martes, 31 de mayo de 2016

RESEÑA

Reseña de Juan Carlos Sierra en Estado Crítico:

http://www.criticoestado.es/el-final-es-un-principio-en-este-festin-literario/

(Flores aparte, una buena lectura.)

lunes, 30 de mayo de 2016

EL AVARO Y SU PLATA PAULATINA


(Una miniatura narrativa)

De tanto contar cada noche sus monedas de plata, la mano derecha se le volvió de plata. Se la cortó y la guardó junto a sus monedas de plata.

Ahora cuenta sus monedas de plata con la mano izquierda, que ha empezado a platear.

Y ya veremos.


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domingo, 29 de mayo de 2016

LOS OCULTOS



 (Publicado ayer en prensa)

De pequeño, iba uno con frecuencia al cine con un propósito bastante raro: pasar el mayor miedo posible durante aproximadamente una hora y media, tiempo de irrealidades y de terrores fantasiosos que solía extenderse a la duermevela y que se prorrogaba, si había mala suerte, en el torbellino descontrolado de los sueños, que tienden a ser muy hospitalarios con todo aquello que se nos instala en el subconsciente, tal vez el departamento más abstracto y más complicado de nuestro organismo. El conde Drácula o las momias vivientes nos proporcionaban el disfrute raro del canguelo. El Hombre Lobo nos hacía temer el plenilunio. Las mujeres vampiras nos formaban un lío entre el deseo en estado impuro y el pánico en estado puro. Entrabas en la sala con una expectativa de disfrute a través del sufrimiento y casi nunca salías decepcionado, ya que el conde y sus novias tenían al fin y al cabo que alimentarse, y las momias vivientes estaban en el mundo para lo que estaban, y el licántropo andaba esclavizado por la luna.

            El tiempo suele traer consigo el que las ficciones de voluntad aterradora acaben dándonos risa, hasta el punto de convertir en personajes cómicos a Fu Manchú o a Fantomas, que en su día nos las hicieron pasar canutas. Nos dan miedo, en fin, otras cosas más indefinidas, menos truculentas. Como por ejemplo, no sé, los comentaristas espontáneos que nos han deparado en avalancha los avances tecnológicos: esos que cada mañana, nada más encender el ordenador, se asoman a los periódicos y a las redes sociales para ejercer su derecho no sólo a la libertad de expresión, sino también a la libertad de explosión, tanto verbal como anímica, generalmente bajo un nombre fingido. Eso sí que da miedo y no Christopher Lee saliendo de un ataúd.

            Lees en pantalla un artículo o una noticia y sabes que lo espeluznante empieza tras su punto final, en esa sección de comentarios en que unos seres con nombre de robot o de mascota exhiben su desprecio no ya por la gramática y la ortografía, no ya por el criterio ajeno, no ya por las técnicas budistas de control sobre las emociones, no ya tal vez por sí mismos, sino también, y sobre todo, por la facultad de distinguir un razonamiento de un vómito, una argumentación de una embestida de carnero. Quiere uno pensar que no se trata de psicópatas ni de sociópatas, sino de personas normales con las que te cruzas a diario y que en su vida social ocultan al Hyde de su Jekyll. Gente que en su trabajo sonríe a otra gente. Gente que sólo echa espumarajos por el pensamiento cuando se siente a salvo en su cueva, bajo el amparo de un pseudónimo.

            Los llaman “troles”, en homenaje a los gigantes bestiales del folklore escandinavo. Ejercen su labor de forma gratuita y generosa, como una aportación desinteresada a la comunidad. No buscan hacer justicia, sino daño, pero en el fondo son como el conde Drácula, que sólo mataba para comer.

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sábado, 28 de mayo de 2016

(Si se confirma que la tumba encontrada es la de Aristóteles, no debemos perder la esperanza de que algún día encuentren la del andrógino platónico.)

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UNA ENTREVISTA



"LA ESCRITURA TIENE UN LADO ANGUSTIOSO, Y ESO NADIE TE LO PAGA"


lavozdelsur.es
http://www.lavozdelsur.es/la-escritura-tiene-un-lado-angustioso-y-eso-nadie-te-lo-paga
28-5-2016

JUAN CARLOS GONZÁLEZ GARCÍA

Hemos tenido la oportunidad de hablar con Felipe Benítez Reyes sobre esta nueva novela y su escritura. En El azar y viceversa el protagonista nos va narrando su propia vida, sus aventuras y desventuras, en primera persona. Nos cuenta cómo ha ido creciendo en Rota, con sus soldados y su mar, a través de oficios diversos, engaños y desengaños… Felipe Benítez Reyes maneja muy bien el ritmo narrativo, la palabra justa y la reflexión pertinente. 

Al principio de su nueva novela, 'El azar y viceversa', el narrador habla de “la existencia  como una sucesión de piruetas en el vacío”. ¿Una vida sólo es eso?

Según se mire desde el ángulo del optimismo o del nihilismo, entre otros muchos ángulos posibles. Por mucho que nos empeñemos, todas las vidas terminan con la misma frase: “Y un día de tantos se murió”, lo que no quiere decir que lo anterior no merezca la pena, sino todo lo contrario.

Hay una relación entre existencia y narración: “Disfrutamos de la facultad de narrarnos”. ¿Por qué esa primera persona, al viejo estilo?

En la narración en tercera persona no me siento cómodo. Me gusta como lector, pero no como escritor. No domino la omnisciencia, digamos. La primera persona permite la duda, el aturdimiento, la mera conjetura. El narrador sabe tanto como desconoce.

El protagonista sigue una norma básica, de su padre: “Dejarme fascinar por todo sin caer en la ansiedad de pretender poseerlo, de querer interpretarlo ni de procurar trascenderlo”. ¿Qué significa? ¿Realmente la sigue el protagonista?

Lo procura al menos. Pero, a la hora de la verdad, parece comprobado que las guías espirituales y morales no sirven de mucho. Las circunstancias suelen mandar sobre los principios.

En la novela no sólo aparecen las peripecias vitales del protagonista, sino también un retrato social de su pueblo, Rota…

Sí, en la primera parte procuro dar una panorámica de mi pueblo en la década de 1970. Entonces había una presencia muy vehemente de la colonia militar norteamericana, y aquello creó un espacio sociológico bastante peculiar, por no decir que bastante anómalo, y también unos escenarios pintorescos con respecto a la realidad española de la época.

Ha sido un proceso creativo largo… ¿Dónde han estado las mayores dificultades?

En los equilibrios. Es el relato completo de una vida, y había que armonizar la evolución de un pensamiento y de una conciencia, jugar con diferentes registros estilísticos y con diferentes puntos de vista, dar una coherencia al personaje dentro de lo incoherente que suele ser el fluir de cualquier existencia… Entre otros aspectos, claro está. Escribir no es fácil.

¿Qué narradores le sirven de modelo?

Ya es un poco tarde para tener modelos. Cuando empieza, uno quiere ser Cervantes, Shakespeare, Proust y Homero juntos. Luego se conforma con ser uno mismo.

¿Cuáles son sus rutinas creativas, tanto en poesía como en novela?

La novela requiere un trabajo continuado, algún tipo de disciplina, porque de lo contrario aquello corre el riesgo de estancarse. Un poema tiene una ejecución más rápida, como es natural, pero un periodo de reflexión previa que también puede durar años.


¿Es posible vivir de la escritura? ¿Es tan bonito como parece…?

Depende. Pero sí. Convirtiéndote en una especie de artista de variedades literarias. ¿Bonito? En la medida en que te ganas la vida con lo que te gusta, sí. Pero no olvidemos que la escritura tiene un lado angustioso, y eso nadie te lo paga, porque es un factor que está fuera del mercado.


¿Se publica más de la cuenta? ¿Hay, quizás, demasiadas editoriales? ¿Hay cauces, instituciones, medios, que orienten al lector ante tanto libro?

La impresión digital ha tomado el relevo de las instituciones oficiales en cuanto a la divulgación de libros que casi nadie lee. El problema no es que alguien tenga el capricho de publicarse un libro con sus poemas o con sus pensamientos profundos, sino pretender situarse con eso en la historia de la literatura y en el mercado. Ahí suelen venir los líos. Por lo demás, la única guía para un lector suele ser el instinto ante las novedades y la lealtad a los autores que aprecia.

¿Qué proyectos tiene? ¿Qué está escribiendo?

Tengo proyectos, pero he acabado muy cansado de la escritura de esta novela, de modo que, a efectos prácticos, como si no los tuviese.

miércoles, 25 de mayo de 2016

EL MAR



Jorge Luis Borges, en una de las clases que impartió en la Universidad de Buenos Aires, expuso al alumnado lo que sigue: “Coleridge viajó a Alemania y se dio cuenta de que no había visto nunca el mar, a pesar de que lo había descrito admirablemente, inolvidablemente, en su poema The Ancient Mariner. Pero el mar no le impresionó. El mar de su imaginación era más vasto que el mar de la realidad”. (Algo más adelante, Borges le atribuye a Coleridge, por cierto, la condición de haber sido “un teólogo de Shakespeare”.) 


Jules Verne, un escritor que suele resultar aburrido a fuerza de querer ser entretenido, formuló esta hipótesis: “Las masas líquidas transportan las más grandes especies conocidas de mamíferos, y acaso oculten moluscos de talla considerable, crustáceos que dé miedo contemplar, tales como serían langostas de 100 metros o cangrejos que pesasen 200 toneladas. ¿Por qué no? En otras épocas, los animales terrestres contemporáneos de las edades geológicas, los cuadrúpedos, los cuadrúmanos, los reptiles, los pájaros, estaban construidos  sobre modelos gigantescos. El Creador los había arrojado a un molde colosal que el tiempo redujo poco a poco. ¿Por qué el mar, en sus profundidades ignoradas, no habría guardado esos colosales restos de la vida de otra edad; él, que no se modifica nunca, mientras que el macizo terrestre cambia casi incesantemente? ¿Por qué no habría de ocultar en su seno las últimas variedades de esas épocas titánicas, cuyos años son siglos y sus siglos milenios?”. (De lo que no cabe duda es que una langosta de 100 metros sería el sueño de cualquier pescador y de cualquier restaurante californiano.) 
 
El poeta renacentista Francisco de la Torre escribió un soneto en que describe el mar a través de la metáfora de un caballo: “Espumoso caballo en quien procura / ser señal, como estrella, el norte frío; / carreras se le imponen a tu brío / y pasos se le miden a tu altura”. Y así sucesivamente.


Swinbourne le otorgó la cualidad de “madre grande y dulce”, de “amante y madre de todos los hombres”, aunque en este particular habría que recabar tal vez la opinión de los náufragos. El poeta vasco Blas de Otero se atrevió a imaginarlo como “un himen inmenso”, de modo que podemos calcular las proporciones de la doncella. Para el poeta chileno Vicente Huidobro, el mar es un azar. El también chileno Pablo Neruda confesó lo siguiente: “El hecho es que hasta cuando estoy dormido de algún modo magnético circulo en la universidad del oleaje”.


El mar pasa por ser azul, aunque se trata de una simplificación, ya que también puede ser del gris de la plata, verde –muchos verdes-, ambarino o blanco fantasmagórico, o incluso todos ellos a la vez, en parte porque su cromatismo depende de los caprichos solares, ya que el astro Sol es aficionado a pintar marinas, en especial a la hora del crepúsculo vespertino, de igual modo que la luna se distrae en convertir la superficie marina en algo parecido a esas bolas de espejos que giran en el techo de algunas discotecas. 


Sobre todo en los días tormentosos, el mar también puede presentar el color sin color de los escenarios de la pesadilla.


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viernes, 20 de mayo de 2016

ECHANDO EL RATO EN NADA...




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Los libros pueden ser el reino natural de la fantasía, aunque su propósito último tal vez consista en convertirse en una interpretación de la realidad, así se apoyen en ensueños y en quimerismos, en patrañas y en leyendas, cuando no en puros disparates.


            Collin de Plancy publicó en 1826 su Diccionario infernal, un recuento de seres diabólicos, prodigiosos, sorprendentes, venerables o sobrenaturales, según el caso. Una especie de Gotha de los inframundos. Una suerte de vademécum de anomalías celestiales, infernales y terrestres.


            El autor puso al frente de su catálogo de portentos la siguiente apreciación de Plutarco: “El hombre supersticioso teme la tierra y el mar, el aire y el cielo, las tinieblas y la luz, el silencio y el ruido. Tiene miedo incluso de sus sueños”.


            En una tarde ociosa, abre uno ese compendio de sobrenaturalezas y se deja llevar: “Cavadrio: pájaro inmundo, según el Deuteronomio. Nosotros no tenemos conocimiento de él, pero los rabinos aseguran que se trata de un ave maravillosa cuya mirada curaba la tiricia. Para ello, era necesario que el enfermo y el pájaro se mirasen fijamente, porque, en caso de apartar Cavadrio sus ojos, el enfermo moriría en el acto”. Y cambiamos de tercio: “Belaam: demonio de quien sólo se sabe que el 8 de diciembre de 1632 entró en el cuerpo de la hermana Juana de los Ángeles, religiosa de Lodoun”. (Escaso currículo para un demonio, en fin: una sola posesión.) 


Poco después nos encontramos con la biografía de Belfegor, demonio de los descubrimientos y de las invenciones ingeniosas, aunque algunos rabinos lo consideran el demonio del pedo. Behemoth, por su parte, sería un demonio pesado y estúpido, glotón y lujurioso, que desempeñaría en el infierno el cargo de sumiller, en tanto que el bello Belial, aparte de ser uno de los más altos jerarcas infernales, ostentaría el rango de demonio de la sodomía, lo que no fue obstáculo para que Salomón lo pusiera cautivo dentro de una botella junto a todas sus legiones, compuestas por 522.200 diablos, de modo que pueden ustedes imaginarse el tamaño de la botella, aunque en asuntos de magia las cosas suceden al margen de las proporciones lógicas. 


            No faltan en el diccionario de Collin de Plancy las vidas ejemplares, como antídoto contra tanta diablura. La de san Salvio, obispo de Albi, pongamos por caso, que, tras padecer unas descompasadas calenturas y ser dado por muerto, sanó milagrosamente, extremo que le entristeció: “¡Ay, Señor! ¿Por qué me habéis devuelto a este lugar tenebroso?” Tampoco escasean los poseedores de habilidades utilísimas, como por ejemplo el cirujano y alquimista medieval Leonardo Fioravanti, que se jactaba de pegar las narices mutiladas. 


También hay lugar para el relato de competiciones pintorescas, como la que sostuvo la bruja Dominguina Maletuna con una rival: el reto de saltar desde lo alto de una montaña de los Pirineos y salir con vida de la prueba. (No hace falta decir que Dominguina resultó vencedora.) 


Quimeras y quimeras y quimeras. Pasatiempos sombríos de la imaginación. Supersticiones miedosas. Cuentos para dormir con un ojo abierto y el otro cerrado, mientras la luna espectraliza la tiniebla, y el subconsciente aúlla, y la razón se da por vencida. O algo así. 

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jueves, 19 de mayo de 2016

UN POEMA RECIENTE

(Este poema, de aire cancioneril, de los que voy escribiendo.)



DE LOS TRES CABALLEROS


Por la madrugada van
los tres caballeros.

Con sus bastones de oro,
sus relojes de oro,
sus monedas de plata.

Los tres
por la madrugada.

Los caballeros.

Con sus sombreros de luna,
sus pensamiento de luna,
los caballeros:

tu pasado, este presente
y el futuro.

En la madrugada lenta
en la que el tiempo
no es tiempo.

Por la madrugada del tiempo
van los tres
caballeros.
Hablándote de ti,
soñándote.

Los caballeros –los tres-
de la madrugada.  

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miércoles, 18 de mayo de 2016

(La memoria es rara: no sólo contiene el pasado, sino también la ensoñación de todos los futuros.)


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INICIO DE LA NOVELA

Aquí se pueden leer las primeras páginas: http://static0.planetadelibros.com/libros_contenido_extra/33/32181_El_azar_y_viceversa.pdf

lunes, 16 de mayo de 2016

EL CONTROL



Como concepto genérico, y a pesar de su polisemia, el poder no tiene nada de malo ni de peligroso, al menos en principio, como tampoco lo tiene el concepto de “veneno” o el de “alimaña”, siempre y cuando no ingiramos un veneno ni nos topemos con una alimaña, claro está. Como concepto aplicado, la cosa cambia un poco: en cuanto alguien llega al poder, ya no sabe uno si se ha vuelto poderoso a secas o si se ha vuelto loco de remate, por esa cosa intrínseca de psicopatología napoleónica que promueve el mando sobre el prójimo, ya sea a escala de concejal o de ministro, por no hablar aquí del trastorno de egolatría visionaria que suele afectar a los ex presidentes de Gobierno, asunto que requeriría un tratado específico, con muchas notas a pie de página.

            Nos preguntamos, con un tono de ligera desolación, qué ha fallado para que nuestros organismos públicos se hayan convertido en un vertedero de corrompidos y de buscavidas, y la respuesta no sólo es compleja, sino que admite respuestas muy variadas, que es tal vez de las peores cosas que pueden pasarle a una pregunta. 

De entrada, los políticos llegaron a la conclusión corporativista de que tenían que estar bien pagados para atraer al servicio público a los mejores, con la mala suerte de que los mejores se quedaron donde estaban y que los sueldos y privilegios que la clase política se adjudicó a sí misma acabaron sirviendo de reclamo irresistible para una tropa variopinta de incompetentes y de espabilados…. Pero no nos rebajemos a hablar de dinero, como si fuésemos unos vulgares magnates, y centrémonos en otra de las respuestas posibles: lo que ha fallado son tal vez los mecanismos de control no ya sobre las fechorías lucrativas de nuestros gobernantes, sino sobre sus delirios cotidianos, que también se las traen. 

            Un alcalde, pongamos por caso, decide construir una rotonda en cuyo centro luzca la escultura de bronce de un aguador con su borriquillo o bien un chirimbolo conceptual que homenajee a la Constitución, pues de todo puede haber. Como ocurrencia es respetable, pero, en una democracia madura, se activaría de inmediato el mecanismo de control sobre el delirio institucional, gestionado por un organismo creado ex profeso, que llamaría a capítulo al alcalde fantasioso y que, con el apoyo de un profesional de la psicología, le haría entender que ni la rotonda ni la escultura son elementos sociales de primera necesidad. Y lo mismo si un regidor decide construir una Ciudad de la Justicia, una plaza de toros cubierta, un museo etnográfico, una piscina olímpica, un aeropuerto en medio de la nada o un monolito coronado por la imagen milagrosa de la patrona de la villa.

            Eso es tal vez lo que necesitamos. Ese organismo de control. Con el inconveniente, por supuesto, de que habría que crear otro organismo de control para controlar ese organismo de control. Pero seamos positivos.

(Publicado el 14-5-2016 en la prensa)

BOOKTRAILER

https://www.youtube.com/watch?v=QHzYIPMwbQQ

ENTREVISTA

Una entrevista en los periódicos del Grupo Joly:

http://www.diariodecadiz.es/article/ocio/2284189/me/interesa/humor/como/recurso/ante/las/cuestiones/graves.html
 

RESEÑA

Una reseña de María Ángeles Robles, en los periódicos del Grupo Joly:


http://www.diariodesevilla.es/article/ocio/2285340/todas/las/vidas/posibles.html

viernes, 13 de mayo de 2016

FIRMA Y PRESENTACIÓN

Hoy, de 7 a 9 de la tarde, estaré en la Feria del Libro de Cádiz firmando ejemplares en la instalación de la librería Manuel de Falla.

Mañana sábado, a las 8.30 de la tarde, en el salón del Baluarte de la Candelaria, haré una especie de presentación-charla sobre la novela.

lunes, 9 de mayo de 2016

lunes, 2 de mayo de 2016

(OTRA RESEÑA...)

Lo siento, pero ahora toca ponerme cargante con esto....
Una reseña en Culturamas
 
http://www.culturamas.es/blog/2016/05/01/felipe-benitez-reyes-retorna-a-la-novela-con-el-azar-y-viceversa/

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domingo, 1 de mayo de 2016

EL APLAUSO MISTERIOSO

(Publicado ayer en prensa.)



Como broche de esta legislatura exprés, nuestros diputados, una vez disuelta las Cortes, se han dedicado a sí mismos, puestos en pie, como en las plazas de toros tras una gran faena, una cerrada ovación. ¿Qué aplaudían exactamente? Resulta difícil adivinarlo, en parte porque me temo que ni ellos mismos sabrían precisar el motivo de su impulso entusiasta, más propio de unos autómatas sin sentido de la oportunidad que de unas personas a las que se les presupone esa cosa tan abstracta y de aplicación tan versátil que conocemos como “sentido de Estado”, que es una especie de séptimo sentido que lo mismo sirve para un roto legislativo que para un descosido constitucional, cuando no para justificar los sinsentidos más desconcertantes. 

¿Aplaudían tal vez su incapacidad para mantener un diálogo razonable y efectivo? ¿Aplaudían quizá lo bien que se lo han pasado manteniendo reuniones que de antemano sabían estériles, con la mentalidad despreocupada de unos timadores disfrazados de prohombres? ¿Celebraban su habilidad como tahúres políticos que predican su desvelo por la consecución del bien común, así las circunstancias impongan que acaben actuando en contra del bien común? ¿Aplaudían acaso, con alivio, su liberación del mandato plural que les hicieron las urnas? 

Si se tiene en cuenta que lo coherente y lo decente hubiese sido que salieran del Congreso con el rabo entre las piernas, abochornados ante todo el país por su fracaso estrepitoso a la hora de gestionar razonablemente la voluntad del pueblo al que representan, es posible que la razón profunda de ese aplauso quede como uno de los grandes misterios de la historia de nuestra democracia, y no estaría mal que Iker Jiménez convocase a unos expertos en ocultismo para intentar desentrañar las claves de ese comportamiento lunático. 

Sea como sea, no me cabe duda de que las generaciones futuras de politólogos analizarán a conciencia ese aplaudo ostentoso, estentóreo y extemporáneo, y tal vez lleguen a la conclusión de que fue consecuencia no sólo de la alegría natural y telúrica que caracteriza a nuestro país en los momentos difíciles, sino también una muestra palmaria de que la alta política española tiende a regirse por el patrón de la juerga y la flamenquería, con el remate ineludible de unas buenas palmas por bulerías o por tangos, así sea en el entierro de la legislatura más absurda, más decepcionante y más inútilmente costosa de nuestra historia reciente.

Lo de aplaudir es como lo de comer cacahuetes: una vez que empiezas, no sabes parar. De modo que no me extrañaría que, tras las elecciones, cuando vuelva a constituirse el Congreso, sus señorías inicien la legislatura con un emocionado aplauso de bienvenida al día de la marmota, porque si los resultados son –como se prevé- similares, más les vale aplaudir que llorar.

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