lunes, 10 de septiembre de 2012

EL DESCRÉDITO DE LA ORTOGRAFÍA



Supongo que estaremos de acuerdo en que las llamadas redes sociales están revolucionando muchas cosas. Creo que estaremos de acuerdo también en que las revoluciones pueden tener efectos dispares, según las alienten unos librepensadores franceses, pongamos por caso, o unos talibanes de Afganistán, aunque lo más frecuente es que el efecto final de cualquier revolución resulte contradictorio desde un punto de vista perspectivista: pregúntenles, mediante la güija, a María Antonieta y a Robespierre, por ejemplo.
     
 Una de las revoluciones más llamativas que están propiciando las redes sociales afecta de manera directa a una mártir inocente: la ortografía. (Porque a la sintaxis la damos por muerta.) Hay quien llega a suponer que esa revolución (que, contemplada con un prisma pesimista, no pasa de ser una especie de bacanal de la agrafia) tendrá efectos inmediatos y duraderos sobre la ortografía hasta ahora tradicional. Es posible, aunque el problema tal vez radique en que, al tratarse de cientos de miles de ortografías personalizadas, no se consiga un patrón ortográfico con el que sustituir al vigente, ya que mucha euforia hay que atesorar para dar por hecho que una ortografía tiene algún sentido sin el establecimiento de un patrón común, a menos que todos nos especialicemos en criptografías aleatorias. 

(Malos tiempos aquellos en que los alumnos tenían que aprender que, según qué caso, “vaca” se escribe con be o con uve. Épocas oscuras aquellas en que podías suspender un examen de química o de ciencias naturales si cometías tres faltas de ortografía, por bien que estuviera lo demás. Venturoso presente el nuestro, en que incluso algunos profesores de lengua pueden tener la respuesta a las dudas ortográficas en la punta de la lengua.)

Las matemáticas gozan del prestigio de la exactitud, y nos permitiríamos dudar del concierto psicológico de una persona que sostuviese que dos más dos son 325. La ortografía es tan exacta como las matemáticas, pero el caso es que le dispensamos el mismo respeto que a un sereno que anduviese de madrugada por la calle tocando su pito de sereno y adornado con un sombrero mexicano. Las matemáticas sirven para entendernos con los números y la ortografía sirve para entendernos con las palabras, pero se ve que las palabras no siempre sirven para entenderse. Todo esto está muy bien, y da gusto comprobar cómo los licenciados y bachilleres modernos aplican un criterio de libertad individual a las normas represoras de la ortografía, como si fueran discípulos de Juan Ramón Jiménez, aunque en versión psicodélica. Pero, claro, suponer que esta orgía de la anortografofilia –palabra más bien ortografofóbica- va a cambiar la ortografía es tal vez tan optimista como suponer que los videntes televisivos van a cambiar las investigaciones astrofísicas. 

Y es que está visto que no hay revolución sin dosis de decepción.  

(Publicado el sábado en prensa)

7 comentarios:

Microalgo dijo...

Corto y pego alguna de estas sentencias impecables para mi colección privada, si me lo permite.

La lengua salvada dijo...

Si la sintaxis está enterrada, la ortografía se halla en el cementerio, que como lo definió Ambrose Bierce, es el lugar donde los poetas escriben contre una víctima indefensa y los lapidarios apuestan sobre la ortografía. Un saludo desde Berlín.

Costello dijo...

Sin escribir sobre papel y no leyendo más que pantallas y mensajes con faltas a doquier es lógico la laguna se haya convertido en lago . Pero la ignorancia está generalizada en todos los temas y la culpa es de todos , cada promoción es peor por mucho que nos quieran vender la excelencia de la educación . Todo va a menos y la ignorancia a más , como es lógico.
Chao

J.A. González dijo...

No todo tiempo pasado es mejor. Los chavales de hoy tienen carencias (¿nosotros no las tuvimos?) y tienen excelencias (¿las tenemos nosotros?). Soy optimista por eliminación (la opción del negativismo no conduce a nada)y sinceramente pienso que parece que hay más ignorantes porque se ven más. Tildes aparte.

pazzos dijo...

Eso pasa porque ahora ortografía quiere decir escribir con el orto.

Ballerina dijo...

Hombre, los señores de la RAE no es que ayuden mucho tampoco. Cada vez dejan más cuestiones a criterio del hablante/escribiente. Y si ellos no marcan unas directrices claras, pues hapaga i bamonós.

Antonio dijo...

Creo que la ortografía no se enseña de manera adecuada entre otras cosas por la sobrecarga curricular existente. Cuando éramos niños rara era la semana que no hacíamos dictados y luego había que subrayar las palabras mal escritas, copiarlas y hacer algunas oraciones con ellas (¡qué abuurrimiento, xD! jejeje). También leíamos más, los que lo hacíamos,probablemente porque estábamos menos invadidos por la televisión y la tecnología lúdica.
En cualquier caso creo que en la ortografía tiene más peso la memoria visual que el aprendizaje de reglas, a no ser que éstas sean elementales. Perdón por el rollo. Tu artículo, en tu línea, "mu güeno".
Salud, Felipe