lunes, 9 de septiembre de 2024

GRANDES CUESTIONES




 (Publicado en prensa)

Abro el buzón y me encuentro con un folleto editado por una organización religiosa. Lo encabeza este reclamo: “¿Dónde hallar respuestas a las grandes cuestiones de la vida?”. 

       Al pronto, me quedo meditabundo, calculando la cantidad de lugares posibles en que poder hallar esas respuestas, pero sobre todo preguntándome cuáles son en realidad “las grandes cuestiones de la vida”, ya que la vida de la mayoría gente se sustenta menos en las grandes preguntas que en las pequeñas y triviales: dónde hemos puesto las llaves del coche o la tarjeta sanitaria, cómo funciona la endiablada sede virtual de un organismo público, en cuánto tendremos el colesterol, si nos saldrá dulce o insípido el melón que acabamos de comprar con la misma incertidumbre esperanzada que quien compra un boleto de lotería … Ese tipo de asuntos, en fin, que nos mantienen ocupada la mente a lo largo de la jornada y no dejan hueco para pensar en las grandes cuestiones, lo que por una parte está bien, pues las grandes cuestiones suelen provocar vértigos metafísicos, pero por otra no tanto, ya que puedes pasarte la vida esquivando las grandes cuestiones, pero cuando llegas al tramo final de tu vida corres el riesgo de caer en la cuenta de que la vida se te ha ido en tonterías, y ahí vendrán las lamentaciones.

         Tras esta elucubración ociosa, compruebo que el folleto da tres opciones para hallar respuestas a las ya mencionadas grandes cuestiones de la vida, a saber: 1) en la ciencia, 2) en la filosofía y 3) en la Biblia. Viniendo de quien viene el folleto, la opción correcta no puede ser otra que la tercera, claro está, porque los de esa organización religiosa no lo tienen muy claro con la ciencia en general y no creo que consideren que la filosofía sea más que una abstrusa verborrea pagana, en lo que según qué casos no les falta algo de razón.

         Para seguir con el concurso de enigmas, en la contraportada del folleto se plantea lo siguiente: “¿Cuál de estas preguntas es más importante para usted?”, y de nuevo proponen tres opciones: 1) “¿Cuál es el sentido de la vida?”, 2) “¿Es Dios culpable del sufrimiento?” y 3) “¿Hay vida después de la muerte?”. Ahí no hay premio, y no creo que nadie se sienta con la autoridad intelectual o escolástica suficiente no ya para responderlas, sino ni siquiera para establecer una preferencia entre las tres, dado que todas ellas nos llevan a una especie de abismo ontológico, y en esos abismos resulta fácil caer, pero casi imposible salir, al menos con la cabeza medio en condiciones.

         Hay días, en fin, en que más vale no abrir el buzón.


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