(Publicado ayer en prensa)
El independentismo catalán se ha
acogido a un método de efectividad casi infalible: someter la realidad a la
lógica del absurdo. Y resulta infalible porque resulta a la vez irrebatible: si
alguien te asegura que tiene escondido en su casa a un marciano cabezudo, a ver
cómo se lo refutas, ya que el problema no es tanto el extraterrestre cabezudo
en sí como el funcionamiento de la cabeza del terrícola.
De
cuanto llevamos oído al respecto, se saca al menos una conclusión: que el “seny”
que allí se esgrime como rasgo identitario –cabe suponer que en contraste con
la tendencia del resto del país al disparate y al atolondramiento- no pasa de
ser una leyenda más de cuantas conforman el imaginario colectivo catalanista, o
al menos ese imaginario que la mitad de los nativos de allí se empeña en
imponer como único legítimo a la mitad restante; es decir, a esa otra mitad
convertida en receptora involuntaria –y cabe suponer que un tanto atónita- del
cuento del marciano.
Hemos
oído que el Estado español es un ente sanguinario dispuesto a sembrar de
cadáveres las calles de la pacifista Cataluña, que la DUI es un invento del gobierno
central, que tanto Europa como el empresariado abrazarían incondicionalmente la
causa –aunque tanto la una como el otro cayeron en desgracia cuando incumplieron
las expectativas. Hemos asistido al nacimiento de una república en cuyos
organismos oficiales siguió ondeando la bandera española. Hemos visto
centenares de heridos invisibles. Hemos sido testigos de la adhesión de las
izquierdas a un presidente heroicamente fugado, heredero político de un padre
de la patria que a la vez fue hijo adoptivo de la banca de Andorra. Hemos oído
a un catedrático de economía, científicamente secesionista, la conjetura de que
la subida del paro en Cataluña es, en el fondo, una buena noticia para Cataluña
(¿?), al regirse las cosas allí por unos parámetros misteriosos. Hemos visto a
los principales artífices del proceso acatar el 155 con la docilidad de unos
revolucionarios responsables, aunque sorprendidos e indignados por el hecho de
que la ley se aplique a los políticos que incumplen la ley. Hemos visto pedir
amparo constitucional a unos infractores de la Constitución, tras considerar
un mandato popular ineludible el resultado de un referéndum paródico. Hemos
visto pedir dinero solidario a un expresidente perteneciente a la oligarquía
insolidaria y a unos golpistas acusar a la ley de instrumento golpista. (Y
cerremos aquí el catálogo de prodigios.)
Como
problema complementario, contamos con un gobierno central que carece de honorabilidad
para combatir las fantasías separatistas, lo que vuelve vulnerables incluso sus
argumentos razonables: no puede dar lecciones de legitimidad institucional
quien no tiene credibilidad moral. Como problema derivado, casi todos los
partidos estatales de la oposición procuran mantener un equilibrio difícil: nadar
en Cataluña y seguir guardando la ropa en el resto de España.
Y
lo que quede, en fin, quedó.
.
2 comentarios:
Fenómeno, Felipe. Siguen pareciéndome tus análisis parte de ese prodigo de tu bazar de ingenios, de tus cuentos fantásticos, un abrazo.
Sintético, acertado, brillante e inapelable. No se puede decir mejor.
PS. Supongo que el marciano cabezudo que Marta Rovira tiene en su casa debe ser muy amigo del dinosario de Monterroso.
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