domingo, 6 de abril de 2025

MALABARISMOS CONCEPTUALES

 (Publicado en prensa)



El cráneo de un humano adulto está formado por huesos de gran dureza. No son irrompibles, claro está, pero sí difíciles de romper. El de los carneros, pongamos por caso, es mucho más duro que el nuestro, pero solo les sirve para darse topadas frontales entre ellos, algo que los humanos, cuando nos metemos en discusiones, solemos hacer más  con la palabra que con la testuz, aunque no siempre.

Gracias a esa dureza ósea, la cabeza no nos estalla cuando oímos cosas conceptualmente explosivas. Por ejemplo, no sé, que, ante la condena a Marine Le Pen por malversación, el Kremlin alce su voz indignada por lo que interpreta como un nuevo atentado europeo contra los principios democráticos, de los que los gobernantes rusos son expertos teóricos y devotos practicantes, o que la propia condenada considere la sentencia como “una bomba nuclear” lanzada contra ella por el Sistema, ese ente abstracto que sistemáticamente pretende neutralizar a los líderes del Antisistema. Más cercano a nosotros que el Kremlin, el búnker casticista de Vox entiende la sentencia condenatoria a Le Pen como un ataque a los partidos patrióticos europeos que no quieren ser europeos, por lo que Europa tiene de cárcel para los entusiasmos ultranacionalistas y autocráticos.

         Pero la vida es dura: tras el engorroso asunto de la francesa convicta, de ilustre pedigrí político, a los severos y moralizantes cruzados de Vox se les presentó la papeleta de tener que emitir un juicio de valor -así fuese con la boca pequeña- sobre la política arancelaria de Trump, y ahí ya tuvieron que recurrir a los malabares: la culpa de la implantación de aranceles no es de Trump, sino del presidente Sánchez y de la Unión Europea en bloque. Lo mismo podrían haber argumentado que Trump -al que, según él mismo, Dios en persona ha llevado a la Casa Blanca para que enderece espiritual y económicamente el mundo- no ha tenido más remedio que iniciar una guerra comercial por culpa de la estructura autonómica del Estado español o porque en Europa la gente va poco a misa.

Comoquiera que el disparate tiene un límite incluso en política, han tenido que matizar un poco. No mucho, apenas un poco. Lo suficiente para que el gran capo naranja le acaricie el lomo al aguerrido Abascal cuando se reencuentren en alguno de esos aquelarres ultra en los que algunos no perdemos la esperanza de que el presidente norteamericano se marque un baile mientras su homólogo argentino entona una bonita canción.

         En medio de todo esto, una sorpresa: con respecto al asunto de los aranceles, Sánchez y Feijoó están en total sintonía. Casi palabra por palabra. No creo que sea el principio de una gran amistad, pero algo es algo.


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domingo, 23 de marzo de 2025

DOBLE O NADA

 (Publicado en prensa)



Quienes saben cosas que no sabe casi nadie aseguran que Putin dispone de al menos dos dobles –pocos me parecen-, cuya tarea consiste en acudir a actos potencialmente peligrosos, irrelevantes o soporíferos, mientras el Putin verdadero está en su casa viendo tranquilamente una serie romántica, haciendo judo o planeando la invasión de un país para liberarlo del yugo del nazismo. En nombre de la justicia sociolaboral, espero que esos dobles estén bien pagados, porque lo suyo no es poca cosa: parecerse por naturaleza a Putin, someterse a operaciones quirúrgicas para parecerse aún más a Putin y renunciar a ser quienes son para convertirse en unas falsificaciones de Putin, lo que los equipara a los productos chinos de imitación.

       Que un alto mandatario disponga de dobles resulta comprensible: hay días en que no está uno para nada, y menos que nada para mantener al mundo en vilo, por mucha afición que tengas a la matonería geopolítica. Pero nada es del todo sencillo en este mundo… Un doble de Trump, pongamos por caso, lo tendría un poco más complicado que uno de Putin: hacerse implantes de pelo, teñirse los implantes de rubio platino, aprender a hablar con boca de asquito, encadenar disparates y someterse a tratamientos de melanina para cambiar la pigmentación de la piel hasta llevarla a un exótico color naranja. Ahí habría tarea.

         Lo raro es que otros muchos líderes no se acojan a ese privilegio de la multiplicación de la identidad, que solo presenta ventajas. Por ejemplo, no sé, el president Mazón, de contar con dobles, podría haber estado al mismo tiempo durmiendo la siesta en su casa, presidiendo la reunión del CECOPI y disfrutando de la sobremesa en El Ventorro, en tanto que el expresident Puigdemont podría mandar a uno de sus dobles a que cumpliera condena en las lóbregas mazmorras del Estado, mientras él seguiría de incógnito en Bruselas planeando la independencia de su tierra nativa, en este caso no sometida al yugo del nazismo, sino del españolismo, que no sabe uno lo que será peor. Y así sucesivamente.

         Nos consta que nuestros políticos cuentan con muchos y variados asesores, pues sin asesoramiento nadie va a ninguna parte, y se enfrenta uno además al peligro de las decisiones unipersonales atolondradas, pero carecen en cambio de dobles, lo que debería acomplejarnos un poco como país: a lo más que llega un político español es a tener un “koldo”, categoría laboral resultante de fundir un mayordomo, un guardaespaldas, un pagafantas y un testaferro.

Algo es algo, sí. Pero donde esté un doble que se quite un simple.


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sábado, 8 de marzo de 2025

CASUS BELLI

 (Publicado hoy en prensa)



El hecho de que a estas alturas de la Historia estemos oyendo tambores de guerra viene a ser tan chocantemente anacrónico como lo sería el que alguien recibiera hoy un tratamiento oncológico mediante sangrías y bebedizos mágicos. 

       Será, no sé, porque todas las grandes civilizaciones han conocido su extinción, como si estuviesen maldecidas por la obsolescencia. Será porque la humanidad se rige por patrones invariables según los cuales los periodos prósperos y pacíficos no pasan de ser paréntesis anómalos. Será, en definitiva, porque no tenemos remedio.

             En todas las épocas hemos estado en manos de megalómanos peligrosos, y la nuestra no iba a ser una excepción: gran parte del poder mundial lo controlan gánsteres de guante blanco –aunque por lo general el guante esté manchado de rojo- que disponen de la fuerza bruta suficiente no solo para desordenar la realidad, sino también, llegado el caso, para destruirla.

         Es todo raro. Irracional y raro. Por ejemplo, una versión modernizada de la Guerra Fría empieza a librarse entre EEUU y Europa (con Hungría, además, como caballo de Troya), entre EEUU y Canadá, entre EEUU y México, entre EEUU y Dinamarca, a cuenta de Groenlandia. Mientras tanto, Rusia celebra las insensateces de Trump por la misma razón por la que los antiguos monarcas celebraban las ocurrencias de sus bufones: porque les hacían reír. 

            Al fin y al cabo, Trump es el primer trofeo que ha ganado Putin en su empeño por convertir el mundo occidental en la nave de los locos, a la espera del momento glorioso en que los heroicos mandatarios rusos decidan hacerse con el timón y enderezar el rumbo político, moral y religioso de una civilización decadente. El delirio es tan desmesurado que incluso podría tener éxito.

         El fantasma que hoy recorre Europa no es, en fin, el del comunismo soviético, sino el del imperialismo ruso, ante la mirada desidiosa del fantasmón norteamericano, que ni siquiera ha caído en la cuenta de que un Estado democrático no es una empresa cuya finalidad consista en obtener dividendos mediante el recorte de las prestaciones sociales, sino un conjunto de estructuras cuyo único balance positivo es el de la consolidación del derecho a esas prestaciones. 

         Los mandatarios europeos avisan, con la boca pequeña, aunque cada vez menos pequeña, del riesgo de un conflicto bélico a gran escala. Macron va un poco más allá y saca a relucir el arsenal nuclear francés. En la encerrona tabernaria que le tendió a Zelenski, el lunático de piel naranja habló a las claras de la posibilidad de una tercera gran guerra. China no descarta un enfrentamiento, más allá de lo comercial, con EEUU. Y así vamos.

         Recordemos la advertencia que hizo Einstein: si hubiese una tercera guerra mundial, la cuarta sería con palos y piedras. Y aun eso siendo optimistas.


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lunes, 24 de febrero de 2025

FÁBULA

 


(Publicado el sábado en prensa)


El incipiente idilio geopolítico entre Putin y Trump podría trasladarse al territorio de las fábulas protagonizadas por animales: el zorro plateado y el oso pardo… teñido de rubio. El zorro astuto que intenta ganarse la confianza del oso para que no interfiera en sus depredaciones y el oso grosero y fanfarrón que se cree más astuto que el zorro y da por sentado que lo manejará a su antojo y conveniencia.

         Las principales virtudes de Putin las conocemos: psicopatía, megalomanía y cinismo. Las de Trump también: insensatez, megalomanía e ignorancia. Coinciden en lo de la megalomanía, lo que no deja de abrir una expectativa interesante: ¿cuánto tiempo tardarán dos megalómanos de libro en tirarse los trastos a la cabeza?

Hay diferencias, no obstante, entre ellos, aunque tal vez menos esenciales que aparentes: Putin entiende la política exterior como un videojuego de guerra en el que mueren unos meros muñecos, mientras que Trump parece concebir el mundo como una cadena de franquicias de una megaempresa de su propiedad, y de ahí tal vez que tanto en Gaza como en Ucrania no vea un conflicto bélico, sino una oportunidad de negocio.

Para asegurar la prosperidad y los beneficios de la empresa, Trump le ha regalado al visionario Elon Musk unas tijeras patrióticas para que recorte en gasto público, sin miramientos ni sentimentalismos, a partir de la convicción de que el gasto público supone un despilfarro. Como gesto de profundo simbolismo, el pintoresco presidente argentino, por su parte, le ha regalado a Musk una motosierra, emblema macarra del neoliberalismo en estado salvaje.

         Aunque zorro el uno y oso el otro, Putin y Trump coinciden en lo básico: no les basta con la erótica del poder, sino que aspiran a la pornografía dura del poder. Ya dijo el tenebroso Kissinger que el poder es el afrodisiaco más potente. Aun así, estos dos parece que lo suplementan con viagra.

         De momento, la armonía fluye entre ambas potencias y la Guerra Fría ha sido sustituida por una fiesta de pijamas, celebrada en Arabia Saudí, en la que han jugado a la PlayStation con Ucrania y, por extensión, con el resto del mundo. Visto lo visto, Europa en concreto quedaría como un territorio geopolíticamente insignificante, militarmente débil y comercialmente amenazado, por no hablar de su tendencia autodestructiva a dejarse fascinar por facinerosos equiparables a los actuales líderes ruso y norteamericano, así sea en la escala de los imitadores que acentúan los rasgos grotescos de un original ya de por sí grotesco, hasta el punto de que las convenciones de la ultraderecha internacional acaban teniendo mucho que ver con los concursos de imitadores de Elvis Presley.

         Pero no todo resulta preocupante: hoy es sábado. Tal como están las cosas, no es poco.


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sábado, 8 de febrero de 2025

EL SHOW DE T.

 



Cuenta Suetonio, aunque parece ser que se trata de una mera leyenda, que el emperador Calígula sentía tanta pasión por su caballo Incitatus que calibró la posibilidad de nombrarlo cónsul. El polidelincuente Trump, esa especie de Calígula con temperamento de caballo de rodeo, ha ido un poco más lejos y, a falta de un caballo adecuado para el cargo, ha nombrado director del Departamento de Eficiencia Gubernamental a Elon Musk.

Vamos progresando.

         Y es que, en las primeras semanas de su segundo mandato presidencial, Trump no solo ha cumplido con todas las expectativas, tanto las malas como las peores, sino que incluso ha sobrepasado lo imaginable: amenaza de subida de aranceles, anhelos colonialistas y guerra indiscriminada tanto al inmigrante como al fentanilo, hasta el punto de que el fentanilo determina buena parte de su política exterior. A juzgar por sus proclamas, no me atrevería a suponer que Trump se cayó de niño en la marmita del fentanilo, pero sí que se dio un chocazo en la frente con la marmita. Algo desde luego pasó.

         Con determinación compulsiva, en su afán por poner la realidad patas arriba cuanto antes, el presidente se pasa el día firmando decretos estrafalarios con un rotulador de punta gorda, lo que lo iguala grafológicamente a esos grafiteros que dejan su apodo artístico en los muros. Habrá quien vea en ese detalle un rasgo narcisista y habrá quien lo vea como una muestra de poderío imperial, quién sabe, y seguro que el referido Calígula hubiese firmado de manera similar de haber existido en su época los rotuladores de punta gorda.

En cualquier caso, y rotuladores al margen, no hay punto de comparación entre el romano y el estadounidense: Calígula llegó al poder por designio del emperador Tiberio, mientras que Trump, según su propia interpretación teológica, alcanzó la presidencia por designio de Dios, que se encargó personalmente de desviar la bala para que le diese en la oreja, al considerar la deidad que con un tiro en la oreja era suficiente para convertirlo en mártir.

         Trump resulta tan irreal y tan irracional, en fin, que parece el protagonista de un programa televisivo de humor en el que se parodiase a un gobernante chiflado, ignorante, rimbombante, infantiloide y de modales gansteriles. Algo así, no sé, como El Show de Trump, sobre la pauta de El Show de Truman, aquel personaje cinematográfico que vivía en un mundo artificial con un desconocimiento absoluto del mundo real.

La penúltima ocurrencia de quien promete la renovada grandeza de EEUU sería cómica si no fuese espeluznante: expulsar de Gaza a los palestinos, someter el territorio a la autoridad norteamericana y convertirlo en un resort. La geopolítica sujeta a las reglas, en fin, del Monopoly: “Compro Groenlandia y pongo un hotel en Gaza”.

         Estos gobernantes trastornados están al alza en medio mundo, entre otras cosas porque lo tienen muy fácil de cara a su clientela electoral, tan trastornada como ellos: solo tienen que prometer el arreglo instantáneo de la realidad común mediante el método paradójico de fomentar el caos y el disparate.

         De entrada, el experimento, de tan descabellado, puede parecer divertido, pero no nos vamos a reír.


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lunes, 27 de enero de 2025

domingo, 26 de enero de 2025

VERDAD Y VERDADES

 


Cuando éramos niños, los mayores nos obligaban a decir la verdad, así nos costase un castigo en casa o en el colegio. Se trataba de una exigencia moral bastante seria: si decías mentiras, no solo te convertirías en un pecador despreciable, sino que arderías en el infierno en caso de morirte de repente. Resulta raro que, con tan poco bagaje de vida, se nos exigiera tener definido con precisión un concepto tan abstracto y polivalente como lo es el de “la verdad”, que admite no solo interpretaciones particulares, sino también sofisticadas piruetas sofísticas al gusto o al interés de cada uno.

Antonio Machado escribió: “¿Tu verdad? No, la Verdad, / y ven conmigo a buscarla. / La tuya, guárdatela”. La mayúscula de esa “Verdad” indica algo tal vez discutible, o al menos improbable: la existencia de una Verdad taxativa que se situaría jerárquicamente por encima de las sospechosas verdades individuales. No sé. Si en un día muy caluroso de verano alguien dice que hace mucho frío, igual no está mintiendo, sino aplicando a la realidad una circunstancia personal: el aire quema, pero él tiene mucho frío. En ese caso, el calor es una verdad objetiva que constata el termómetro, mientras que el frío sería una verdad subjetiva, no una mentira. De lo que podríamos deducir al menos un par de cosas: que no hay verdades absolutas, sino convencionalmente absolutas, y que cualquier verdad, por verdadera que sea, contiene su grado de falsedad, entre otras cosas porque la verdad no tiene capacidad para expresarse si no es a través de nosotros, que somos tan embusteros que incluso hemos llegado a inventar el concepto de “verdad” para disimular un poco.

         Los políticos siempre lo han tenido claro: no conviene ir con la verdad por delante, sino en cualquier caso por detrás. Es decir, con la verdad oculta, igual que el tahúr se guarda cartas en la manga. Al contrario que a los niños, a los políticos no les exigimos que digan la verdad, sino lo que queremos oír, de modo que se ven obligados a recurrir continuamente a una categoría híbrida: la verdad a medias, que, curiosamente, no puede considerarse una media mentira, sino una mentira bastante gorda, ya que oculta la mitad de una verdad, lo que viene a ser como ocultarla por completo.

         Los propagadores de medias verdades tienen como enemigo natural al gremio de los difundidores de bulos, toda vez que el bulo no se sustenta en las medias verdades, sino en la mentira por partida doble: un punto de partida falso para elaborar una verdad falsa que suele resultar más convincente que la Verdad absoluta y, por supuesto, que las verdades a medias.

         Y ya no sabe uno, en fin, ni qué creerse, la verdad sea dicha.


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lunes, 13 de enero de 2025

EL CAFÉ

 


Para algunos, la gastronomía se ha convertido en una rama de la metafísica, pero de lo que la hostelería española puede presumir tradicionalmente es de servir el café a una temperatura a la que el plomo se fundiría.

         Si la evolución de las especies fuese consecuente, los españoles, a estas alturas, a fuerza de tomar café en los bares, tendríamos una lengua de hierro, un paladar de cobre y una tráquea de acero inoxidable.

         La prueba de fuego –y nunca mejor dicho- consiste en que te sirvan el café no en una taza de cerámica con un asa más o menos anatómica, porque eso es para los cobardes que a lo sumo se arriesgan a quemarse los labios, sino en un vaso de cristal, para que de ese modo los camareros puedan comprobar si tienes ya unos dedos ignífugos de cafetero veterano o si eres un novato en el arriesgado arte de tomar café fuera de tu casa.

No hace mucho, tuvimos noticia del caso de un pianista polaco que iba a dar un concierto en Cádiz, entró en un bar a tomarse un café y, como iba con prisas, se abrasó los dedos de la mano derecha cuando agarró el vaso de cristal. En la unidad de quemados del hospital al que acudió le vendaron la mano, por lo que hubo que suspender la gala prevista. En la entrada del auditorio en que iba a celebrarse el concierto, los organizadores pusieron un cartel: EL CONCIERTO QUEDA APLAZADO POR CAUSAS AJENAS A LA ORGANIZACIÓN Y, EN CONCRETO, POR CULPA DEL BAR MANOLO.

         Es lo que suele pasar si estás de visita en España y necesitas un café que te dé fuerzas para seguir viendo monumentos y similares. Los nativos conocemos el peligro al que nos enfrentamos, pero los foráneos no. He leído que incluso hay turistas que, cuando regresan a su país, proponen a sus compatriotas, a través de las redes, tomarse un café español recién servido, por ver qué pasa. Y lo que pasa da pie a una estampa tan habitual como sobrecogedora: esos guiris a los que vemos salir corriendo de los bares con la lengua fuera, muy roja, con ojos espantados, echándose aire con la mano en la boca, como si se hubiesen tomado un batido de lava volcánica, que es lo más parecido que existe a un café español de los de siempre.

         No pasan más desgracias no sé por qué, pero el día menos pensado la hostelería nacional puede verse implicada en un proceso judicial de ámbito planetario si todos los turistas con la lengua quemada deciden poner una demanda colectiva.

No pretendo ser agorero: simplemente aviso de los riesgos potenciales que conlleva el servir el café a más de 100 grados Celsius en un vaso de cristal.

Cuidado, en fin, con las temeridades.


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