lunes, 21 de enero de 2019

LO VENIDERO



(Publicado el sábado en prensa)


Acabamos de dejar atrás un año de rumbo incierto y entramos en un año que promete incertidumbres, de modo que lo más probable es que sigamos por el estilo, salvo que todo decida ir a peor, pues con las cosas de la realidad nunca se sabe… y casi mejor no saberlo hasta que no quede más remedio que darse por enterado. 

El gobierno central sigue en precario y en vilo, con un presidente convertido no ya sólo en un habilidoso funambulista, sino también en un crupier bondadoso que procura repartir las cartas equitativamente entre quienes lo auparon a la presidencia para que no le dinamiten en cualquier momento el podio y lo sometan de nuevo a la incertidumbre no tanto de las urnas de la nación como a la incertidumbre maquiavélica de las urnas de Ferraz. Como no podía ser de otra manera, la política-ficción catalana seguirá vertebrando la realidad común, y no dejan de resultar enternecedores los intentos del gobierno de Sánchez de contentar a quienes no tienen contento posible más allá de sus pretensiones innegociables, pues difícil resulta que quien aspira al disfrute del paraíso terrenal se conforme con que le den dinero para mejorar unas cuantas carreteras o con que le regalen un estatuto inaceptable para una nación oprimida. Por ahí el Waterloo está más que cantado… para ambas partes, por mucho que la música de piano la ponga el señor Puigdemont, ya sea en su calidad de fugado o de exiliado, que eso depende del cristal con que se mire: el de las gafas de Borrell, pongamos por caso, o el de las de Torra, por no meter en esto el cristal de las bolas de los videntes, a los que por cierto es muy aficionado –según dicen quienes saben- el exmuy exhonorable exseñor Pujol, padre de su patria e hijo adoptivo de la banca andorrana.

De aquí a poco, el gobierno tendrá que hacer frente a promesas difíciles, y, sin ir más lejos, ya tiene ahí a los sindicatos desenterrando el hacha de guerra, porque los sindicatos no se inventaron para formar orquestas especializadas en valses vieneses. En cuanto a la política en su vertiente gore, parece ser que la exhumación de Franco va a llegar un poco más tarde que el entierro de la sardina. La realidad, en suma, y el deseo.

En Andalucía, por su parte, andamos muy entretenidos. Gracias a la expansión de la escuela filosófica del cuñadismo y del debate socrático de barra de bar, los cruzados de VOX van a tener un papel decisivo en el arbitraje parlamentario, de modo que dispondremos de unos árbitros que están más necesitados que nadie de arbitraje, en el caso optimista de que tal cosa sea posible, sobre todo si deciden acudir al parlamento a caballo y no en coche oficial.

No sé, se supone que la incertidumbre agudiza el pensamiento. Pero eso –como todo- depende, ¿verdad? También está el cansancio. El ya vale. El venga ya.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...


¡Pues ya está! como diría aquel que nadie sabe quién es, pero todos parece que conocemos.

(Para romperse la camisa su artículo!. ¿Dónde se puede aprender a escribir así? (igual, no, claro, al menos, parecido?)

Joaquín Úbeda dijo...

Una incertidumbre que me temo durará algun que otro año mas. Un placer leer tu reflexión.