domingo, 28 de enero de 2024

LLUVIA Y VIRUS

(Publicado en prensa)



Hace unos días fuimos testigos en mi pueblo de un fenómeno meteorológico extremo: llovió un poco. Extremo por lo exótico, claro está, no por lo abundante de las precipitaciones, que resultaron modestas, sin incidencia apenas en los pantanos resecos de la comarca. Casi no nos acordábamos ya de la lluvia, que, según supuso Borges en un poema, “es una cosa que sin duda sucede en el pasado”. Y tanto. Se acuerda uno, por ejemplo, de aquella época feliz en que no iba al colegio durante dos o tres días porque no paraba de llover y los impermeables y las botas de agua eran complementos que no evitaban el empapamiento y su consecuente resfriado. Pero aquello ya pasó: hoy en día, resulta más probable que a los niños no los manden al colegio por una ola de calor en mayo que por un chaparrón en enero.

         Según una creencia popular, la lluvia “arrastra” los virus. Los científicos opinan otra cosa, con arreglo a la libertad de expresión, pero hay que tener en cuenta que ellos solo ven los virus en un laboratorio y no están al tanto del comportamiento de los virus callejeros, de modo que seamos prudentes, porque a saber quién tiene la razón en la controversia.

       El caso es que, en esos días en que llovió un poco, estuve durante un rato asomado a una ventana para disfrutar del espectáculo. En una de esas, conseguí ver cómo una gota de lluvia se estampaba en el cogote de un virus lo suficientemente gordo como para apreciarse a simple vista. No sé de qué familia era el patógeno, pero su aspecto resultaba preocupante, parecido al zurrón de una castaña en versión ultragaláctica, de un color verde fosforito. Tras recibir el impacto, el virus se estrelló contra el acerado y me dije: “Se ha matao”. Vi cómo la corriente lo arrastraba hacia un husillo y me dije entonces: “Uno menos”. Pero luego caí en la cuenta de que las aguas pluviales se canalizan aquí a través de unas cañerías que desembocan en un embalse que se utiliza para el riego agrícola y el baldeo de las calles. En ese instante me preocupé: “¿Y si el virus está simplemente atontado y regresa adherido a una lechuga, pongamos por caso, o vuelve al mismo sitio, como las palomas mensajeras, cuando los operarios municipales de limpieza baldeen mi calle?”.  

    Porque lo de los virus es como lo de los fervores independentistas: te haces a la idea de que a sus profetas se les ha pasado la ventolera, pero la ventolera vuelve con más ímpetu, así les des, para apaciguarlos, el oro y el moro. (Bueno, el moro no tanto). Y es que los virus también necesitan una patria, como cualquiera. Y su patria somos nosotros, por mucho que procuremos independizarnos de los virus. O yo qué sé.


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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Las bacterias y virus se desarrollan en los rios y causa gran mortandad , como se vio en un triatlón en Escocia y en otros rios europeos y españoles este verano , luego están los virus del permafrost que al derretirse los libera y ya veremos cómo nos afecta .
Yo soy ya virufobico , como Howard Hughes pero en pringao, incluso tengo una teoría propia de cual será el próximo virus , me baso en datos históricos, ahora vino la gripe A junto a Covid, pero el influenza de la gripe española derivó en US en la terrible escarlatina , de hecho cuando yo era niño existía, eran los años 20 y con la ley seca habia muchos boliches y como el alcohol era malo se escupía mucho , el tabaco no tenía filtro , entonces en los club había escupideras de metal para que la gente no escupiera en el suelo de los locales , la escarlatina era imparable ( sobre todo en Chicago y ciudades grandes ) , entonces a un ser de luz , un político precisamente de Chicago se le ocurrió que las escupideras propagaban la escarlatina y quitaron todas las escupideras y se paró la apocalíptica epidemia , yo recuerdo que de niño se escupía mucho , entonces no había pañuelos de celulosa ( por cierto nadie habla de cómo subió la celulosa ) y no ibas a escupir en tu pañuelo de tela y meter el virus en el bolsillo y lavar el pañuelo todos los días, pensando el porqué ya no se no escupe tanto me forje esta teoría sobre virus , escupideras y pañuelos de celulosa , que lo mejor de todo es que aunque parezca un poco surrealista esta basada en hechos históricos.
Donde yo vivo llueve mucho , pero no nevó suficiente para mantener la estación de esquí y no lleno ni mucho menos el pantano , y el agua del Ebro tiene que llegar a Cataluña , la situación de Andalucia es de gran catástrofe hídrica y preocupa ya que podría ser el canto del cisne del turismo , previo control de agua en hoteles ,pisos turístico , y en regadíos que pueden colapsar pueblos de Andalucia y el Mediterraneo

Anónimo dijo...

Lo que dices de Birges es muy bonito,hace días escuché a un joven cantante de rock decir : la verdad está en el verso , es de las mejores frases que escuché en mi vida ,no de su nombre pero su grupo es Arde Bogota , no los conocía pero escuché una canción y llamé al vendedor.
En la pandemia todos los días hacia críticas de un poema y escribía hayku que sorprendían mucho , en toda poesía hay verdad , la misma verdad tiene Vicente Huidobro que Nicanor Parra por poner dos antagonistas de un carácter que ya se perdió, de hecho Buñuel se compró una pistola clandestinamente en Paris y como era muy listo denunció en comisaría una carta que le envió Vicente amenazándome de muerte porque tenía mucho miedo y estaba dispuesto a matar a Vicente que amenazó con rajarlo, y todo porque Buñuel se había reído de un pequeñín amigo de Huidobro , cuando les la poesía de VH te das cuenta que las precauciones de Buñuel estaban justificadas , esta historia se la lei a Max Aub un súper escritor. Por otro lado Nicanor es el poeta más exuberante, transgresor y potente que conozco , admiro mucho a los escritores chilenos, el libro de " los escritores nazis de América " es lo mejor que lei este siglo junto a los poetas de la pandemia , Bolaños es Borges , es Cervantes , es Kafka pero también llevaba dentro un Machado y un Miguel Hernandez
La verdad está en el verso .