viernes, 27 de marzo de 2009

JUAN LUIS PANER0





JUAN LUIS PANERO,
EN EL ESPACIO DE LA FANTASMAGORÍA


(Prólogo para una antología publicada por Renacimiento en 2003)



Las profecías literarias casi siempre acaban siendo chistes futuros, pero me atrevería a pronosticar que la obra poética de Juan Luis Panero tiene pocos visos de envejecer, de convertirse –como tantas otras de su generación- en una pieza de mera arqueología literaria, tal vez porque está hecha de la esencia misma de la poesía: de verdad, de temblor, de misterio. Verdad en cuanto testimonio de una conciencia, temblor ante el arcano insondable de todo destino, misterio que reverbera más allá de las palabras.

Sometida a una especie de engañosa neutralidad estilística, despojada, sin adornos de época, concisa y escueta, jamás tentada por las acrobacias metafóricas, nunca rendida a los halagos confusos de la verbosidad, estamos ante una poesía inequívocamente de hoy que nos habla con una voz de siempre, con una voz liberada desde sus comienzos de las convenciones y modas impuestas en su día por sus coetáneos novísimos, expertos en el ocioso bricolaje lírico y en los juegos literarios de azar. Y, al fondo, el pensamiento poético de alguien que se siente tan fascinado por la vida como horrorizado de ella.

Tanto el mundo como el estilo de este poeta están ya definidos en su primer libro, publicado en 1968. Desde entonces hasta hoy, su fidelidad a ese mundo y a ese estilo resulta una cualidad extraña, acostumbrados como estamos a trayectorias marcadas por una continua especulación estética. No hay diferencias esenciales entre el joven poeta que escribe los poemas de A través del tiempo y el poeta que, cercano a la sesentena, publica Enigmas y despedidas. Entre uno y otro sólo media un mayor grado de desolación, un afianzamiento de las peores sospechas, una confirmación, en definitiva, de aquello que en su primer libro se manifestaba como premonición: la vida como un progresivo afantasmamiento. Afantasmamiento del yo y de la realidad, de los otros, de los lugares, de la memoria. Una envoltura de niebla para la conciencia.

Galería de fantasmas se titula un libro de Juan Luis Panero, y ese título podría servir como emblema para la totalidad de su obra: nos hallamos ante un desalentado ejercicio elegíaco, ante una insobornable introspección de la pérdida, frente a un poeta con mentalidad de superviviente descreído que contempla el pasado como una tierra devastada, deshabitada y estéril, en la que sólo se oyen un viento frío y los pasos sin norte de los difuntos.

Un fantasma en vida conversa, en un espacio brumoso, con sus fantasmas particulares. Un suicida indeciso rememora a unos suicidas decididos. Un bebedor solitario brinda por unos bebedores muertos. Un viajero solitario persigue por el mundo el rastro de su existencia. Un mitómano acaricia sus mitos. Un poeta con mentalidad de perdedor apuesta por sus ilustres antepasados en el arte de la derrota.

Fiel a sí misma, obsesiva tanto en sus temas como en sus recursos, honda y educadamente aterrada, la poesía de Juan Luis Panero nos habla de Juan Luis Panero para acabar hablándonos de nosotros mismos, para acabar haciéndonos cómplices melancólicos de un secreto a voces: todos somos –o seremos al cabo- ese individuo que se mira en un espejo que ya no le refleja, porque es nadie: “la nada en el cristal indiferente de la vida”.

No hay comentarios: