Una de los grandes bazas de los políticos populistas es que saben que pueden manejar a un sector de la ciudadanía al margen de la razón e incluso al margen de la ley.
Teófila Martínez, alcaldesa de Cádiz, desde luego lo sabe.
La estrategia consiste en crear el espejismo de que se le da la voz a la gente, aunque en realidad lo que el político populista busca con ese espejismo es conseguir más poder personal a costa de la voz de la gente: legitimarse a partir del vocerío del coro.
"La Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía ha incoado expediente para incluir el edificio de la Aduana nueva en el inventario de bienes reconocidos del patrimonio histórico andaluz de arquitectura contemporánea", leíamos hace unos días en la prensa.
Pero se da el caso de que la alcaldesa está empeñada en demoler ese edificio porque le estorba para desarrollar un proyecto faraónico encaminado a la potenciación comercial de la zona.
"Yo soy capaz de recoger 100.000 firmas para demolerlo", ha retado la alcaldesa.
¿Firmas contra la ley, firmas contra la sensatez, firmas contra la historia misma de la ciudad? Si las firmas pueden enmendar esas tres cosas, estamos, creo, en ligero peligro, aparte del peligro que implica el que un cargo público recurra a los plebiscitos espontáneos cuando la ley le contraría.
Alguien puede recoger 100.000 firmas para derribar la Giralda, por ejemplo. O 100.000 firmas para legalizar la pena de muerte. O 100.000 firmas, qué sé yo, para que Chiquetete, pongamos por caso, no vuelva a grabar un disco.
Potencialmente, puede haber 100.000 partidarios de cualquier cosa, lo que no legitima necesariamente esa cosa.
El edificio de la Aduana está bien donde está, creo yo, y su demolición no sólo implicaría la pérdida de un edificio con valores históricos indudables (un pastiche herreriano de los años 50 del siglo XX, sí, pero muy bien encajado en el entorno, y muy representativo además de la tan denostada arquitectura historicista), sino que implicaría además -y sobre todo- una vuelta a la impunidad demoledora de los viejos tiempos, cuando el afán de desarrollismo se llevaba por delante lo que tuviera por delante, con el argumento de la mejora urbanística y del beneficio comercial.
Se supone que el respeto a una ciudad comienza por el respeto a los testimonios materiales de su historia.
Pero se ve que la alcaldesa, con los ojos puestos en los fastos previstos en Cádiz para 2012, quiere sorprender a los visitantes con una plaza moderna, acogedora sin duda de palmeras exóticas, de alguna escultura simbólica de quién sabe qué, de alguna fuente más o menos psicodélica y de un centro comercial idéntico a cualquier otro centro comercial.
Está aún por ver que no se salga con la suya.
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15 comentarios:
Hoy he publicado yo un artículo en Diario de Cádiz en sentido contrario: a mí me parecen grotescos los pastiches herrerianos. Pero tampoco me parece mal que hayan indultado el edificio, porque la piqueta es irreversible, al contrario que las opiniones de uno.
Un abrazo.
Qué casualidad...
Lo que me resulta más curioso es que, de vez en cuando, se creen estados de linchamiento contra edificios concretos. ¿Por qué no se empeña la alcaldesa en demoler el edificio del antiguo Anteojo, en la Apodaca, por ejemplo, que es un bodrio? ¿O los mamarrachos sesenteros/setenteros del paseo de Canalejas?
¿Por qué los arquitectos locales, que en su mayoría se dedican a plagiar a celebridades genialoides, se dedican a "actuar" con saña en el casco histórico, con edificios que, de tan modernos como son, envejecen al día siguiente de ser inaugurados?
Pero me voy ahora mismo a leer tu artículo, a ver si me convences y me sumo al bando de la piqueta.
Un abrazo.
Querido JM, acabo de leer tu artículo. Lamento seguir en mi bando, que parece ser el reaccionario: el de los enemigos de la innovación y de la modernidad.
De todas formas, creo que el hecho de que el estilo del edificio responda a una estética franquista no es motivo para que se le dé la razón precisamente a una alcaldesa que es heredera de los postulados esenciales del franquismo.
Por otra parte, no creo que el elemento que quedaría realzado por la de momento improbable remodelación fuese la estación de trenes (que arquitectónicamente vale muy poco), sino los comercios y las torres de aparcamientos.
Cuando los políticos quieren meterse a urbanistas, hay que echarse a temblar,porque su historial en ese aspecto es de verdadero susto, y más si de lo que se trata en el fondo es de dejar una huella faraónica en la ciudad. Y el proyecto de Teófila Martínez me temo que es eso: el sueño urbanístico de una faraona.
Ya. Yo tampoco estoy con la alcaldesa, como ves: a mí lo que me gustaría que se destacase es la antigua estación. Cuestión de gustos.
Un abrazo.
La Aduana nunca será un pastiche, con todos mis respetos. Es una parte de mi taza.
Propongo recoger 100.000 firmas para que no existan los urbanistas desangelados.
Totalmente de acuerdo con Felipe: habría que tirar los bodrios de Canalejas y el edifico del anteojo... pasé toda mi infancia mirando a un sitio y a otro desde mi casa del Fénix. Siempre me hirieron los edificios de Canalejas y nunca me molestó la aduana, no sólo por ser un edificio exento, sino porque, creo, es un pastiche bastante correcto... Por lo demás, si a Teofila le sale mal la jugada, cualquier día me tiran también el Fénix (que es más feo, qué se le va a hacer)
Si me permiten, Felipe, José Manuel, diré que me importa más bien poco el estilo arquitectónico del edificio de aduanas para realzarlo y reclamarlo como parte de la memoria portuaria que de tan lejos me viene.
En definitiva y en contra de su derribo, muy pocas palabras y ejemplo más que significativo: véase el puerto de Barcelona por cuanto ha protegido y véase también, el Maremágnum y demás ripiosas construcciones del presente futuro. ¿Dónde está la belleza, dónde la cacofonía?
Un saludo al anfitrión y cómo no, otro afectuoso a ti, José Manuel.
Eduardo Flores.
Se habla de pastiche. Probablemente; pero pienso en un factor que normalmente no se suele considerar porque no es algo inmediatamente visible. No todos los edificios de una ciudad son monumentos, pero me pregunto...¿qué pasaría si todos los edificios que no tienen valor arquitectónico, en el sentido de artístico, fueran constantemente demolidos?.
Que las ciudades irían perdiendo su personalidad histórica (¿su personalidad a secas?) y su "alma".
Hay algo quizás más importante incluso que la calidad artística, que es la personalidad propia que se va acumulando con arquitecturas de otras épocas, aunque esas arquitecturas no sean el novamás artísticamente. Y hablamos de una ciudad, Cádiz, que es bella no sólo por los edificios monumentales, sino por gran parte de su casco antiguo, lleno de casas que no tendrían valor "artístico". ¿Y si esas casas se hubieran tirado en los años 60-70 para construir pisos?. Pues que Cádiz no sería Cádiz sería Algeciras.
El edificio de la aduana nos muestra -y mostrará a la gente del futuro- un Cádiz de otra época, otro carácter, otra estética, otras sugerencias, y eso es para mi un valor en sí mismo, una riqueza, a considerar también al lado del mero "valor artístico", el cual no tiene por qué ser el único criterio.
En la vecina Málaga también estamos servidos con las demoliciones. En un tiempo reciente se barajó la posibilidad de echar abajo el edificio de Tabacalera, que es bien bonito y data del poético año de 1927, con objeto de recalificar los golosos terrenos en que se ubica. Al final medio imperó la cordura y creo que sólo derribaron un ala o dos y respetaron el bloque central del complejo, que es el que más luce por estar dotado de frontispicio y tal. También estuvieron a punto de cargarse las tres o cuatro chimeneas industriales, decimonónicas para más señas, que hay en la misma zona, ya que, como el edificio de marras, están junto a la playa y la venta de los terrenos se presentaba rentable. Faltó el canto de un duro. Lo que sí se cepillaron, bajo el prolífico reinado de Celia Villalobos, que es como Teófila pero sin ideología (y no sé qué es peor), fue La Coracha, que era lo que quedaba de un barrio pesquero de, si no me equivoco, el Siglo XVIII. Si habéis estado en el Museo Municipal, do Alfredo Taján tiene las oficinas del Instituto del Libro, habréis podido deleitaros con la casita de muestra que han dejado, graciosamente, al lado. Donde estaban las otras han puesto un túnel, muy práctico, la verdad. La alcaldesa arguyó, en su momento, para justificar la obra, que los edificios estaban viejos e inhabitables y que eran una vergüenza, o algo así.
También tenemos un rascacielos en mitad de un monte y cosas así. Pero qué os voy a contar. Un saludo y abrazos varios,
Camilo
Buenas tardes a tod@s. ¿No sucedió algo parecido con Chávez y Alejandro Sanz, en sentido recíproco, en alguna controversia en la que justificaban con el peso de la gente algo?
Vaya modo de argumentar...
saludos
Se ve que el asunto genera movimiento de ideas...
En mi caso, supongo que todo me viene por el hartazgo de "calatravas". Casi todos los arquitectos, nada más licenciarse, quieren ser artistas estelares. Y no es para tanto, creo yo. Me parece una inmodestia.
El problema de los arquitectos artísticos es que sus obras quedan expuestas al público casi para la eternidad, y tienes que verlas quieras o no.
Un cuadro feo se queda de puertas para adentro, pero un edificio está en la calle.
Por otra parte, sólo indicar que todas las maquetas resultan muy bonitas, con sus arboledas de plástico, con sus edificios de material reluciente, con sus transeúntes ordenados, con sus cochecitos colocados en armonía... Pero la realidad se parece luego muy poco a una maqueta.
a Camilo de Ory
Málaga es un ejemplo de ciudad destrozada. Y la cosa sigue, según parece.
¿Sigue igual esa zona del centro que no sé cómo se llama y que parece un entramado de callejones del Bronx en los años 80?
El centro sigue siendo una zona bastante bronxiana, donde brillan con luz propia los castizos solares en ruinas. Hay que decir, en honor a la verdad, que el ayuntamiento está haciendo un esfuerzo por peatonalizar calles, y eso se agradece, pero no se invierte nada en rehabilitar las muchas fachadas de valor que hay, que están que se caen a trozos. En fin, que vosotros tenéis la arquitectura de La Habana, pero nosotros tenemos los desconchones. Esta ciudad, apuntalada y escayolada, ganaría bastante, creo.
He aquí, a modo de muestra, una fotografía del palacio de Villalón, edificio civil más antiguo de la ciudad. No sé si se aprecia, pero la fachada está alicatada hasta el tejado con azulejos de piscina.
Pues sí que está bien ese palacio de Villalón...
Para rodar en él la segunda parte de "El Gatopardo", poco más o menos.
Habría que tirar El Anteojo, La Aduana, Las casas militares del Campo de las Balas, las del Campo del Sur junto al antiguo manicómio y otras muchas cagadas que ensucian y desvirtuan el casco antiguo.
Que por cierto no tiró Carlos Díaz.
Pero ello no obvia que la Aduana sea una cagada, que tapa la belleza de la vieja estación.
Pero claro, como lo dice Teofila, pues no vale, vale lo que digan otros personajes ya algo gagas como Diaz Alersi, o los asesores de Chavez, que luego rehabilitan con materiales modernos edificios históricos.
A mí Teofila me repatea, me jode que rija la ciudad, ( pero votada por los gaditanos) me jode su mal gusto para los momumentos que elije, hay que joderse entre el Pajaro jaula y el candaito. Me jode su mercantilismo asqueroso ( La Quilla), pero abogo por la demolición de la Aduana.
Ah, a la rubia no la votaría ni harto de tinto de verano.
Saludos desde la lejanía.
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