(Publicado en prensa)
Hay dos hipótesis sobre el éxito
de la moción de censura promovida por Vox que llevó a Ramón Tamames a la
presidencia del gobierno de España. La primera de ellas, prevalente en las
tertulias de politólogos, es que se debió a un hackeo perpetrado por unos
piratas informáticos rusos que convirtieron la tecla del NO en SÍ y viceversa.
La segunda, tal vez más verosímil, se la debemos a los expertos en misterios
insondables que suelen participar en el programa televisivo Cuarto Milenio: a
la hora de la votación, los diputados y diputadas sufrieron una abducción
mental transitoria por parte de unos extraterrestres, aunque nadie acierta a
especificar de qué planeta en concreto.
Lo
que vino luego es de sobra conocido: una vez investido presidente, Tamames tuvo
que lidiar con la pretensión de Abascal de que dimitiese y le cediera la
presidencia, a lo que Tamames objetó que Abascal era demasiado joven para
hacerse cargo de las riendas del país. Aquello creó un conflicto interno que a
punto estuvo de terminar como terminaron los idus de marzo para Julio César si
no hubiese mediado en el asunto el ministro de Cultura, que a la sazón no era
otro que Sánchez Dragó. (Todos los libros escolares, como saben ustedes, fueron
sustituidos por Gárgoris y Habidis,
que vino a cumplir la misma función que antaño la Enciclopedia Álvarez).
A los pocos
meses de redimir al país de las catástrofes ocasionadas por el gobierno de
coalición, Tamames se quitó la careta: “Fui comunista y lo seré siempre, ¿qué
os creíais? Soy un topo al servicio de China y de Corea del Norte, con la ayuda
además de los extraterrestres”. (Extremo este que potenciaría la segunda
hipótesis referida al principio). Tras aquella revelación, decretó la
disolución del gobierno y mandó detener a la cúpula de Vox, que quedó a la
espera de juicio por traición a la patria.
A
partir de ahí, los acontecimientos sorpresivos se sucedieron: el norcoreano Kim
Jong-un desembarcó con sus tropas en Santander para iniciar la invasión de
nuestra península desde el norte, en tanto que el chino Xi Jinping hizo lo
propio en Algeciras para invadir desde el sur, y fueron conquistando
territorios hasta encontrarse ambos a la altura de Madrid, donde proclamaron la
I República Asiática de España, de la que Ayuso fue nombrada princesa del
pueblo tabernario, en tanto que Tamames quedó como mandarín regente, a la
espera de que la susodicha princesa alcanzase la madurez mental. Según era previsible,
los socialcomunistas reclamaron su papel participativo en la nueva situación
política, pero obtuvieron una respuesta hostil: si habían sido los perdedores
de la moción de censura, no tenían derecho a reclamar nada.
Y
así se escribe la Historia.
.
3 comentarios:
Y usted habla muy bien de historia, y de cine
Gracias maestro, por seguir aprendiendo con usted
Eres un genio cachondo y peligroso, sobre todo para los extraterrestres. Un abrazo.
Y con Portugal, qué hicieron?
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