domingo, 28 de agosto de 2016

SUELTOS

El pacto PP-C´s tiene la misma dimensión de realidad que los dos niños que se ponen a jugar y deciden que uno es Superman y el otro Batman.

¿A cuántos se les ha ocurrido escribir un libro de autoayuda que ayude a librarse de la influencia de los libros de autoayuda?  

En Cádiz, el levante, más que un viento, es una escuela provincial de pesimismo.

El topless del burkini consiste en arremangarse.

Nadie debería irse de este mundo sin responder, al menos una vez en la vida, cuando le pregunten a qué se dedica: "Importación / exportación".

El problema del "todo vale" es que nada acaba valiendo nada.

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lunes, 22 de agosto de 2016

TU EVARISTO



Las viejas amistades suelen correr el riego de convertirse más en viejas que en amistades propiamente dichas. Estás absorto en tus cosas y, de repente, un día cualquiera, en el lugar equivocado, aparece de sopetón esa persona a la que no ves desde hace años y cuyo nombre, tras el aturdimiento inicial, va tomando cuerpo, sílaba a sílaba, en tu memoria: “¡Evaristo!”. Una vez resuelto el trámite de la identificación, como especialista que eres en decrepitudes ajenas, adviertes en los rasgos de Evaristo el envejecimiento que te resistes a reconocer en los tuyos. Al instante, como especialista que también es él en esa misma disciplina, te dice: “Qué viejo estás”, y se despierta en ti la criatura mezquina que busca una venganza en caliente. “Tú tampoco vas mal en eso”, y os reís, porque la vida sin sentido del humor acaba estando muy cerca del infierno, que son –como dijo aquel, y con cuánta razón- los otros, o al menos algunos, como por ejemplo Evaristo, el regresado de las neblinas legendarias del pasado. 

      “¿Qué tal te va la vida?”, os preguntáis casi al unísono, como premisa obligada para mantener un coloquio en el que las preguntas importan menos que las respuestas, aun importando un pito ambas, sin saber muy bien ninguno de los dos qué sentimientos desempolvar, qué grado de efusión dispensaros, cómo medir los gestos de confianza para que no resulten intrusivos y para que a la vez no se queden cortos en la demostración del afecto. Os escrutáis, buscáis un tema de conversación para que el cara a cara no se quede en una cara artificialmente sonriente frente a otra cara artificiosamente sonriente, pero no resulta fácil: “Te veo más gordo”, diagnostica Evaristo, que también está más gordo. 

El reencuentro con un viejo amigo que ya es más viejo que amigo tiene, en fin, sus complicaciones, y de ahí que sea una experiencia que todos procuramos evitar siempre que esté en nuestra mano, ya que los viajes al pasado no suelen traer nada bueno más allá de las recreaciones poéticas en torno al tiempo perdido y ese tipo de coplas. Bien es verdad que, gracias a esos reencuentros casuales, tienes la suerte de enterarte de primera mano de los avatares que han marcado la vida del Evaristo de turno desde que no os veis: su matrimonio o su divorcio, su cambio de profesión o de casa, sus viajes a regiones exóticas, sus aficiones. Eso cuenta sin duda para ti como ganancia de sabiduría. Pero no todo resulta edificante: “Antes tenías más pelo”, te informa Evaristo. Le señalas que él está completamente calvo, y te replica que la calva es sexy. Que lo malo es tener cuatro pelusas. “¿Cómo es posible que no hayas estado en Bora Bora?” Y entonces te cuenta que va a hacer obras en su chalet para instalarse un gimnasio con sauna. 

“A ver si quedamos”. Sí. “Y vigílate esa barriguita”. Vale.


(Publicado el sábado en la prensa.)


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domingo, 14 de agosto de 2016

ENTREVISTA


(Revista de Letras. Suplemento de LA VANGUARDIA)

Benítez Reyes: “La voluntad también puede ser azarosa”

 

11 agosto 2016


Por GONZALO GRAJERA

Tras casi diez años de silencio, Felipe Benítez Reyes (Cádiz, 1960) acaba de publicar su última novela, El azar y viceversa, en la editorial Destino. La obra nos narra la historia de un menesteroso, de un superviviente, de un buscavidas, de un pícaro del siglo XX cuya biografía se encuentra sometida, sin descanso, a lo inesperado de los imprevistos, de la sorpresa, de la siempre enigmática fortuna. Como escenario, diferentes ciudades del sur de España y una época que discurre entre los años sesenta, setenta y ochenta. Benítez Reyes es autor de novelas, de ensayos y de libros de poemas; una extensa obra traducida al inglés, al italiano, al ruso, al portugués… Premiado con el Nadal por su novela Mercado de espejismos (2007) y el Nacional de Poesía por Vidas improbables (1996). Conversamos en una tarde de junio con Benítez Reyes, y este es el resultado.

¿Para tanto da la picaresca en España, que hasta es un género literario que perdura cinco siglos y llega a su novela?
Es posible que los grandes patrones narrativos no caduquen. No son procedimientos que se agoten por sí mismos. Se pueden parodiar, actualizar o transgredir, según lo que cada cual pretenda. El riesgo tal vez esté en limitarse a reproducirlos sin una marca distintiva.


El azar y viceversa… El protagonista de la obra siempre deambula entre la fortuna y la adversidad, como todo pícaro. Pero ¿cuál es del azar y cuál es de la viceversa? ¿Se podrían entender la una sin la otra?
El título de la novela pretende sugerir una especie de proposición disyuntiva, aunque un tanto artificiosa. El azar tal vez no tenga un antónimo exacto, ni siquiera la voluntad, que también puede ser azarosa. El protagonista está instalado en una inestabilidad continua. Y acaba comprendiendo que todo lo que se alza puede derrumbarse, que en cualquier momento puede perderse todo cuanto se consigue, tanto lo material como lo abstracto.


Dosis de humor salpican la novela. Un humor que le sirve al personaje para aliviar sus desgracias, no para entonar el chiste fácil. ¿Es ese el humor que le interesa a Felipe Benítez Reyes en la literatura?
En esta novela, el humor es el recurso que me pareció válido para poder contar una historia dramática de forma verosímil. Una historia dramática contada en tono dramático tiene sus riesgos, ¿verdad? Para mí, el humor consiste sobre todo en jugar con el pensamiento. Con la formulación imprevista. Con la descripción inesperada de la realidad.


Pueblos como Rota o Jerez de la Frontera y ciudades como Sevilla o Cádiz son lugares que aparecen en la novela y cuyos personajes ofrecen personalidad a la prosa del texto. ¿Cuál es, si la hay, la riqueza y la originalidad del habla andaluza? ¿En qué se manifiesta?
Andaluces eran los hermanos Álvarez Quintero y andaluces fueron Bécquer y Cernuda. No hay un patrón. El estilo no suele ser regional. Es menos autonómico que autónomo. Pero hay unas características de habla que, por supuesto, se reflejan en la escritura. La musicalidad de la frase o el afán metafórico, por ejemplo.


El azar y viceversa posee una sintaxis que evoca a la de los grandes clásicos de la literatura española… ¿Cree que tanta lectura de obras traducidas ha evaporado las singularidades sintácticas del español?
Un poco tal vez sí. Algunos autores jóvenes tienden a la frase corta. A la expresión sintética. Con muchos puntos. A mí me gustan las oraciones subordinadas, que suelen ser menos subordinadas de lo que parecen a primera vista.


Abunda el tono coloquial, pero también la elaboración, la redacción, de la lengua. ¿Qué ha pretendido con el uso de estos dos registros?
Mi pretensión era la de mantener un tono coloquial en un texto muy cargado de estilo. Equilibrar esos dos elementos que suelen ser incompatibles. Ese fue uno de los retos. El más complicado después de la configuración psicológica del personaje.


Como lector, ¿qué le exige Felipe Benítez Reyes a una buena novela?
Pues precisamente eso: que sea buena. Cada cual tiene sus parámetros de valoración, claro está. Lo peor que puede pasar es que al leer una novela tengas la impresión de estar perdiendo el tiempo.


Muchos han insistido en el sesgo tradicional de esta novela, pero en ella se introducen también elementos desconocidos en la novela picaresca, como el uso de la tercera persona para medir distancias en el relato. ¿Le ha interesado esta comunión entre la tradición y la novedad?
Es que escribir al margen de la tradición tal vez implique una arrogancia que sólo está al alcance no ya de los arrogantes, sino sobre todo de los imprudentes. Cuando te pones a escribir una novela, conviene tener claro que antes que tú han escrito Dickens, Cervantes o Nabokov, por ejemplo. A ningún médico se le ocurriría renegar de la tradición de la ciencia médica, a menos que tenga vocación de curandero.


¿Considera que solo así, de la mano de la tradición y del aporte personal, puede nacer algo verdaderamente rompedor con toda estética y con todo precedente?
Las rupturas con la tradición ocurren dentro de la tradición. Es más, son consecuencia de la tradición misma. Octavio Paz hablo de “la tradición de la ruptura”. Ese afán rupturista va en el lote. Pero, en fin, la tradición, más que romperla, quizá convenga limitarse a modularla.


Si comparamos la biografía de su protagonista con la de cualquier protagonista de la picaresca del Siglo de Oro, vemos que no se distancian demasiado. ¿Tan poco hemos evolucionado?
En lo esencial, el ser humano varía poco. Nace, crece, procura instalarse en el mundo, intenta ganarse la vida, se enamora, se desalienta, disfruta cuanto puede y al final se muere el día menos pensado.


¿Qué necesita un personaje para resultar creíble en una novela?
Imagino que muchos matices, pero sobre todo el de mantener una coherencia psicológica que refleje también la incoherencia intrínseca que padecemos los seres reales.


Frases de la novela como “cuando el espíritu se nos pone miserable, la verdad y la mentira se funden en algo que no es mentira ni es verdad” encajan en un libro de aforismos, ahora tan de moda. ¿Alguna publicación próxima en la cabeza?
Escribo algunos aforismos, pero no me gustan los aforismos. Es una contradicción que no logro interpretar. Siempre suenan a falso, a ocurrencia artificial… No sé. A lo mejor algún día me aplico el castigo de reunirlos y publicarlos.


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domingo, 7 de agosto de 2016

EL SUSPENSE



 (Publicado ayer en prensa)

El hecho de que estemos viviendo una situación política especialmente absurda no supone que se trate de una situación carente de una lógica interna bastante sólida. Es incluso posible que, más que a la exhibición de un comportamiento disparatado por parte de nuestros aspirantes a poderosos, estemos asistiendo a un ejercicio modélico de coherencia, al menos en el ámbito desconcertante de la paradoja. Intentemos dilucidar, en fin, ese misterio en el que nada es lo que parece y en el que todo es con exactitud lo que parece…

            El PP ganó las segundas elecciones con un resultado de mejora con respecto a las primeras, aunque con la peculiaridad de que se trató de una derrota más rotunda que la precedente, en tanto que el incremento de su mayoría simple no ha hecho sino acentuar su aislamiento y su imposibilidad de formar un gobierno consensuado. El PSOE, por su parte, ha recurrido a una estrategia pintoresca: adoptar el papel de ganador moral tras su catástrofe electoral, hasta el punto de que el candidato Sánchez parece no tener una conciencia clara de en qué consiste un candidato: un ente necesariamente renovable en el caso de que los votantes no se dejen seducir por su candidatura, a no ser que pensemos que el candidato idóneo de un partido es ese mártir que va perdiendo votos a cada día que pasa. En cuanto a Unidos Podemos, se ha demostrado que una alianza no conlleva necesariamente un mayor cupo de poder, sino en cualquier caso una mayor codicia estratégica, con ese inconveniente tan molesto que tienen las estrategias: el de acabar siendo fallidas. Y es que a veces la suma resta, ya que estamos en el territorio, como dije, de la paradoja. El caso de Ciudadanos, por su parte, resulta peculiar: una derecha moderada que procura promover el discurso del ultraliberalismo como una ideología filantrópica e incompatible con cualquier tipo de corrupción. No lo tiene fácil, claro está, lo que no impide que su distanciamiento enfático con respecto al PP, para evitar que se los considere intercambiables, le haga moverse, a falta de tierra propia, en tierra de nadie, en funciones de comodín potencial de quien se preste a alquilarle su partitura para violín y oboe. 

            Pintado quede el cuadro, en fin, con brocha gorda.

            Salvo que los políticos en pleno decidan que el gobierno idóneo es el de la ingobernabilidad, lo mejor está por venir. El PP difícilmente podrá redimirse de su condición de aliado tóxico para cualquiera. El PSOE, si decide no abstenerse en la investidura, estaría obligado a pactar con quienes lo ven no como socio, sino como presa. Podemos mantendrá su actitud de paciencia impaciente, a la espera de asaltar los cielos. Ciudadanos seguirá moviendo el bolso en la esquina. Las minorías nacionalistas, como siempre: al mejor postor. Y nosotros entre estupefactos y pasmados ante el misterio.

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jueves, 4 de agosto de 2016

SURTIDO DE TRUMPERÍAS

Un gallo canta un réquiem en Wisconsin cada vez que Donald Trump se tiñe de rubio pollito.


Si Donald Trump tuviera dos dedos de frente, el flequillo le quedaría un poco más atrás.


Más que de presidente de EEUU, Trump tiene pinta de tesorero del PP.


El verdadero lío vendrá cuando los republicanos descubran que Donald Trump es el hijo secreto de Zsa Zsa Gabor y de Boris Yeltsin.

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