Esta película de 1933, dirigida por Wesley Ruggles, con guion -al menos en parte- de Mae West, resulta fascinante por lo que tiene de disparate casi del todo involuntario.
A sus 40 años, la divertidísima y narcisista Mae West se adjudica el papel de
adolescente fatal, de flapper, de sex symbol irresistible, de perdición de los hombres, que
con solo verla caen fulminados ante el esplendor rubio de su belleza. (Como
dato curioso, creo que ella inventa en esta película los andares
característicos de los vacilones de Harlem.)
Mae West está absurdamente grandiosa, en
fin, en un papel del todo absurdo.
Por su parte, Cary Grant, que por
entonces tenía 29 años, pasa las fatiguitas de la muerte para meterse en el
papel de enamorado rendido de la diva.
Una cautivadora majadería kitsch, en
definitiva, de cabo a rabo.
(En FILMIN. También disponible en
Youtube.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario