domingo, 19 de octubre de 2025

LOS METAFÓRICOS

 (Publicado ayer en prensa)


Ayer se clausuró en Arequipa el X Congreso Internacional de la Lengua Española y piensa uno que en la programación académica hubiese encajado un coloquio entre Ábalos y Koldo en torno al uso del lenguaje figurado como maniobra de despiste y al empleo de la metáfora como recurso delictivo, habilidad que les atribuyen la UCO, los jueces, los fiscales, los periodistas y todo el país, salvo ellos dos.

En cualquier caso, sean inocentes o culpables, hubiese estado bien que dilucidaran filológicamente ante la comunidad filológica el empleo del término “chistorra” para referirse a los billetes de 500 euros en el mundo específico del hampa de guante blanco, que ellos parecen conocer bien, al menos de oídas, así como que ofrecieran su hipótesis sobre detalles más concretos: ¿por qué identificar el color morado de esos billetes con la chistorra, que es rojiza, y no con la remolacha, pongamos por caso?

Como es natural, ambos niegan que, cuando hablaban de chistorras, hablasen de billetes, y no hay motivo para dudar de su palabra, a pesar de que los indicios pueden indicar que algo raro había. Sea como sea, yo al menos creo en su inocencia, convencido de que lo suyo no era un entramado criminal, sino un mero juego literario que se traían entre ellos.

Por ejemplo, si Koldo avisa en el año 2019 a su entonces mujer de que ha conseguido 2000 chistorras, hay que ser un poco enrevesado para suponer que se trata de 2000 billetes de 500, ya que lo normal es que si a una persona le gusta la chistorra, la compre -o la consiga- por miles, no por unidades, y más aún si tiene previsto organizar una barbacoa familiar, ya que esos tres conceptos (chistorra, barbacoa, familia) están históricamente vinculados. 

De modo que por ese lado bien, aunque una maliciosa voz mental nos susurre que el consumo de tanta chistorra no puede ser bueno, entre otras razones por lo de las grasas saturadas. En cualquier caso, tanto Ábalos como Koldo, ante la suspicacia popular y judicial, se han acogido al “Me gusta la fruta” de Ayuso, convenientemente transformado en “Me gusta la chistorra”, y todo arreglado.

Chistorras aparte, la UCO da por hecho que cuando hablaban de “lechugas” se referían a los billetes de 100, que son verdes como los cogollos de Tudela. No sé yo, la verdad. Igual es que a los dos les gusta la lechuga, a pesar de que la Naturaleza no creó la lechuga para que gustase a los humanos, que únicamente la comemos por tomar algo verde que compense el consumo masivo de chistorra, no porque nos agrade. Ni siquiera en la poesía bucólica encontramos una sola mención a la lechuga, por no ser verdura de prestigio lírico, sino un producto que rechinaría en los prados amenos de Garcilaso de la Vega.

Por lo demás, los billetes de 200 euros serían presumiblemente “soles” en la presumible jerga privada de nuestros dos prohombres. Y eso sí es poético: 200 euros como 200 soles.

Ay, el maldito parné.


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sábado, 4 de octubre de 2025

DERROTA VICTORIOSA

 (Publicado en prensa)

¿Genocidio sí o genocidio no? Pues basta con consultar el diccionario...

 

 


Hay ocasiones en que una derrota acaba siendo una victoria. Es lo que ha ocurrido con la flotilla Sumud: sus organizadores sabían de antemano que no llegarían a Gaza, pero sabían también que en lo fallido de esa tentativa radicaría el éxito de su misión, como así ha sido, en forma de clamor mundial contra el Gobierno gansteril de Netanyahu, que no ha sabido o no ha querido calcular las consecuencias de neutralizar militarmente una escaramuza pacífica y al fin y al cabo simbólica.

        Bien. Al hilo de esto, resulta curiosa la actitud del PP madrileño, en su exótico empeño por situarse a la derecha de la ultraderecha. “Ya se han dado el baño. Ahora subvenciones para chiringuitos, para el teatro, para el cine. Ya han hecho su agosto”, según la casi inconcebible presidenta Ayuso, cuyos mecanismos mentales van siempre por delante de los de las personas corrientes y cuyo sentido de la lógica resultaría peculiar incluso en el País de las Maravillas al que fue a parar la niña Alicia. 

       (La Historia de la Humanidad le debe, eso sí, una frase lapidaria: “Me gusta la fruta”, que aún no entiende uno cómo no ha sido incorporada como lema heráldico al escudo de la comunidad madrileña, con el añadido tal vez de la imagen de una pera o de un plátano… pero nunca de una sandía). 

      Por su parte, se ve que el señor Serrano no es el segundo de la presidenta por casualidad: “Son gentuza”, según catalogó a quienes boicotearon la vuelta ciclista, con lo cual seguimos en la lógica irrefutable: no es gentuza quien extermina a un pueblo, sino quien protesta por ese exterminio. 

    Tampoco va mal el portavoz del PP en la Asamblea de Madrid cuando define la expedición como “batucada por el Mediterráneo” ni el presidente de la Cámara cuando se refiere a la palestina como “banderita”.

Muy chistoso está el PP madrileño, y eso es buena señal, ya que la gente bienhumorada despierta confianza y simpatía y, de paso, equilibra un poco la preocupación de muchos por la deriva que está tomando el mundo.

Podrían hacer chistes sobre Netanyahu o sobre su padrino Trump, pero no: mucho mejor convertir en caricaturas perroflautistas a todos los indignados por la barbarie de Estado que practica Israel en nombre de la defensa de la civilización en abstracto.

Un intelectual ultracatólico (Opus Dei) y ultraconservador (Vox) acaba de regalarnos su punto de vista moral: él aplaudirá que Israel deje de matar palestinos únicamente cuando Hamas libere a los rehenes. Mientras tanto, que se aguanten un poco. Se ve que el quinto mandamiento es un precepto flexible: “No matarás… a menos que la gente a la que mates haya hecho rehenes a algunos de los tuyos”.

Por lo demás, para zanjar la polémica en torno al genocidio sí o genocidio no, bastaría con consultar el diccionario de la Real Academia, que ofrece una única acepción para GENOCIDIO, a saber: “Exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad”. 

Tan sencillo, en fin, como eso.


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domingo, 28 de septiembre de 2025

martes, 23 de septiembre de 2025

jueves, 14 de agosto de 2025

LA HONRA

 


(Publicado en prensa)



A punto de iniciar sus vacaciones veraniegas, algunos políticos tuvieron un sobresalto, seguido de un episodio de pavor, aunque afortunadamente resuelto en la mayoría de los casos con una rectificación urgente de su currículo oficial, ya que han sido pocos los dimisionarios a causa de sus fraudes académicos. Era sencillo: se corrige la mentira y deja de ser mentira. Es el peligro, en fin, que tienen los currículos, sobre todo en ese gremio: que te vienes arriba cuando redactas el tuyo, ya que nadie se encarga de verificarlo, y se te desata la fantasía, de manera que acabas otorgándote grados imaginarios, másteres ficticios y magnificando con una titulación rimbombante un cursillo de tres días.

         Al fin y al cabo, ¿qué más da? Como dijo la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades –precisamente de universidades- ante un caso de falseamiento curricular que tuvo como consecuencia la dimisión del afectado: “Es un gesto que le honra”. Y ahí ya las cosas se complican un poco: ¿te honra dimitir porque no tienes más remedio que dimitir?, ¿te honra haber mentido?, ¿es honrosa la deshonra?

         Por su parte, la parlamentaria que desencadenó este curioso episodio con un currículo no ya fantástico, sino delirante, presumió de rigor moral tras haber dimitido al ser descubierta su falsía, aunque sin especificar si hubiese dimitido motu proprio de no haber sido descubierta. Ignoro si, según los parámetros de la ministra, su dimisión también le honra. Supongo que sí, ya que, al parecer, no hay nada más honroso que dimitir cuando se evidencia tu deshonra.

         Lo que no acaba uno de entender, más allá de las debilidades consustanciales a la condición humana, es qué pretenden estos políticos con el falseamiento de sus méritos: ¿apabullar a la ciudadanía con medallas de hojalata?, ¿garantizar su eficacia con cualificaciones imaginarias que además no tienen nada que ver con la gestión pública?, ¿acreditar su valía personal desde el complejo de ser un mindundi? Quién sabe. Es un colectivo peculiar, con sus razones insondables y específicas.

         Al comienzo de la implantación de las redes sociales, mucha gente, en su perfil, optaba por la melancólica cursilería de precisar que había estudiado en la Universidad de la Vida, lo que venía a suplir la circunstancia de no haber estudiado en universidad alguna. No es la alternativa idónea, pero me atrevería a sugerir a algunos políticos que opten por esa fórmula, en la seguridad de que les evitará muchos líos.

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domingo, 20 de julio de 2025

LA GENTE

Ya en proceso de edición.

Llegará a las librerías el 24 de septiembre.



sábado, 28 de junio de 2025

RESTAURACIONES

 


(Publicado en prensa)

En paralelo a las convulsiones políticas nacionales y mundiales está produciéndose una convulsión religiosa que sería injusto que pasara desapercibida. En Sevilla, sin ir más lejos, los fieles de la Macarena organizan manifestaciones y se echan las manos a la cabeza por la restauración a la que ha sido sometida la venerada imagen, en cuyo proceso le cambiaron las pestañas. “Le han puesto pestañas de Barbie”, se lamentó, entre lágrimas, una devota. Un político no se anima a asumir su culpabilidad ni siquiera cuando las evidencias indican que está de corrupción hasta las pestañas, pero en el ámbito de lo sagrado las cosas son más drásticas y expeditivas: las pestañas virginales han forzado la dimisión de los responsables de patrimonio de la hermandad de culto.

         También en Sevilla, la Hermandad del Dulce Nombre de Bellavista va a verse envuelta en un proceso judicial por el mismo motivo: han restaurado la imagen de su titular y le han dejado una cara de muñeca hinchable japonesa. La hija del imaginero, ya fallecido, reclama que sea devuelta de inmediato a su estado original por restauradores respetuosos con el arte sacro y menos aficionados al manga.

             El fantasma del Ecce Homo de Borja recorre la Iglesia, como quien dice.

         En Cataluña, por su parte, se celebró hace unos días el milenario del monasterio de Montserrat. En este caso, el conflicto no lo ha motivado la restauración de la imagen conocida popularmente como la Moreneta debido a la coloración negra de su cara y de sus manos. No. Afortunadamente, no la han sometido a un proceso de blanqueamiento nórdico. El escándalo lo ha motivado la visita de los reyes. Puigdemont, al que cuesta trabajo reconocer tras la restauración que le han hecho en alguna peluquería belga, interpreta la visita regia como una “provocación”, aunque sin especificar si se trata de una provocación al propio Puigdemont, a la Moreneta o a Cataluña, o a todo eso junto. Junqueras la ve como una “falta de respeto” al pueblo catalán, aunque su talante moderado le impide considerar como víctima de esa irrespetuosidad a la patrona de Cataluña, por independentista y republicana que pueda ser la patrona, que eso no podemos saberlo. A primera vista, puede parecer un debate bizantino, pero, dado que al fin y al cabo el nacionalismo tiene menos que ver con la política que con la teología, todo adquiere un encaje lógico en aquella realidad alternativa.

         A todo esto, en Boadilla del Monte recaudan fondos para erigir la escultura de Cristo más alta del mundo: 37 metros. Un proyecto que mezcla armoniosamente la devoción con el Libro Guinness de los Récords.

         Tal y como está el panorama político, en fin, una súplica: que restauren cuanto antes las imágenes restauradas, que la Moreneta nos socorra aunque no seamos catalanes y que el Cristo gigante se eleve sobre este valle de lágrimas espontáneas y de horrores calculados.

         De paso, y si no es mucho pedir, que el Congreso de los Diputados contrate a un exorcista, porque allí va a tener clientela.


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domingo, 15 de junio de 2025

EL ENTE SUPERIOR

 (Publicado en prensa)


Una de las debilidades esenciales de cualquier partido político es que los seductores cantos de sirenas y los edulcorados cuentos de hadas que conforman su ideario teórico tienen que llevarlos a la práctica personas de carne y hueso, lo que no es obstáculo para que todas las formaciones políticas pretendan presentarse, como tales formaciones, como un ente abstracto que está por encima -a la manera de una idea platónica- de sus dirigentes y de sus militantes.

         Es lo que vino a sugerir el presidente del Gobierno en su comparecencia apesadumbrada y victimista del pasado jueves: por encima de Koldo, de Ábalos y de Cerdán está el partido, que no es responsable de sus responsables irresponsables. Bueno, sí y no. Depende.

En cualquier caso, lo que no dijo es algo que, no obstante, se hizo evidente: que por encima del partido está el propio Sánchez. Él y su proyecto, de los que España no puede prescindir si quiere avanzar por la senda de la prosperidad colectiva, a pesar de que la prosperidad, visto lo visto, es más rumbosa con unos que con otros. Tampoco dijo que llegó a la presidencia del Gobierno tras una moción de censura cuya legitimidad moral se sustentó en la concatenación de corruptelas que en aquel momento enfangaba al PP. La asimetría puede resultar desconcertante: lo que a Sánchez le sirvió para derrocar a un Gobierno le sirve ahora para mantenerse en el Gobierno.

La hemeroteca es, como casi siempre, demoledora. De este modo defendió Sánchez en 2018 la moción de censura contra el Gobierno de Rajoy: “La corrupción actúa como un agente disolvente y profundamente nocivo para cualquier país. Disuelve la confianza de una sociedad en sus gobernantes y debilita en consecuencia a los poderes del Estado. Pero también ataca de raíz a la cohesión social, en la que se fundamenta la convivencia de nuestra democracia, si a la sensación de impunidad por la envergadura de los hechos que están siendo investigados, la lógica respuesta lenta de la Justicia, se une la incapacidad de asumir las más mínimas responsabilidades políticas por los actores concernidos. La corrupción merma la fe en la vigencia del Estado de Derecho cuando campa a sus anchas o no hay una respuesta política acorde a la entidad del daño que se ocasiona. Y, en último término, la corrupción destruye la fe en las instituciones, y más aún en la política, cuando no hay una reacción firme desde el terreno de la ejemplaridad”. Para añadir: “Señor Rajoy, señorías del Grupo Parlamentario Popular, no se puede obligar a un país a elegir entre democracia y estabilidad, porque no hay mayor inestabilidad que la que emana de la corrupción. Porque se normaliza la corrupción, fingiendo que aquí no ha pasado nada, que hay que mirar hacia otro lado. Porque supone proclamar a los cuatro vientos que la política puede tolerar tácitamente la corrupción”.

         El actual argumentario exculpatorio de Sánchez admite un resumen: “Soy la única víctima de todo esto”, igual que como víctima de su entorno corrupto se presentó en su día Rajoy, cuya petición de perdón tuvo esta respuesta por parte de Sánchez: “«Ni al Congreso ni al Senado se viene a pedir perdón. Se viene a asumir responsabilidades políticas».  

         En cualquier caso, pides perdón por lo imperdonable y tú mismo te das la absolución. Son las ventajas, en fin, de disponer de un concepto mesiánico y a la vez cesarista de uno mismo.

         La disyuntiva puede ser muy simple: la supervivencia de Sánchez como presidente del Gobierno y como secretario general de su partido o bien la supervivencia del PSOE, al margen de Sánchez, como opción fiable de Gobierno. Al fin y al cabo, un partido político puede sobreponerse a los errores de sus dirigentes, pero siempre y cuando sus dirigentes admitan sus errores a título personal y no opten por la vía escapista de atribuirlos a la fatalidad, a las conspiraciones externas y a la traición interna de unas meras “manzanas podridas”.

         Por otra parte, sorprende la tibieza de los ministros de Sumar ante este episodio, sobre todo si se tiene en cuenta que sus principios éticos se basan en una especie de puritanismo laico tan severo como un tanto remilgado. Será, no sé, por lo del anillo de Gollum, aquel personaje ideado por Tolkien: quien ha tocado poder, quien ha experimentado su magia, ya no puede soltarlo. De momento -y ya van tarde-, lo único que han reclamado es más capacidad de decisión dentro del Ejecutivo, estrategia que puede interpretarse que se sustenta en una moral acomodaticia, aparte de participar del resarcimiento y de la coerción.

         Este escándalo servirá de combustible altamente contaminante para los demagogos profesionalizados como tales. Esos que, si pudieran, harían lo mismo que denuncian desde una indignación sobreactuada, según ha demostrado empíricamente el pintoresco eurodiputado conocido por el nombre artístico de Alvise Pérez.

         Por su parte, el ministro Puente, que ejerce de tuitero con fervor de adolescente bocachancla, celebró que el 47% del dinero ganado por Alcaraz en Roland Garros “vendrá a España para nuestra sanidad y nuestra educación”. Sí. Pero es posible que también para otras cosas. Porque parece inevitable que, cuando el dinero público se mueve, algo se quede siempre por el camino. Y siempre hay alguien para recogerlo. Y sin tener siquiera que sudar.

sábado, 31 de mayo de 2025

PARALELISMOS

(Publicado hoy en prensa)



En noviembre de 1938, en París, el judío polaco Herschel Grynszpan, de 17 años de edad, asesinó al diplomático alemán Ernst Eduard vom Rath. El abogado defensor de Grynszpan pretendió despolitizar el caso presentándolo como un crimen pasional. (André Gide anotó en sus diarios que Rath era conocido en los ambientes homosexuales parisinos). Goebbels, ministro de Propaganda de Hitler, optó por divulgar otra versión: una muestra de la conjura universal de los judíos contra los alemanes, lo que dio pie a la llamada “noche de los cristales rotos”, que marcó el inicio del exterminio del pueblo judío.

El 7 de octubre de 2023, los terroristas de Hamás asesinaron a 1195 judíos y secuestraron a 251, lo que llevó al gobierno de Netanyahu a emprender el exterminio del pueblo palestino, desde la premisa de que el terrorismo debe combatirse con el terrorismo de Estado. Desde entonces, los informativos nos ofrecen en directo la destrucción de Gaza y el asesinato de sus habitantes, lo que viene a ser el equivalente de que, en su día, el mundo hubiese tenido acceso visual a los gaseamientos en los campos de la muerte.

         Bien. Entiende uno -de sobra- que los paralelismos nunca son del todo exactos, lo que no quita que sean paralelismos. Establecerlos puede ser un recurso facilón, pero en ocasiones también irrefutable.

En estos días, muchos se declaran “proisraelíes”. Una declaración un tanto misteriosa, pues no aclaran si se fundamenta en una simpatía espiritual por la esencia del judaísmo o si bien implica una adhesión a la política gansteril del Gobierno actual de Israel. Por otra parte, hemos llegado a ese grado de simplismo en que hay que aclarar que el hecho de estar en contra del salvajismo del Gobierno israelí no implica estar a favor del salvajismo de Hamás, sino en contra de la barbarie, venga de donde venga.

Hitler y los suyos aplicaron al pueblo judío una cosificación indiscriminada, según la cual cualquier judío, por el mero hecho de serlo, merecía una condena a muerte preventiva, por así decirlo, como defensa necesaria para la supervivencia del Reich. Como solución final, Netanyahu y los suyos han condenado al pueblo palestino -como ente único, como concepto deshumanizado- a una ejecución sumaria. El anuncio de la inminencia de “una ofensiva sin precedentes” en Gaza produce escalofríos, pues escalofriantes son ya los precedentes.

Dedicar unos sesudos análisis geopolíticos a lo que está pasando allí acaba siendo, paradójicamente, una frivolidad: la racionalización de una compleja serie de sinrazones. Porque lo que está pasando allí es, en esencia, y en última instancia, muy simple: el descrédito de lo que entendemos por civilización en nombre de la defensa de la civilización.


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lunes, 19 de mayo de 2025

EL GRAN ESPEJISMO

 (Publicado en prensa)



Según el dieciochesco conde de Buffon, la manera en que se enuncia una verdad resulta más útil a la humanidad que la verdad misma.

Se trata, como ven, de una buena enunciación: convincente, compleja y rotunda, aunque no puedo estar seguro de que resulte útil para la humanidad, que es un concepto demasiado grande y demasiado poliédrico y en el que cabe tanto un geólogo como un terraplanista. Por otra parte, ¿qué utilidad tienen las verdades en abstracto? ¿Para qué sirven en concreto? Quién sabe. Dependerá.

Es posible que, a estas alturas, y a falta de verdades absolutas, nos conformemos con una información más o menos veraz sobre los hechos más o menos verídicos o más o menos verificables, lo que no quita que todo apunte a que hemos llegado a un punto de cinismo instintivo en que no nos interesa tanto la utilidad de la verdad como la utilidad de la mentira, sobre todo en el ámbito político, en el que me atrevería a suponer que un bulo tiene hoy más eficacia que una evidencia.

El bulo, a pesar de estar de moda, no es nuevo, y hasta hace poco tenía su mejor ámbito de difusión en los pueblos, en los que un rumor malicioso, una suposición malintencionada o un infundio irracional podía ascender en cuestión de horas a la categoría de verdad indiscutible, indiscutida e irrefutable. Una historia, en fin, escrita por nadie y entre todos. Una especie de epopeya fantástica de intención por lo común difamatoria.

Hoy, cuando todos nos hemos convertido en personajes públicos en potencia gracias a las redes sociales, tanto la verdad como la mentira parecen haberse fundido en una categoría intermedia en la que ya no prevalece ni la verdad ni la mentira, sino el análisis banal a partir de la desinformación o del prejuicio, la proclamación de una supuesta verdad o -más frecuentemente- de una flagrante mentira, y mejor cuanto más airadamente la expongamos, pues siempre se oirá más un grito que un argumento.

No nos importa, en fin, lo que decimos, pues lo único que nos importa es decirlo. Decir algo, opinar sobre algo a botepronto, para así sentirnos partícipes del fluir de la realidad y, sobre todo, prescriptores de realidades.

En este guirigay de alcance ecuménico, en esta época en que los bulos suplantan no ya solo a la verdad, sino también al grado más básico del sentido común; en esta edad de oro en que somos tan listos que ya disponemos de una inteligencia artificial para suplir las carencias de nuestra inteligencia natural, lo más probable es que todos acabemos medio locos gracias a los que ya están locos de remate.

Pero no hay que alarmarse demasiado: todas las civilizaciones han acabado de mala manera.

Es cuestión de tiempo. Es un heroico esfuerzo colectivo.


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domingo, 4 de mayo de 2025

A DOS VELAS

 (Publicado en prensa)



Hay rachas en que la realidad nos impone un ritmo mental vertiginoso. La muerte del papa nos convirtió a todos en teólogos repentinos, y estábamos a punto de alcanzar el B1 en asuntos eclesiásticos cuando sobrevino el apagón, lo que nos obligó a convertirnos en expertos en energía.

Por supuesto, una cosa es opinar de algo y otra cosa muy diferente es saber de algo, pero siempre resultará más cómodo emitir una opinión que adquirir conocimientos con respecto a la materia opinable. Por si fuese poco, no solo somos aficionados a opinar improvisadamente con arreglo a nuestras convicciones o sospechas, sino también a opinar improvisadamente sobre lo que improvisadamente opinan los demás.

         Y opiniones hemos oído muchas. Por ejemplo, una reportera televisiva enviada al Vaticano se lamentaba de que el papa Francisco no hubiese hecho avances decisivos con respecto al aborto y al matrimonio homosexual. Desde ese punto de vista, lo mismo podría afear a las nuevas generaciones de tigres de Bengala el estar ancladas en la tradición carnívora de sus antepasados y no hacer esfuerzos suficientes para adoptar una dieta vegana.

         Con respecto al apagón, la cosa ha sido igualmente pintoresca: convertir una avería en un signo apocalíptico y acusar al Gobierno no solo de provocarla por inacción, sino también de no haber sabido gestionar la crisis y de no ofrecer información inmediata sobre algo de lo que aún hoy no existe información verificada. Lo curioso es que las acusaciones viniesen del partido que gestionó la dana en Valencia.

         En paralelo al vertedero en que los políticos han convertido la política, tenemos el vertedero de las redes sociales, que es la zona de confort de las cabezas un poco trastornadas. Bien es verdad que conspiranoicos lo somos todos en diferente grado: cuando nos quedamos sin fuentes de información por la caída de la luz y de internet, quienes no disponíamos de una radio a pilas llegamos a pensar que en esos momentos Rusia podría estar invadiendo Finlandia, que China podría estar bombardeando Taiwán o, al margen ya de la geopolítica, que los hackers estaban vaciándonos la cuenta bancaria. Nuestra mente tiene ese pequeño defecto: en situaciones angustiosas, se pone a jugar consigo misma al catastrofismo. Claro que de ahí a dar por sentado que se trataba de un accidente provocado por unos supervillanos para implantar un nuevo orden mundial va un trecho. Que los alimentos se nos descongelen o que no tengamos acceso a Tik-Tok no significa necesariamente que las fuerzas del Mal se hayan animado a poner en marcha su plan diabólico para convertir nuestro mundo en una pesadilla. Entre otras cosas, porque no hace falta: de convertir la realidad en una agotadora pesadilla ya nos encargamos nosotros.


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jueves, 24 de abril de 2025

martes, 22 de abril de 2025

domingo, 6 de abril de 2025

MALABARISMOS CONCEPTUALES

 (Publicado en prensa)



El cráneo de un humano adulto está formado por huesos de gran dureza. No son irrompibles, claro está, pero sí difíciles de romper. El de los carneros, pongamos por caso, es mucho más duro que el nuestro, pero solo les sirve para darse topadas frontales entre ellos, algo que los humanos, cuando nos metemos en discusiones, solemos hacer más  con la palabra que con la testuz, aunque no siempre.

Gracias a esa dureza ósea, la cabeza no nos estalla cuando oímos cosas conceptualmente explosivas. Por ejemplo, no sé, que, ante la condena a Marine Le Pen por malversación, el Kremlin alce su voz indignada por lo que interpreta como un nuevo atentado europeo contra los principios democráticos, de los que los gobernantes rusos son expertos teóricos y devotos practicantes, o que la propia condenada considere la sentencia como “una bomba nuclear” lanzada contra ella por el Sistema, ese ente abstracto que sistemáticamente pretende neutralizar a los líderes del Antisistema. Más cercano a nosotros que el Kremlin, el búnker casticista de Vox entiende la sentencia condenatoria a Le Pen como un ataque a los partidos patrióticos europeos que no quieren ser europeos, por lo que Europa tiene de cárcel para los entusiasmos ultranacionalistas y autocráticos.

         Pero la vida es dura: tras el engorroso asunto de la francesa convicta, de ilustre pedigrí político, a los severos y moralizantes cruzados de Vox se les presentó la papeleta de tener que emitir un juicio de valor -así fuese con la boca pequeña- sobre la política arancelaria de Trump, y ahí ya tuvieron que recurrir a los malabares: la culpa de la implantación de aranceles no es de Trump, sino del presidente Sánchez y de la Unión Europea en bloque. Lo mismo podrían haber argumentado que Trump -al que, según él mismo, Dios en persona ha llevado a la Casa Blanca para que enderece espiritual y económicamente el mundo- no ha tenido más remedio que iniciar una guerra comercial por culpa de la estructura autonómica del Estado español o porque en Europa la gente va poco a misa.

Comoquiera que el disparate tiene un límite incluso en política, han tenido que matizar un poco. No mucho, apenas un poco. Lo suficiente para que el gran capo naranja le acaricie el lomo al aguerrido Abascal cuando se reencuentren en alguno de esos aquelarres ultra en los que algunos no perdemos la esperanza de que el presidente norteamericano se marque un baile mientras su homólogo argentino entona una bonita canción.

         En medio de todo esto, una sorpresa: con respecto al asunto de los aranceles, Sánchez y Feijoó están en total sintonía. Casi palabra por palabra. No creo que sea el principio de una gran amistad, pero algo es algo.


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