domingo, 24 de noviembre de 2019

INOCENCIAS CULPABLES



(Publicado ayer en prensa.)


 La sentencia de los ERE ha supuesto una prueba de presión moral para el PSOE. ¿Cómo ha salido de esa prueba? Me arriesgo a sospechar que bastante quebrantado, precisamente por su empeño en salir incólume. Lo tenía fácil: asumir un capítulo deshonroso de su historia con la dignidad de quien agacha la cabeza cuando entiende que debe agacharla. Lejos de esa asunción, ha optado por sacar pecho: la corrupción es cosa de otros.

          Ante un delito palmario caben muchas excusas, pero pocos argumentos. Excusas hemos oído muchas. También algunos argumentos, invariablemente exculpatorios: la defensa de la inocencia a pesar de la evidencia.  

            La estrategia no está siendo buena ni mala, sino ineficiente, aparte de destructiva para el propio PSOE, obstinado en establecer jerarquías en torno a la corrupción: si viene del adversario, intolerable; si viene de dentro, discutible, sin entender que la gestión de lo público no siempre se corresponde con los anhelos ideológicos con respecto a lo público, ya que la responsabilidad de tramitar esos anhelos recae a veces en personas que anhelan cosas muy alejadas de cualquier principio ideológico, por aquello de que la prosperidad bien entendida empieza por uno mismo.

            En la defensa de lo indefendible creo que se lleva la palma de la sofística el ministro en funciones Ábalos: “No es un caso del PSOE, sino de antiguos responsables públicos de la Junta de Andalucía”. Un razonamiento que daría risa si no diese vergüenza ajena, no sólo por lo que tiene de mezquindad, sino también por lo que tiene de negación infantil de una realidad de apariencia innegable. En el capítulo de las ocurrencias prodigiosas, tenemos la propuesta de Pérez Royo, catedrático de Derecho Constitucional: que los condenados por prevaricación se querellen contra los jueces por prevaricación, con el argumento de que “el presidente de un gobierno autónomo no tiene capacidad para prevaricar”, desde la suposición –imagino- de que los presidentes se limitan a cortar cintas en las inauguraciones y a declamar el discurso navideño. El siempre locuaz Bono, por su parte, ha culpado del delito a la jueza instructora: más presos políticos.

      Según era previsible, algunos partidos de la competencia (Unidas Podemos se ha mantenido en una actitud forzosa de mansedumbre, al menos coyuntural) se han apresurado a reclamar la dimisión de Sánchez, por el efecto salpicadura, con lo cual se han equiparado en insensatez política a quienes procuran exonerarse de un problema interno. (Con arreglo a la lógica de los anacronismos, si Sánchez tiene que dimitir por la condena a dos expresidentes autonómicos de su partido, Casado tendría que disolver el suyo por la condena a muerte de Grimau que no conmutó un consejo de ministros franquistas del que formaba parte Fraga, pongamos por caso.)

         Tiempos revueltos, como casi todos. Tiempos desalentadores. Si la izquierda se resiste a asumir sus errores concretos de gestión, caerá en la contradicción generalizada de su discurso. Y, sobre todo, algunos deberían comprender que un entramado criminal no puede convertirse –como ha sugerido el muy tremebundo Guerrero- en el cuento de Robin Hood: un gobierno que robaba al gobierno para socorrer a los parias de la tierra, en especial a los de la Sierra Norte sevillana. 

Por ahí no.

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viernes, 22 de noviembre de 2019

En EL MUNDO escribo sobre la teleserie israelí OUR BOYS y sobre la nueva temporada de la italiana GOMORRA

 https://www.elmundo.es/cultura/laesferadepapel/2019/11/22/5dcbf282fc6c830e648b4642.html

domingo, 17 de noviembre de 2019

EL MANTENIMIENTO DEL PRESTIGIO


Hace frío y, por esas espirales raras de la memoria, me acuerdo de aquel chaval de aquí del pueblo -creo que murió- que, allá por la década de1990, iba en camiseta durante todo el año, desdeñoso de cualquier prenda de abrigo, lo que le daba un prestigio imprecisable entre el vecindario y, muy especialmente, entre sus colegas de afición al heavy metal.
Era pintor y un día de frío siberiano estaba él en el andamio pintando una fachada.
Pasó uno por allí:
-¿No tienes frío?
-¡No voy a tenerlo! Pero ¿qué puedo hacer ya?

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sábado, 16 de noviembre de 2019

COLLAGES

El entusiasta Luis Bernal, de Interrogante Editorial, ha querido montar una exposición virtual de estos divertimentos míos de tijera y pegamento.
Bueno, en fin, aquí el enlace: 

viernes, 15 de noviembre de 2019

JOAN MARGARIT

En El Mundo, mi artículo de urgencia sobre Joan Margarit.

 https://www.elmundo.es/cultura/literatura/2019/11/15/5dcd995bfdddff299a8b46c8.html


Cádiz, pionera constitucional y también del piercing.

 

domingo, 10 de noviembre de 2019

Esta mañana el mercadillo de Cádiz tenía un ambiente muy politológico: el chamarilero que proclamaba su deseo de que Franco resucite, el viejo marxista que explicaba al joven librero de viejo la deriva suicida del capitalismo, el buhonero que pronosticaba que al final Rivera se aliará con... Etc.

En medio de esos debates, esta especie de bodegón cubista casual. Para trasladarlo tal cual al MOMA, con un título del tipo "Spanish Musical Frames/ Labyrinth 2"

Y ya.

sábado, 9 de noviembre de 2019

MAÑANA MISMO

(Publicado hoy en prensa)



Las profecías suelen resultar imprudentes, pero a veces, por mucho que uno pretenda esquivar la tentación de hacerlas, acaban siendo inevitables. Sin ir más lejos, hoy, jornada -en teoría- de reflexión, andamos todos profetizando más que reflexionando, con la aprensión de que nos hayan dado muchas vueltas para acabar en el punto de partida. Es decir, ante la posibilidad de un nuevo gobierno tan imposible como el anterior.


            Igual nos equivocamos, con la peculiaridad de que, al menos por esta vez, los pesimistas mantenemos la esperanza de equivocarnos. Pero igual acertamos, que es la condena que arrastramos los agoreros. Mañana saldremos de dudas, aunque me temo que los resultados no harán sino agrandar la incertidumbre que padecemos desde hace meses: un país en el que un gobierno en funciones ha intentado aparentar ser un gobierno de ilusiones, cuando en cualquier caso ha sido más bien un gobierno de ilusionismo, en parte por hallarse tercamente en minoría y en parte por verse obligado a bandearse con unos presupuestos heredados. 


            Como no hace falta decir, los culpables de la eventual dispersión del voto y de la previsible abstención seremos los votantes, no los votados, por ese principio que han establecido los políticos según el cual no son ellos quienes se equivocan, sino los que ejercemos equivocadamente nuestro derecho a votar. Bien, vale así: alguien tiene que cargar con la culpa, y mejor cuanto más repartida. En esto, al fin y al cabo, cada cual hace lo que puede: ellos prometen milagros dispares y nosotros optamos por la suspensión temporal de la incredulidad y nos creemos el milagro que más nos convendría, ya se trate del de la bajada masiva de impuestos o el de la renta universal, pongamos por caso.


            ¿Qué pasará a partir de mañana si volvemos a una situación de bloqueo, con otro gobierno disfuncional? Las respuestas, que en principio podrían ser chistosas (la fundación de un régimen anarquista, etc.), empiezan a virar a la indignación, a la perplejidad y, sobre todo, al desaliento. Y no porque esperemos grandes cosas de ninguno de los candidatos, sino porque preferiríamos que dejasen de utilizarnos para mantener en activo su teatrillo de títeres de cachiporra, cada cual con su quimera: obtener una mayoría absoluta, formar parte incordiante de un gobierno de alianzas, devolver a España su esplendor imperial, dar un tapaboca a las encuestas… Según.


            Si no acaban entendiéndose –de la manera que sea- entre ellos, nadie va a entender nada. Y sí, claro que sí: gobernar en coalición quita el sueño. Tanto como una reunión de vecinos. Tanto como ser un parado de larga duración. Tanto como subsistir sumando peonadas. Tanto como acabar desahuciado por un banco. Pero así es la vida. Y ojalá nuestros políticos caigan en la cuenta de que la misión de la gente no consiste en refrendar y subvencionar las fantasías cesaristas de cuatro gatos. O de cinco.

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jueves, 7 de noviembre de 2019

THE FAMILY


En el suplemento La esfera de papel del diario El Mundo escribo sobre esta miniserie documental que no es gran cosa, pero que acierta a inquietar.

https://www.elmundo.es/cultura/laesferadepapel/2019/11/07/5dbc0a96fc6c83ff058b458f.html

viernes, 1 de noviembre de 2019

LA VISTA ATRÁS



(Publicado en prensa)

El ser humano tiende a exigir ejemplaridad al prójimo, al margen del grado de ejemplaridad que cada cual se exija a sí mismo, que casi siempre es un grado que suele coincidir con el de la indulgencia plenaria, sin duda por la necesidad de aliviarnos la conciencia, ese ente que históricamente hemos tenido por abstracto –algo así como la cámara oscura de nuestro ser-  y que la neurociencia estudia como el resultado de unos procesos fisiológicos específicos.


            En los últimos tiempos, se somete a algunos artistas, tanto del pasado como del presente, a un severo escrutinio moral, al dar por hecho -tal vez con un optimismo imprudente, en el caso de que todo optimismo no lo sea- que la valía de una obra artística debe corresponderse con la valía humana de su creador.


            Bueno. Depende: rastrear rasgos machistas o racistas en una obra literaria del siglo XVIII, pongamos por caso, es legítimo y fácilmente constatable, pero también un poco absurdo, ya que tanto el machismo como el racismo son hechos inalterados en el tiempo -y se manifiestan tanto en el pleistoceno como en este mismo instante en cualquier lugar del mundo, incluido el más convencionalmente civilizado-, pero su percepción ha sido alterada por el paso del tiempo: de lo acostumbrado a lo condenable.


            Y es que sin el componente de una valoración moral o social de un asunto, el infractor moral o social carece de conciencia infractora, lo que no lo exime de culpa, por supuesto, aunque con la atenuante de la falta de un contexto moral y social –y sobre todo jurídico- que delimite y reglamente esa culpa. En caso contrario, los juicios retroactivos adquieren un ligero matiz no sólo de anacronía, sino también de artificialidad. 


            Vayamos a las obviedades: el hecho de que Caravaggio fuese un asesino no resta valor a su pintura, que Balthus pintase niñas al gusto de los pedófilos no es motivo para exigir la retirada de sus obras de los espacios públicos, que Nabokov escribiese una novela en torno a los laberintos emocionales de un pederasta no la convierte en un elogio de la pederastia, que Simenon fuese un cliente casi diario de prostitutas no devalúa su infatigable talento narrativo, suponer que el destino final de Emma Bovary o de Anna Karenina contiene una condena del adulterio femenino es demasiado suponer, sospechar que don Quijote acosaba a Dulcinea tal vez no se sostenga como argumento. Etcétera.


            La progresión de la humanidad no es una línea recta, sino una espiral tan compleja como en esencia insondable, y el pasado admite lecturas no sólo contradictorias entre sí, sino a veces descabelladas por sí mismas. Seamos prudentes, en fin, con estas retrospecciones admonitorias, por lo que decía al principio: la conciencia personal es lavable; la histórica, en cambio, es fácilmente ensuciable. Y el caso es que, si no queremos engañarnos, tenemos que convivir con ambas.

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