martes, 5 de mayo de 2009

CINES DE VERANO



Antes, hace años, no muchos, cuando los especuladores aún andaban ocupados en desfigurar en el menor tiempo posible la costa mediterránea, había en mi pueblo cinco cines de verano. Permítanme recordarlos por sus nombres: Florida, Avenida, San Fernando, Playa y Royal Cinema.

El primero en caer fue el Cine Playa, que, como su nombre indica, tenía la mala suerte de estar pegado al mar y, por si fuera poco, en pleno centro. Ponían allí, en el Playa, películas de vampiros y de licántropos, lo que convertía aquello en una especie de templo del horror, y allí íbamos los niños a pasar miedo y angustia, excitados por las aventuras sanguinarias de aquellos engendros prodigiosos. Cuando había un par de segundos de silencio (antes del chirrido de los goznes de un ataúd, pongamos por caso), los espectadores oíamos las olas romper en la orilla, y nos daba la impresión de estar a bordo de un buque mágico y terrorífico. También ponían allí las películas del Enmascarado de Plata, el más enigmático de los héroes, con su acento mexicano, rey de la lucha libre, con su caperuza de escai brillante.

El Avenida no pasaba de ser una especie de corral de muros altos y blancos, con el suelo de albero, y también cayó pronto. El Florida llegó a tener dos salas, y era un cine más ancho que largo, y había en él un kiosco excelente y muy surtido, con cuencos de cotufas y altramuces. En el San Fernando pasaban películas de calidad, o algo parecido a eso, y recuerdo sus muros recubiertos de buganvilla y las siluetas de las cabezas de los chavales que se encaramaban desde la calle a esos muros floridos para ver las películas gratis, hasta que el acomodador se ponía de malas pulgas, los enfocaba con la linterna, los amenazaba con avisar a los guardias y aquellos espectadores clandestinos desaparecían de golpe y en cascada, igual que muñecos del pimpampún… Para reaparecer al rato, claro está, ávidos todos ellos de ficciones, así fuese en estado fragmentario.

El último en caer fue el Royal Cinema, que quizás era el cine de verano más hermoso del mundo, con sus diez mil metros cuadrados, sus muros cubiertos de madreselva, sus palmeras solemnes, su pantalla titánica… Daba igual qué película pusieran en el Royal, porque pagaba uno simplemente por entrar allí, por pasar allí un rato de la noche mirando las estrellas fugaces, el vuelo de alguna lechuza o el de las gaviotas noctámbulas. Estabas en aquel inmenso solar de los espejismos, con una bebida en la mano y con alguna chuchería, desentendido quizá de la película y de sus quimeras absurdas, con la mente ociosa, y te sorprendías de que el disfrute de unas horas de paraíso pudiera salir tan barato.

Hablo de aquellos cines como quien habla de fantasmas. Una parte de la infancia de muchos de nosotros estaba custodiada en ellos, porque allí aprendimos a convivir con mundos descabellados y con héroes portentosos. Allí quedó también algo de nuestra juventud, con una muchacha al lado que nos miraba como nadie nos había mirado hasta entonces, con sus ojos contagiados del fulgor de la pantalla. Pero para que alguien gane todos tenemos que perder un poco, incluida en ese poco nuestra memoria sentimental de los veranos, menos valiosa desde luego que un piso de tres dormitorios con garaje y trastero.

4 comentarios:

Javier Divisa dijo...

Habiendo vivido la realidad de aquellos cines de verano, precisamente en su pueblo me ha contagiado los recuerdos de aquellos amores tempranos frente a la gran pantalla del Royal Cinema, cine hermoso donde los haya. Recuerdo que en el cine Playa, una vez habían entrado mis amigos, llegué un poco tarde y no me dejaron entrar, Sin Aliento era para catorce y yo gastaba doce o trece por aquel entonces. Decidí esperarles en los futbolines, que también tienen su melancolía. Un abrazo.

Juan Carlos Palma dijo...

Esta entrada me ha llegado. De Rota recuerdo de no hace muchos años la tapia solitaria del Cine Victoria, y de Sanlúcar guardo recuerdos entrañables del Gran Cinema en la Calzada, abierto todavía cuando yo era niño y situado al lado de mi colegio. Sí,muy cerca de él estaba la famosa pintada de "Bruce Lee al poder" de la que hablé en mi libro Sopa de cine.

anthonyguinness dijo...

Aunque no sea un cine de verano sirva esta imagen para ilustrar este magnífico artículo:

http://www.flickr.com/photos/anthonyguinness/3427154118/

suso s, up dijo...

la memoria se me resiste.
creo que soy un olvidado, uno,
de los que no recuerdan nada.

(...y apareció exactamente el tres de picas. lo reconozco, dijo, me encantan los magos)