lunes, 19 de marzo de 2018

UNA FABULILLA DE LUNES LLUVIOSO

En el salón de actos abarrotado, el gran poeta, en un momento de debilidad, confesó: “Si algún poema mío flaquease un poco, no sería culpa mía, sino del poema, que no estaría a mi altura”, y en ese instante descendió del techo una lluvia de polvo de diamante que fue batido por los aplausos del público.

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