sábado, 13 de agosto de 2011

UN PERIÓDICO ABANDONADO


Se sube uno, de mañana, a un tren, ocupa su asiento y se encuentra con el ejemplar de un periódico que un viajero madrugador ha abandonado allí, como si ya se lo hubiese aprendido de memoria. Un periódico abandonado tiene siempre algo de misterioso, de inquietante, de objeto profanado, sin esa rigidez crujiente del periódico aún sin abrir. Los pliegos están un poco dislocados, su textura es ya fofa. El viajero más madrugador que tú viene de otra provincia, y ese periódico que encuentras ofrece, aparte de la información generalista, una información eminentemente provincial, como tiene que ser.

Lees un titular enigmático: “La banda del Carmen abrirá el cortejo de Servitas tras la coronación”, y te preguntas qué será Servitas, y te preguntas qué coronación será esa, porque aquí las coronas están ya repartidas. Lees: “La rotación de coches en Santa Brígida aumentó en un 92% de junio a julio”, y te imaginas un carrusel imparable de coches en un lugar que no aciertas a imaginar, porque Santa Brígida te suena a rotonda remota, a avenida periférica, a polígono industrial perdido entre arrozales o entre maizales o entre quién sabe qué, porque los polígonos industriales se elevan siempre en las chimbambas. “Halladas 20 cigüeñas muertas en el Berrocal”, y la imagen te sobrecoge: un cataclismo de plumas, de amasijos yertos de plumas, de cadáveres raros, con sus plumas muertas movidas por el viento, y la fantasía te susurra: “Igual se trata de un suicidio colectivo de cigüeñas”, porque con las cosas de la naturaleza nunca se sabe. A lo mejor -piensa uno- las cigüeñas estaban ya hartas de volar por ahí y llegaron a la conclusión de que lo mejor era morirse, porque la vida errante acaba siendo un incordio, por muy cigüeña que seas. O a lo mejor se suicidaron por el espanto de ser cigüeñas, por el horror de tener plumas, por la humillación de tener que poner huevos, por el vértigo de tener que vivir en las alturas. Y de repente una trama tragicómica: “Una mujer vuelve a su casa y encuentra a tres personas viviendo en ella”. Llevaba fuera varios meses y un amigo de confianza, que tenía las llaves, la había alquilado por su cuenta para ganarse un sobresueldo.

En la sección de entrevistas, un cantaor flamenco declara: “Me encanta cantarle a la tragedia y al amor e incluso al surrealismo. Yo soy muy cubista”. Una joven presentadora televisiva, por su parte, se confiesa: “Aunque pueda parecer raro o chocante, tengo la obsesión de fijarme, antes que nada, en los gemelos de los chicos. Luego alzo la vista y me detengo en los ojos”. Será, piensa uno, que la muchacha conoce a los chicos ya desnudos, o como poco en la playa, o tal vez ocurra que sólo conoce a chicos que llevan pantalón corto.

Llega uno a su destino, en fin, y deja el periódico en el asiento, para que siga la ronda.

5 comentarios:

Hugo Enojo dijo...

Felipe, eres un capo, me ha encantado, hace mucho que no toco un periódico en papel y me has traído de nuevo esa sensación.
Gracias

hiparco dijo...

Las noticias de la sección de provincias, al ser un resultado de descarte las más de las veces o de relleno, tienen un no se qué de remediable fiasco, de esperanzadora absolución final, de dificultad revocable en el tiempo y en el espacio, no como las otras, que parecen más bien, siguiendo siempre el tenor tortuoso de los últimos tiempos, de condenas bíblicas cuando no de tragedias edípicas, derivadas de alguna maldición antropológica o social; no, en las provincias si la noticia es un desajuste, más bien es de la sequía que aturde al periodista local que le impetra hacia una intrahistoria vecinal fácil de digerir, aunque no sea de nuestro gusto el plato del día.

Hugo Enojo dijo...

Felipe, la entrada me ha hecho evocar el viejo y querido aroma del papel impreso, el placer de ir recoorriendo las páginas noticiadas.
Un placer leerte, muy bueno.
http://ferranblasco.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Lo mejor es abrir un periódico abandonado y encontrar un poema en una hoja aparte, en un folio introducido allí por alguien. Yo me dedicaba a eso en una época, a meter mis poemas sin firmar dentro de los periódicos gratuitos. Pensaba que iba a cambiar el mundo.
Abrazos.

Anónimo dijo...

Felipe, necesito saber el nombre de ese cantaor que le canta al surrealismo y se declara cubista. Huele a tragedia, y a mí me encantan-sobre todo las que se pierden-.
Sin conocerlo me tiene entre sus incondicionales.



Uno de la Judería