domingo, 20 de marzo de 2016

DESDE SU YO



(Publicado ayer en prensa)
  
Para postularse como presidente de un país hay que tener un concepto muy alto de uno mismo. También cabe la posibilidad de que se tenga un concepto muy bajo del país, aunque eso suele mantenerse en secreto. En la valoración positiva de uno mismo hay grados, como en casi todo: desde la simple autoestima hasta la compleja egolatría, que viene a ser algo así como la interpretación barroca y sinfónica del yo, pasando por todos los matices que se nos ocurran, que sin duda no serán escasos. Por ejemplo, cuando Pablo Iglesias concedió una entrevista televisiva en su casa y recibió con la melena suelta a la periodista, le dijo: “Muy poca gente me ha visto con el pelo suelto. Eres una privilegiada”, y ahí delató más cosas de la cuenta. Desde entonces, ha concedido al país otros privilegios; entre ellos, el de desmelenarse simbólicamente en el Congreso para tildar de asesino al expresidente González o el de brindar al tendido de sol un Gobierno mixto con el PSOE a espaldas del PSOE. Y es que, cuando el ego se amplifica y se desata, ni siquiera el gestor del ego acierta a controlarlo, al ser su registro natural el del énfasis y la demasía, con los riesgos que conlleva esa acentuación orgullosa de la identidad.

            Hace unos días, Iglesias difundió una carta abierta, de entonación apostólica, a los militantes de Podemos. Su reclamo resultaba tan desconcertante como prometedor: “Defender la belleza”, que parece el lema de un certamen de Miss Universo o el título de la proclama estética de un poeta del romanticismo británico. En esa carta pastoral en versión laica se nos revela la condición de esa “belleza”, a saber: “Ninguna formación cuenta hoy con el tesoro con el que cuenta Podemos: la ilusión por la belleza de lo que estamos construyendo”. No sabe uno si la aplicación del concepto de “belleza” a un proyecto político resulta adecuada. Posiblemente no, pero, en su carta de tono henchido y a la vez delicuescente, Iglesias tiene el arrojo –sin duda involuntario- de incorporar a la política un componente inédito: la cursilería, que es un defecto que los cursis suelen considerar una virtud. Bien es verdad que algunos políticos nacionalistas tienden a adornar su discurso con elementos líricos referidos a la patria oprimida, a las emanaciones telúricas y todo eso, pero la cursilería, ya digo, puede considerarse una innovación, y les confieso que no me parece mal: el cursi puede mentir, pero nunca engaña, sobre todo si, como es el caso, acierta a contrapesar sus empalagos con una actitud de visionario iracundo. 

No puede uno saber si esa especie de bipolaridad responde a una personalidad compleja o a una personalidad calculada, pero, en cualquier caso, tanto da: la suya es la antigua fórmula del mesías que promete paraísos a la vez que amenaza con infiernos, que promueve mensajes edulcorados a la vez que chasquea el látigo para expulsar del templo a los mercaderes, sin la excepción –si se tercia- de sus correligionarios. Y es que hay algo de líder religioso en este líder político, y de ahí tal vez buena parte de su éxito, basado en el prestigio irracional de la promesa de una redención comunitaria de carácter expeditivo, sin renunciar siquiera a arrogarse el mayor martirio de todos los posibles: “En la historia reciente de España, jamás una fuerza política recibió tantos ataques”, que es algo que no sólo desmentirían las hemerotecas, sino también otros factores más abstractos: la lógica, la verdad y el sentido común.

            Hay demócratas peligrosos que consideran un peligro democrático a Iglesias y a los suyos. No. Qué disparate. El peligro sería que la sugestión colectiva, que de por sí puede ser bastante voluble, cayese del lado de la extrema derecha, que también promete paraísos, normalmente –y ahí está lo peligroso- sobre las ruinas de los paraísos frustrados. 
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2 comentarios:

Silvio SALVATICO dijo...

Gracias a Podemos no hay jaris en las calles, y se ha frenado la corrupción de forma espectacular, estoy seguro propiciaran la presidencia a Sanchez, el país está destinado a ser ingobernable y el camino se hace al andar, Audacia es el juego, Robert Stack y Tony Franciosa,

Teresa dijo...

Pues sí, mesiánico, con ramalazos totalitarios,y encima cursi. ¡Que Panorama desde el puente!,sin Raf Vallone ni Jean Sorel.