Ustedes han entendido a la
perfección el mecanismo de la vida. Ustedes sí que saben. Ustedes deben de
tener una cualidad esotérica o nigromántica, porque de otro modo no se explica
uno lo que saben ustedes.
Nosotros, si
somos abogados de profesión, pongamos por caso, y nos empeñamos –por la razón
que sea- en ejercer de médicos, no nos queda otra que matricularnos en una
facultad de medicina y pasarnos varios años estudiando los huesos, los tendones,
la vesícula y ese tipo de cosas, y luego hacer el MIR, y opositar, y hartarnos
de hacer guardias a cambio de un sueldo de subvicesecretario de un
vicesecretario de los del gremio de ustedes, y aun eso con la suerte de cara.
Ustedes, en cambio, si están un día de jerifaltes en una Consejería de
Justicia, al día siguiente pueden aterrizar en calidad de director general o de
algo parecido en la
Consejería de Sanidad, y sin más trámite que un decreto. De
la noche a la mañana, con una velocidad de transformación que para sí quisiera
el Hombre Lobo. Porque ustedes sí que saben. Un día aquí y otro allí.
Portátiles. Siempre disponibles. Amoldados por ciencia infusa a la materia que
requiera su sabiduría gestora, igualmente infusa.
Si nosotros
somos albañiles en paro y convidamos en el bar a un contratista de obras con la
esperanza de que ese gesto de magnanimidad y simpatía nos allane el camino
hacia un empleo temporal, no se nos ocurre incluir la factura del botellín en nuestra
declaración de la renta como un gasto de representación desgravable, ya que los
inspectores de hacienda se nos echarían encima y sería menor el ahorro
potencial de dinero que la pérdida de tiempo y la ganancia de angustia que nos
traería consigo una inspección fiscal. Ustedes, en cambio, que son los que saben,
han inventado el concepto metafísico de “comida de trabajo”, con cargo
invariable a las arcas de su majestad, asumiendo con valentía el riesgo de un
corte de digestión, ya que mal suele conciliarse el trabajo estomacal con el
trabajo propiamente dicho. Pero ustedes son los que saben.
Si nosotros
faltamos un día al trabajo, lío. Si faltan ustedes, viva España. Si ustedes
necesitan más coches oficiales, nosotros pagamos con gusto la subida del precio
del bonobús, porque los que saben son ustedes y no nosotros, que no sabemos ni
la mitad de lo que saben ustedes. Si nuestras pensiones se estancan, ustedes se
apresuran a buscar la manera de que les paguemos entre todos sus planes de
pensiones, que, lejos de estancarse, fluyen con la alegría de los ríos que mueven
oro. Si ustedes tienen que viajar de aquí para allá para arreglarnos a los
demás el destino, lo normal es que lo hagan en clase preferente, no ya porque
sean ustedes quienes de verdad saben lo que hay que saber, sino porque
resultaría raro que, pagando el viaje entre tantísima gente, la cosa sólo diera
para un billete en clase turista. Y etcétera.
Porque ustedes sí que saben.
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2 comentarios:
Pues la verdad es que sí que hay muchos que saben, pero a pesar de todo, todavía creo que son mayoría los que no meten la mano en la caja ni tienen tarjeta black,ni grandes gastos de representación.Igual es que soy muy crédula, pero he trabajado, precisamente en Sanidad, unos pocos de años y no he visto esos tejemanejes.
Pasen ustedes... todo incluido, invita la Casa (y no la Real. Eso otra...)
Uno de la Judería
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