Hay quienes se preguntan, con una
perplejidad comprensible, por qué el gobierno permite que abran los estancos
–justo cuando estamos bajo la amenaza de un virus que ataca los pulmones- y no
las ferreterías o las librerías, entre otros comercios igual de saludables. No
hace falta decir que quienes se hacen esa pregunta no son fumadores, ya que un
no fumador y un fumador son dos subespecies humanas con un entramado nervioso
del todo diferente: encerremos a un no fumador en una habitación cargada de
humo de tabaco y, al instante, entrará en coma, al menos en coma psicológico,
aunque por fortuna reversible; encerremos en cambio a un fumador en su casa sin
un paquete de cigarrillos a mano y lo pondremos al borde de un infarto cerebral.
Un
ateo y un creyente pueden armonizar sus cosmovisiones antagónicas. Un comunista
de la vieja escuela y un neoliberal de última generación pueden firmar un
acuerdo sindical. Un aficionado al fútbol puede mantener una conversación de
asunto deportivo con un jugador de petanca. Pero no esperemos que un no fumador
entienda el funcionamiento neurológico de un fumador, y viceversa.
Tabaco
aparte, en la política viene a pasar lo mismo que en las religiones: que los
dioses de cada cual no sólo son entes irrefutablemente verdaderos, sino que
además son los únicos verdaderos. Si se produce un maremoto, pongamos por caso,
todos los políticos estarán más o menos de acuerdo en lo principal: en la
evidencia del maremoto, pero ni el gobernante reconocerá sus posibles errores
en la gestión de la catástrofe ni el opositor reconocerá los posibles aciertos
de la gestión del gobernante, entre otras razones porque la clase política
lleva ese defecto de fábrica: el maremoto mental, de manera que el maremoto en
sí pasa a ser un asunto secundario para ascender al grado de controversia
partidista, que es sin duda lo mejor que puede pasarle a un maremoto.
En estos días,
las polémicas entre políticos suenan más que nunca a coloquio bizantino o a
concilio de teólogos, ya que debaten sobre un problema de momento irresoluble y
que, además, sólo pueden resolver los científicos, no ellos. ¿Puede criticarse
la gestión de ese problema? Sin duda, pero el problema en sí es que el problema
seguirá siendo un problema por muchas soluciones políticas que se le quieran
dar. ¿Se puede acusar al gobierno de improvisación? Sí, pero a ver qué
gobierno, fuese el que fuese, no se vería obligado a improvisar frente a un
problema que presenta escenarios cambiantes e imprevisibles.
Nuestros
políticos han tenido la ocasión de exhibir algo que hasta ahora se limitaba a
ser un concepto difuso y un adorno retórico: el célebre "sentido de
Estado". Muy lejos de eso, algunos están exhibiendo lo habitual: la falta
de sentido del ridículo.
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4 comentarios:
Ya tendremos tiempo de analizar en profundidad los errores de este gobierno (tanto a nivel central como autonómico). Cierto es que no se puede hablar del gobierno como un todo. Hay alcaldes que se están partiendo el lomo por ayudar a sus vecinos. Otros no tanto.
Lo que no entiendo es su artículo. ¿Qué es lo que pretende? ¿Intenta quizá justificar que un gestor se limita a apuntar a técnicos y expertos y que son estos en definitiva los que siempre son responsables?
Espero que no.
Evidentemente hay una componente científica y tecnológica ante cualquier adversidad. Pero es precisamente cuando existe un problema cuando el rol del ííder o gestor es más determinante aún. Solo mediante una correcta sucesión de decisiones se puede atajar en menor o mayor medida el impacto de una tragedia.
¡Y de eso se trata!
No es cuestión de si la pandemia la puede resolver o curar el gobierno.
Es cuestión de si ha estado y sigue estando "fino" en la atenuación del impacto de la pandemia.
En mi opinión, la gestión del gobierno central y las comunidades autónomas está siendo muy deficiente.
No voy a entrar mucho en detalle - solo hay que comparar cifras macro con cualquier otro país. Somos líderes en cotagios y muertos y sin embargo la población sigue sin medios y sin tests adecuados.
Respuesta lenta, pobre y tardía de los gestores.
Sí, es muy criticable y me parece muy deplorable su tono casi complaciente con el gobierno, aludiendo además a que otros lo habría hecho más o menos igual. ¿Tiene Ud. una bola de cristal o es capaz de navegar por los multiversos y ve algo que no vemos?
No suelo conversar con anónimos, pero haré una excepción.
No sé cómo ha deducido vd. eso de mi artículo, de modo que barajo dos hipótesis: a) que vd. lo ha interpretado a su manera o que yo no he sabido expresarme. O tal vez ambas cosas, no sé.
Dice bien lo que dice -a mi parecer-en su artículo, amigo Benítez ( permítame que te llame así. No nos conocemos, esto lo achaco a que estamos confinados en universos paralelos por nacimiento, aunque la distancia en km. no sea excesiva), me parece lleno de sentido común (don este excesivamente huidizo), inteligencia (qué le voy a decir que no sepas) e imparcialidad (ni te cuento). Pero pasa que nunca es bastante reunir estas cualidades si no coinciden con las ajenas.
Amigo Benítez, como siempre ha sido un placer leerle.
(Privilegio también.)
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