sábado, 1 de febrero de 2014

UN DEBER DE LA CIENCIA




Creo, no sé, que la comunidad científica debería poner un poco de orden en sí misma y unificar criterios, porque el caso es que nos tiene descolocados con respecto a demasiadas cosas elementales, y eso no está del todo bien: nuestra vida cotidiana no puede basarse en la incertidumbre perpetua, pues demasiado tenemos ya con bandearla desde una inseguridad constante. 

Un día lees un informe médico de apariencia irrefutable según el cual el café –pongamos por caso- es beneficioso para la salud y al día siguiente lees otro informe de apariencia irrebatible en que un observatorio nutricional asegura que el café es un veneno, de manera que te ves obligado a optar por seguir ambos consejos a medias y te tomas, en fin, un descafeinado, para que la cosa quede en tablas y para no llevarle la contraria a nadie, aunque eso no te libra de la duda: no sabes si tomarlo solo o con leche, ya que la leche vacuna tampoco se libra de la controversia: hay quien le canta la oda como alimento indispensable y hay quien la considera más dañina que el whisky destilado en Chicago durante la Ley Seca. De alguno de los dos sitios tiene que venir, en fin, la calumnia, pero nuestro problema es ese: que no sabemos de cuál. (Incluso la alcachofa puede generar un espinoso debate en torno a sus propiedades dietéticas, que ya es decir.)

Otro día lees que un laboratorio ha demostrado que el chocolate no engorda y sales corriendo a la bombonería más cercana con la intención de comprar un surtido pecaminoso, aunque redimido ya –al parecer- de su pecado original. Pero, nada más llegar a casa, ves en un programa de televisión a un prestigioso nutricionista que asegura que el chocolate debe ser desterrado drásticamente de cualquier dieta, y te quedas paralizado, con tu flamante surtido de bombones convertido en un enigma, sin saber qué hacer con él y sin saber tampoco a quién dar crédito, aunque al final te lo comes, así te pongas como un elefante marino o así te quedes en alfeñique, según sea la respuesta de tu organismo –digo yo- no ya al chocolate en sí, sino a esas conjeturas contradictorias que escinden a los expertos. Te comes hasta el último bombón, como decía, ya que, amenazas o consuelos científicos al margen, no creo que haya nacido aún la persona que sea capaz de tirar a la basura una caja de bombones recién comprada, y si existe esa persona no debería descartar la idea de postularse para una beatificación en vida.

Necesitamos saber, en suma, la verdad. No podemos vivir con el alma en vilo cada vez que nos llevamos algo a la boca. Aunque, con arreglo al rumbo que está tomando esto, lo que tal vez debería preocuparnos es si mañana podremos llevarnos algo a la boca, y ahí entra en juego otra comunidad científica: la de los economistas nigrománticos, que también van apañados.

(Publicado en la prensa)

5 comentarios:

Julio Alcalá Neches dijo...

La verdad es que comas lo que comas te vas a morir igual.

@NEGUS dijo...

La leche lleva lactosa y desde hace poco las Lácteas reconocen que la lactosa produce digestiones pesadas . Solución : compra leche sin lactosa que yo te la vendo , cierto que incluso tomas mayor cantidad y no tienes pero el litro vale 1'5 € . Ganar , ganar y ganar y no hay más .
Saludos

Anónimo dijo...

La solución es: más cereales, más legumbres, fruta y verdura. Adiós a comer bichos muertos

Rosa dijo...

Es cierto que en muchas ocasiones la ciencia no es capaz de dar explicación a multitud de incógnitas que quedan por descubrir o, incluso a veces, parecer contradictoria como en los casos que mencionas, pero de lo que no cabe ninguna duda es que gracias a la investigación y la ciencia hoy disponemos de tratamientos, tecnología y otros avances que no sólo curan vidas sino que también nos benefician en muchos aspectos de nuestra vida. Es cierto que la comunidad científica debería anteponer en muchos casos la calidad de sus trabajos publicados al número de publicaciones obtenidas pero para ello, bajo mi opinión, habría que replantear el sistema de financiación de la investigación y, por ejemplo, lo ideal es que la ciencia estuviese desligada de intereses políticos y comerciales...

FBR dijo...

Rosa, ¿qué tal un método científico para distinguir una broma de una alegación?