(Publicado el sábado en prensa)
Acabamos de dejar atrás un año de
rumbo incierto y entramos en un año que promete incertidumbres, de modo que lo
más probable es que sigamos por el estilo, salvo que todo decida ir a peor,
pues con las cosas de la realidad nunca se sabe… y casi mejor no saberlo hasta
que no quede más remedio que darse por enterado.
El gobierno
central sigue en precario y en vilo, con un presidente convertido no ya sólo en
un habilidoso funambulista, sino también en un crupier bondadoso que procura
repartir las cartas equitativamente entre quienes lo auparon a la presidencia
para que no le dinamiten en cualquier momento el podio y lo sometan de nuevo a
la incertidumbre no tanto de las urnas de la nación como a la incertidumbre
maquiavélica de las urnas de Ferraz. Como no podía ser de otra manera, la
política-ficción catalana seguirá vertebrando la realidad común, y no dejan de
resultar enternecedores los intentos del gobierno de Sánchez de contentar a quienes
no tienen contento posible más allá de sus pretensiones innegociables, pues
difícil resulta que quien aspira al disfrute del paraíso terrenal se conforme
con que le den dinero para mejorar unas cuantas carreteras o con que le regalen
un estatuto inaceptable para una nación oprimida. Por ahí el Waterloo está más
que cantado… para ambas partes, por mucho que la música de piano la ponga el
señor Puigdemont, ya sea en su calidad de fugado o de exiliado, que eso depende
del cristal con que se mire: el de las gafas de Borrell, pongamos por caso, o
el de las de Torra, por no meter en esto el cristal de las bolas de los
videntes, a los que por cierto es muy aficionado –según dicen quienes saben- el
exmuy exhonorable exseñor Pujol, padre de su patria e hijo adoptivo de la banca
andorrana.
De aquí a poco,
el gobierno tendrá que hacer frente a promesas difíciles, y, sin ir más lejos,
ya tiene ahí a los sindicatos desenterrando el hacha de guerra, porque los
sindicatos no se inventaron para formar orquestas especializadas en valses
vieneses. En cuanto a la política en su vertiente gore, parece ser que la
exhumación de Franco va a llegar un poco más tarde que el entierro de la
sardina. La realidad, en suma, y el deseo.
En Andalucía,
por su parte, andamos muy entretenidos. Gracias a la expansión de la escuela
filosófica del cuñadismo y del debate socrático de barra de bar, los cruzados
de VOX van a tener un papel decisivo en el arbitraje parlamentario, de modo que
dispondremos de unos árbitros que están más necesitados que nadie de arbitraje,
en el caso optimista de que tal cosa sea posible, sobre todo si deciden acudir
al parlamento a caballo y no en coche oficial.
No sé, se
supone que la incertidumbre agudiza el pensamiento. Pero eso –como todo- depende,
¿verdad? También está el cansancio. El ya vale. El venga ya.
.
2 comentarios:
¡Pues ya está! como diría aquel que nadie sabe quién es, pero todos parece que conocemos.
(Para romperse la camisa su artículo!. ¿Dónde se puede aprender a escribir así? (igual, no, claro, al menos, parecido?)
Una incertidumbre que me temo durará algun que otro año mas. Un placer leer tu reflexión.
Publicar un comentario