sábado, 30 de julio de 2016

LA BLANCURA

(Me acuerdo de la mancha de aceite -con forma de mapa de un país ilusorio- en el cartucho de papel blanco de las patatas fritas que un chavalillo vestido de blanco vendía por la playa, con su pregón en bucle y su bandeja de mimbre, compitiendo en oferta con el vendedor de camarones, vestido también de blanco, también con su pregón monótono, también con su bandeja de mimbre, aunque recubierta la suya por un paño húmedo y blanco, por la exigencia del género.
Me acuerdo de la blancura del sol cuando lo miraba de frente, en la orilla, ante el animal de espuma blanca que resonaba.
Hoy mi tiempo va hacia atrás, en fin, no sé muy bien por qué, por un camino blanco.)

1 comentario:

Silvio SALVATICO dijo...

Aparte del barquillero y el del carrito del helado, recuerdo un hombre mayor deambulado por la playa vestido entero de blanco impoluto, con su delantal y su gorro. Este hombre canturreaba para anunciar su producto, ¡ Gofre parisién!, ¡ Patatas fritas! ¡ gofre parisién !. Ahora se que el Gofre es el dulce belga por excelencia, pero para mi el Gofre siempre será de Paris, son cosas que quedan ahí, parece algo simple, pero forma parte imborrable de los que crecimos en sintonía con la naturaleza.
Ahora es internet quien vigila no solo los juegos, sino también: los sueños de los niños.