canción que Shakira ha dedicado a
su exnovio futbolista. Ahí se ha abierto el Gran Debate: ¿se trata de una
actitud ortodoxamente feminista de empoderamiento, de una rabieta de índole
choni o bien de una muestra populachera de despecho? Hay diversidad de
opiniones, como pasa con todo. Sea una cosa u otra, el desahogo le ha generado
ya 21 millones de dólares. Por raro que parezca, es una buena noticia para
todos los españoles: así podría pagar, sin que le doliese mucho el bolsillo,
los 14.5 millones que Hacienda le reclama, y no por despecho, sino por presunto
fraude fiscal.
Vamos bien.
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