miércoles, 26 de diciembre de 2018
martes, 18 de diciembre de 2018
Túa Blesa comenta Ya la sombra en El Cultural del diario El Mundo.
https://elcultural.com/revista/letras/Ya-la-sombra/41751?fbclid=IwAR2p4vidzkR7359QDIe2E4obiKxstsN-xJq0_tZ0zhcfrg_R2VvtelOzMsk
https://elcultural.com/revista/letras/Ya-la-sombra/41751?fbclid=IwAR2p4vidzkR7359QDIe2E4obiKxstsN-xJq0_tZ0zhcfrg_R2VvtelOzMsk
lunes, 17 de diciembre de 2018
INTERPRETANDO
(Publicado en la prensa)
A estas alturas, no hay
charlista, ya sea profesional o meramente aficionado, ya sea de plató
televisivo o de barra de bar, que no nos haya ofrecido su elucidación
científica del éxito electoral de VOX en Andalucía.
No puede decirse que sean interpretaciones
coincidentes, ni siquiera medianamente convergentes, sino más bien versiones
libres de un fenómeno al fin y al cabo insondable: si un reportero le acerca un
micrófono a unos cuantos votantes de esa formación, uno dirá que lo hizo por
defender la unidad de España, otro que para evitar que los moros nos impongan
el ramadán y otro porque le gustan las corridas de toros. Y así. Sea como sea,
de ese cóctel emerge un electorado seducido por la irracionalidad de un discurso
disfrazado de resolutivo, sencillo y sin matices: “Los problemas del país no se
arreglan por la sencilla razón de que los políticos son unos vividores. Pero
aquí estamos nosotros”. Aparte de que en toda ideología retrospectiva suele
haber un componente retrógrado, la simplificación del mensaje político tiene la
virtud de arraigar -al margen de la razón y de la realidad misma- en los
bienaventurados que disfrutan de una mente tan simple –o más- que el discurso
en cuestión.
Las
interpretaciones en torno al fenómeno VOX podrán ser múltiples, pero su detonante
quizá no tanto: una utopía que ofrece soluciones milagrosas, la reparación
expeditiva de un descontento social en que se mezcla lo abstracto con lo
concreto: la patria y el IPC, la bandera y la tauromaquia, la legión y la
inmigración, etc. (Incluso la hípica.) A la carta. El problema es que lo que
para unos supone una utopía para otros representa una distopía, y esa es la
historia básica de la humanidad: un conflicto entre espejismos ideológicos, una
bipolaridad retórica. Al fin y al cabo, los mensajes políticos de brocha gorda
suelen basarse más en la indignación ante los problemas que en las claves de
gestión para solucionarlos, y de ahí su eficacia: no hay que razonarlos, ya que
basta con sentirlos.
Por lo demás,
es posible que, en su candidez, tanto PP como PSOE pensaran que su historial de
corrupciones no iba a tener un coste electoral, dando tal vez por hecho que a
la gente le entusiasma el que sus gobernantes se enriquezcan a costa de sus
impuestos. (Pero el caso es que la gente es como es.) El descenso de la alianza
entre fuerzas de Podemos e Izquierda Unida tal vez podría entenderse como un síntoma
de desencanto o desconfianza ante unas promesas de máximos, puesto que la
esperanza que en un primer momento suscitan las políticas redentoristas suelen
tener una fecha de caducidad muy temprana. Por su parte, en el ascenso de
Ciudadanos es posible que haya tenido mucho que ver el haber entrado en campaña
con su traje de primera comunión política en estado aún casi impoluto, sin
tiempo ni ocasión para haberlo manchado en el ejercicio del poder.
Nada
más conocerse el resultado de las elecciones andaluzas, Pablo Iglesias llamó a
la movilización ciudadana en las calles para deslegitimar lo que dijeron las
urnas. No sabe uno si es un buen método: según nos susurra la experiencia, el
problema es que a las calles van a echarse no sólo los contrarios a VOX, sino
también sus partidarios. Y nos vamos a entretener.
Eso
sí: al día siguiente, para ir neutralizando este populismo de derecha dura, el
Congreso aprobó una subida salarial del 2,5 % para los diputados y para sus
cargos de confianza.
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domingo, 16 de diciembre de 2018
M. Ángeles Robles escribe sobre Ya la sombra en los periódicos del Grupo Joly.
https://www.diariodesevilla.es/delibros/benitez-reyes-ya-la-sombra_0_1309669320.html
https://www.diariodesevilla.es/delibros/benitez-reyes-ya-la-sombra_0_1309669320.html
jueves, 13 de diciembre de 2018
FAMA Y DESDICHA
En EL MUNDO escribo sobre la serie KIDDING, que es más de lo que parece.
https://www.elmundo.es/cultura/laesferadepapel/2018/12/11/5c096ef0fc6c8359508b4588.html
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https://www.elmundo.es/cultura/laesferadepapel/2018/12/11/5c096ef0fc6c8359508b4588.html
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lunes, 10 de diciembre de 2018
(Apunte de actualidad)
Antes de iniciar su ramadán laico de 48 horas, Torra, en plan novio de
la muerte, ha abogado por la vía secesionista a la manera eslovena. Es
decir, a tiro limpio.
En Eslovenia hubo 62 muertos. (Cabe suponer que una cifra asumible a cambio de la liberación de la patria: ¿qué es una vida humana frente a un concepto abstracto y superior?)
Lo que no especifica Torra es si él estaría dispuesto a formar parte de esos 62 mártires.
¿Sí, no o depende?
Esperamos con impaciencia su respuesta en cuanto regrese al mundo de la alimentación equilibrada.
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jueves, 29 de noviembre de 2018
VALLE DE LÁGRIMAS
En La esfera de papel, el nuevo suplemento dominical del diario El Mundo, escribo sobre la serie británica Broken.
https://www.elmundo.es/cultura/laesferadepapel/2018/11/29/5bf6e356e5fdeaeb638b46a4.html
https://www.elmundo.es/cultura/laesferadepapel/2018/11/29/5bf6e356e5fdeaeb638b46a4.html
miércoles, 21 de noviembre de 2018
lunes, 19 de noviembre de 2018
EMPLEOS A LA SOMBRA
El de asesor de un político es
sin duda un buen empleo: te contrata un prohombre necesitado de asesoramiento y
tú, que en vez de necesitar asesoramiento estás en condiciones de asesorar, te
dedicas a asesorarlo, para que de ese modo el político en cuestión no ande por
el mundo sin asesoramiento y a su libre ocurrencia, lo que convertiría la suya
en una profesión de alto riesgo, pues si peligro tiene un político bien
asesorado, más vale no imaginar siquiera el que tendría un político sin
asesorar.
Lo idóneo
sería, no sé, que el asesor necesitase a su vez de asesoramiento para asesorar
a su asesorado, ya que entonces la cadena laboral sería muy larga, hasta el
punto de que las tareas de asesoramiento no sólo podrían acabar con el paro, al
convertirnos todos en asesores de plantilla, sino que incluso harían que el PIB
se disparase. Un país, en fin, con una economía basada en el asesoramiento, que
incluso podría cotizar en bolsa. “¿A quién asesoras?”, preguntaríamos a nuestro
vecino. Y nos respondería: “Al subasesor del viceasesor del asesor general del
presidente de la mancomunidad de asesores del vicepresidente de la diputación”,
pongamos por caso.
Pero
si bien el de asesor es un empleo codiciable, no debemos olvidarnos de ese otro
empleo a la sombra que es el de redactor de discursos para los políticos. Otro
buen trabajo. Y además estable, por esa cosa inherente a la condición del jefe:
el tener que hablar sin tregua, pues lo importante para un político no suele
ser lo que diga, sino el tiempo que consiga hablar, a ser posible delante de un
micrófono.
Envidia
uno mucho –a qué negarlo- a esos redactores de discursos. Te levantas un día
con el encargo de escribirle uno, qué sé yo, al consejero de turismo de una
comunidad autónoma, te sientas ante el ordenador y allá va: “En nuestra
coyuntura presente, en base a los proyectos acometidos, estamos en condiciones
de asegurar que la precariedad de las infraestructuras actuales será enmendada
por una actuación eficiente y decidida por parte de nuestra administración en
los plazos marcados por la disponibilidad presupuestaria”. Por ejemplo. O bien,
si te mueves ya por las cumbres profesionales, te encargan uno para el
presidente del Gobierno, lo que es ya la mismísima gloria en vida: “En atención
a las expectativas creadas, estoy en condiciones de asegurar a todos los
ciudadanos y a todas las ciudadanas de este país que no cejaremos en el empeño
de establecer un marco adecuado para la consecución de los objetivos de
déficit, aunque sin por ello renunciar a nuestro propósito de establecer un vínculo
solidario entre administraciones, para así consolidar nuestro sistema durante
al menos los cinco próximos lustros”.
Buenos
empleos ambos, ya digo. Y creativos. Y sin tener que opositar. Y a riesgo cero.
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sábado, 17 de noviembre de 2018
OTRA... (y lamento la insistencia)
(
El libro se publicó en mayo, pero ahora es cuando están saliendo cosas sobre él. En diferido, y un poco en modo cascada.)
En el diario CÓRDOBA, esta reseña de Alejandro López Andrada: https://www.diariocordoba.com/noticias/cuadernos-del-sur/esquinas-sombra_1264563.html?fbclid=IwAR0rp1RHy_Uh9kTlTXVxYWgddhXXTp0_82lSbL4Uukcx_70QseBE_MGsRqo
En el diario CÓRDOBA, esta reseña de Alejandro López Andrada: https://www.diariocordoba.com/noticias/cuadernos-del-sur/esquinas-sombra_1264563.html?fbclid=IwAR0rp1RHy_Uh9kTlTXVxYWgddhXXTp0_82lSbL4Uukcx_70QseBE_MGsRqo
jueves, 15 de noviembre de 2018
Diego Doncel escribe en ABC CULTURAL sobre Ya la sombra.
https://www.abc.es/cultura/cultural/abci-sombra-tiempo-deja-paso-201811150249_noticia.html
https://www.abc.es/cultura/cultural/abci-sombra-tiempo-deja-paso-201811150249_noticia.html
miércoles, 7 de noviembre de 2018
Carlos Alcorta escribe sobre Ya la sombra -y van también algunos poemas- en
https://elcuadernodigital.com/2018/11/07/felipe-benitez-reyes-ya-la-sombra/?fbclid=IwAR31Z0NNhdp-4M54sp8FVBVj9h0alavU5OzoU6_CvVblOnU7Rs-wAs3YPbY
https://elcuadernodigital.com/2018/11/07/felipe-benitez-reyes-ya-la-sombra/?fbclid=IwAR31Z0NNhdp-4M54sp8FVBVj9h0alavU5OzoU6_CvVblOnU7Rs-wAs3YPbY
lunes, 5 de noviembre de 2018
CASTLE ROCK
En el suplemento LA ESFERA DE PAPEL del diario EL MUNDO escribo sobre la serie CASTLE ROCK:
https://www.elmundo.es/cultura/laesferadepapel/2018/11/05/5be06165ca4741177d8b45e7.html
https://www.elmundo.es/cultura/laesferadepapel/2018/11/05/5be06165ca4741177d8b45e7.html
jueves, 1 de noviembre de 2018
UN POPURRÍ FÚNEBRE
En el suplemento La esfera de papel, del diario EL MUNDO, escribo sobre tumbas y ultratumbas:
https://www.elmundo.es/cultura/laesferadepapel/2018/10/30/5bd3411222601d5d6c8b45d7.html
https://www.elmundo.es/cultura/laesferadepapel/2018/10/30/5bd3411222601d5d6c8b45d7.html
sábado, 27 de octubre de 2018
domingo, 21 de octubre de 2018
BOCA DE PEZ
(Publicado el sábado en prensa. El asunto era facilón, pero...)
La exministra Tejerina estudió de
niña en un colegio vallisoletano de la orden religiosa de María Nuestra Señora.
Tuvo suerte, pues no hay parangón posible entre estudiar al amparo exclusivo de
unos maestros y hacerlo bajo la protección de una deidad: la cosa cambia. Mucho.
Por ejemplo, no es lo mismo aprobar de milagro que aprobar gracias a un
milagro. En un colegio público, el mayor milagro que suele producirse es que no
tenga goteras, pero en un colegio religioso incluso las goteras, si las
hubiese, pueden interpretarse pedagógicamente como la manifestación
sobrenatural de los santos y santas que lloran en el Cielo por nuestros pecados
infantiles.
En
un rapto de generosidad informativa, la exministra ha declarado que lo que sabe
un niño andaluz de 10 años es lo que sabe un castellanoleonés de 8. Ella lo tiene
muy medido con una vara estadística solvente, pues de mucho tiempo libre habría
que disponer para evaluar sobre el terreno los saberes de tantísimas criaturas y
luego sentarse a comparar lo que saben unos y otros. La noticia, en fin, no
puede ser más desoladora no solo para los niños andaluces, sino también para
los castellanoleoneses, a los que ese exceso de sabiduría puede arruinarles la
infancia, más propicia a la expansión mediante el juego que a la adquisición de
conocimientos mediante la aplicación y el estudio. (De momento, la exministra
no ha planteado las diferencias de cavidad craneal ni de volumen cerebral que podrían
darse en nuestras respectivas autonomías, ya sean históricas o de historieta.)
Desde
la revelación de la exministra, les confieso que voy por la calle con
pesadumbre, mirando con compasión solidaria a esos niños andaluces de 10 años
que llevan dos de retraso en su formación, hasta el punto de que algunos juegan
a la pelota en vez de estar leyendo a Schopenhauer. No sé, resulta triste saber
que las niñas andaluzas de hoy nunca llegarán a ser ministras de nada, porque, en
el caso de que llegaran a serlo, se pasarían la mitad exacta de la legislatura
sin enterarse ni de la cuarta parte de los asuntos de Estado de los que se
enterarían sus adelantados compañeros castellanoleoneses de gabinete, y la vida
es corta, y una legislatura aún más corta que la vida.
En
2011, la exministra Mato –afectada por una rara discapacidad visual que le
impide ver jaguares en el garaje de su casa- nos informó de que los niños
andaluces son “prácticamente analfabetos”. Así las cosas, la declaración de la
exministra Tejerina puede interpretarse como un dato esperanzador: es posible
que, de aquí a un par de décadas, los niños andaluces se pongan a la par de
los de Castilla, en el caso de que los niños castellanos no se embalen
intelectualmente y se pongan otros dos años por delante de los andaluces.
Seguiremos
informando.
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lunes, 8 de octubre de 2018
CREER O NO
(Publicado el sábado en prensa)
Cuando una ideología política se
convierte en una fe –lo que de entrada no es bueno ni malo-, el pensamiento se
escora al lado de la irracionalidad: del pensar al sentir, del análisis crítico
de la realidad a la percepción emocional de la realidad. Según estudios
neuropolíticos –tan reveladores como, en el fondo, aterradores-, cuando el
exceso de información sobrepasa los límites de nuestra capacidad racional para
organizar e interpretar esa información, la razón se echa a un lado y tendemos
a buscar soluciones y conclusiones emocionales, que siempre tienen algo de
azarosas.
Algunos
neurocientíficos dan por hecho que la persona que milita en una formación
política desarrolla un mecanismo cerebral que le impide entender las razones de
quienes militan en otra. Algunos experimentos concluyen que, incluso cuando se
aportan datos objetivamente favorables sobre la gestión de gobierno de un
partido contrario al de nuestra militancia, la mente activa dispositivos
que niegan la evidencia de esos datos.
Este
sectarismo sirve para ser aplicado a la política, a la religión o al deporte, y
lo más prudente sería resignarnos a que la historia de la humanidad se reduzca
a la historia de una confrontación permanente e inexorable no ya tanto entre
maneras distintas de pensar como entre maneras distintas de sentir lo que
pensamos, al menos en los casos afortunados en que el sentir se apoya en el
pensamiento. La idea de una sociedad armoniosa en cuanto al equilibrio de sus
intereses colectivos no pasa de ser, en fin, una tierna utopía que tiene que
conformarse con una distopía soportable: la gestión equilibrada de unos
desequilibrios irresolubles.
Las
formaciones políticas lo que en esencia nos ofrecen son diferentes opciones de
paraíso, lo cual establece un pacto de fantasía entre los gobernantes y los
gobernados: ambos sabemos de sobra que los paraísos terrenales se extinguieron
en las primeras páginas de la
Biblia, pero ambos optamos por dar crédito a una ilusión casi
tan antigua como el mundo: redimir a la condición humana de sí misma. Con
arreglo a nuestro nivel de credulidad con respecto a esa oferta variada de
paraísos, elegiremos a un redentor o a otro, o bien nos abstendremos de votar,
aunque en cualquier sociedad democrática los niveles de abstención –así rocen
el 50%- no suelen ser considerados síntomas de alarma, sino gajes del sistema.
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lunes, 24 de septiembre de 2018
EL HEROÍSMO CONFORTABLE
(Publicado el sábado en prensa)
Debo empezar con la confesión de
mi aconfesionalidad. Aclarado esto, veamos…
El
actor Willy Toledo ha tenido que comparecer ante un juez por blasfemo. Si bien
la exhibición de su blasfemia resulta sobreactuada, no implica menos
sobreactuación el hecho de que una asociación de abogados cristianos –promotora
de la denuncia- procure convertir los juzgados en un tribunal del Santo Oficio.
Al fin y al cabo, lo que dijo Toledo se oye a diario en cualquier taberna, y
por lo general sin ánimo sacrílego, sino como una expresión pretendidamente
viril que mezcla la teología con la escatología, materias ambas consustanciales
a la cultura española. Tan chusco resulta que un ateo blasfeme sobre un
concepto en el que no cree como que un creyente se ofenda por un exabrupto
inspirado en su creencia, sobre todo si se tiene en cuenta que la comunidad
cristiana tiene una larga tradición de martirio, aparte de la prescripción de
ofrecer la otra mejilla a sus antagonistas.
Cabe un matiz, desde luego: quien
blasfema no busca insultar a un ente para él ilusorio, sino a quienes focalizan
su fe en ese ente tenido por sagrado, y ahí salimos del ámbito de la
espiritualidad para entrar en el de la convivencia. Cabe otro matiz: si los
creyentes están convencidos de la existencia de un infierno para los
descreídos, no acaba de entenderse que, en vez de por una acción apostólica,
opten por una acción judicial. Y otro matiz: de igual modo que un creyente
puede sentirse ofendido por una blasfemia, un ateo puede sentirse ofendido por
la amenaza inexorable del infierno aunque lleve una vida de santo laico. Cuando
se enfrentan el mundo terrenal y el mundo celestial, en fin, el único pacto
posible es el que establecen el agua y el aceite: ni la una ni el otro pueden
dejar de ser lo que son para ser una tercera cosa.
Willy
Toledo sabe que su caso no va a tener consecuencias, y de ahí –al menos en
parte- su valentía. Una valentía que tal vez resultaría más comedida si en Cuba
decidiera cagarse –ya fuese metafórica o fisiológicamente- en el mausoleo de
Fidel Castro o si en Corea del Norte le diese por hacer chistes sobre el corte
de pelo del líder supremo de allí. Se podrá objetar que no es lo mismo insultar
a personas que a entelequias. Sí, pero no olvidemos que para un creyente una
entelequia es un ser real, no un fantasma contingente y sujeto a la
controversia, ya que para algo se inventaron los dogmas.
Este
asunto tiene otro fondo: el héroe de guiñol que saca pecho contra el Estado
que, con todos sus defectos y carencias, ampara sus derechos. El flagelador
teatral de un sistema que le permite incluso denigrar ese sistema de una manera
muy española: escupiendo chulescamente por el colmillito. Y poco más.
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domingo, 9 de septiembre de 2018
EL HORARIO
(Publicado ayer en prensa)
Si tuviésemos que sintetizar el
espíritu que rige los debates que se originan en las redes sociales, bastaría
con imaginar a alguien que escribe “Hoy me he levantado con dolor de cabeza” y
a otro alguien que le replica “No estoy de acuerdo”. Hay quien supone que las
redes sociales han promovido la idiotez, pero me temo que el asunto es más
simple: antes la idiotez era privada y ahora aspira a ser pública. Hemos
pasado, en fin, de la idiotez casi secreta a la idiotez exhibida.
Como
norma general, el idiota suele ser el que no piensa como nosotros, por idiotas
que seamos, y ahí se origina una guerra de idioteces antagónicas de la que sólo
sale victoriosa la idiotez como concepto genérico. En buena medida, esta
expansión de la idiotez se debe a una superstición intelectual: la de estar
convencidos de que todos los fenómenos del mundo están necesitados de nuestra
opinión, ya sea cualificada o intuitiva.
Históricamente,
el ser humano tiene vocación discrepante con respecto al resto de los seres
humanos, de modo que resulta imposible llegar a una conclusión unánime sobre,
qué sé yo, la manera de anudarse la corbata o de freír un huevo adecuadamente:
hay teorías variadas al respecto, y controversia.
El
último debate que ha enfrentado a parte de la población es el del mantenimiento
o no del horario veraniego durante todo el año. No puede decirse con propiedad
que se trate de un severo debate filosófico, pero no por ello deja de ser un
debate, que es de lo que se trata: disponer de algo sobre lo que no estar de
acuerdo con el mayor número posible de congéneres.
Entre
las muchas opiniones oídas y leídas al respecto, me ha conmovido una en especial.
Un reportero le puso el micrófono por delante a un joven que ofreció a los
televidentes una apreciación no sólo inesperada, sino antropológicamente
desgarradora: “Los canarios no podemos perder nuestra identidad”. No habíamos
caído en eso: en la pérdida irreparable de la tradicional coletilla “una hora
menos en Canarias”. Esa hora menos que, según el dictamen del joven canario,
sustenta la identidad de los isleños, que nacen y mueren una hora antes que los
peninsulares. El asunto presenta, como es natural, sus contradicciones, como
casi todo en esta vida: también los portugueses tienen una hora menos en sus
relojes, lo que equipararía la identidad canaria con la identidad portuguesa, extremo
que tal vez enredaría un poco más la ya de por sí enredada cuestión identitaria
ibérica.
Por
su parte, los gallegos, más cercanos que los canarios a la cultura lusa, alegan
que les amanecería muy tarde.
La
clave esencial del asunto la ha planteado la escritora y periodista vasca Txani
Rodríguez: “Entonces, los de izquierdas, ¿qué posición tenemos con respecto al
cambio horario?”. La broma es muy buena como tal broma, pero también muy seria,
porque el caso es que, a fuerza de opiniones, y hora más y hora menos, ya no
sabe uno demasiado bien ni qué opinar de sí mismo.
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domingo, 2 de septiembre de 2018
Juan Bonilla escribe sobre Ya la sombra en la revista Mercurio:
http://revistamercurio.es/ediciones/2018/mercurio-203/sombra-hecha-de-luz/
http://revistamercurio.es/ediciones/2018/mercurio-203/sombra-hecha-de-luz/
martes, 28 de agosto de 2018
lunes, 27 de agosto de 2018
LAZOS
(Publicado el sábado en prensa)
El ser humano tiende al
simbolismo. Es decir, a ver en algo no sólo ese algo, sino otro algo que está
por encima de ese algo: el algo trascendido. Por si fuese poco, esa tendencia
puede aliarse con la inclinación al pensamiento embrujado, y ahí empieza ya la
verdadera eficacia espiritual: una persona perteneciente a una civilización
avanzada puede estar convencida de que arrojar a una hoguera un papel con algo
escrito -a ser posible durante el solsticio de verano- hace que ese algo deje
de actuar maléficamente sobre su vida. Y no sólo eso: incluso es posible que
sus chakras vuelvan al sitio del que jamás debieron moverse.
La
política no es ajena a los símbolos, sino más bien todo lo contrario, hasta el
punto de que hay pesimistas que se malician que la política viene a ser el
símbolo ineficiente de lo que debería ser una gestión de lo público, pero esa
sería otra historia.
Los
símbolos están muy bien para servir como símbolos, pero para poco más, a menos
que ascendamos un símbolo a la condición de sagrado, ya sea por vía laica o por
vía religiosa, pues entonces el símbolo en cuestión adquiere una utilidad
innegable: perturbar la realidad común en beneficio de una realidad privada.
En
Cataluña, sin ir mas lejos, hay personas que ponen lazos amarillos en sitios
públicos y personas que arrancan esos lazos. La lógica nos susurra que tanto
los que los ponen como quienes los arrancan son catalanes, a no ser que existan
evidencias de que los arrancadores de lazos son cuadrillas de españoles unionistas
que operan en aquellas tierras tras viajar varias horas en un autobús
subvencionado por el Estado para dislocar la convivencia armónica de las gentes
de allí: el turismo antilazo, por así decirlo.
Como no podía
ser menos, los mossos han tomado cartas en el conflicto simbólico mediante el
procedimiento de identificar, para posible sanción, a los arrancadores de
lazos, bajo el amparo nada menos que de la Ley de Seguridad Ciudadana, alias Ley Mordaza.
¿Presos
políticos frente a políticos presos? Según el adjetivo se anteponga o se
posponga en tus mecanismos mentales, te dedicas a colgar lazos o a arrancarlos.
La fiscal general del Estado ha dicho que poner lazos es un acto de libertad de
expresión, pero que arrancarlos también lo es. Tiene toda la razón en su
apreciación salomónica, aunque ha pasado por alto un detalle: el devoto de un
símbolo no puede admitir la profanación de su símbolo. Un símbolo no se
cuestiona: simplemente es. Y se acata. Y ya.
Los
malos catalanes que arrancan el símbolo de los buenos catalanes lo tienen
difícil: un símbolo se combate con otro símbolo, no con la destrucción de un
símbolo ajeno. Para equilibrar el sistema de agravios y el sentir victimista,
que prueben, no sé, a colgar butifarras, a ver si los del otro bando no las
arrancan de cuajo.
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lunes, 13 de agosto de 2018
CUESTIÓN DE FE
(Publicado el sábado en prensa)
Uno de los mecanismos más
misteriosos de nuestra mente es el que determina que tengamos fe en algo. No
sé: tener la convicción de que, tras la muerte, conviviremos con nuestro dios,
rodeado de un coro de ángeles o de una corte de huríes, según la doctrina que
nos ilumine. Tener la convicción de que los extraterrestres están entre
nosotros, disfrazados de terrícolas, para estudiar nuestras costumbres o para
lo que quiera que un extraterrestre decida infiltrarse en nuestras respectivas
civilizaciones. Tener la convicción de que en la baraja del tarot está escrito
nuestro futuro. Tener la convicción de que una plegaria dirigida a un ser
sobrenatural hará que sanemos de una enfermedad incurable o que gane nuestro
equipo. Etcétera.
Somos
seres extraños, divididos entre la racionalidad y la superstición, entre
realidades contundentes y fantasmagorías difusas, propensos a mudar nuestro
pensamiento al territorio de lo sobrenatural en cuanto lo natural nos sobrepasa
o nos resulta insuficiente.
Todo
eso estaría muy bien –o al menos no demasiado mal- si esas creencias se nos
quedasen dentro de la mente como pintoresquismos inevitables de quienes tienen
que convivir las 24 horas del día con una actividad cerebral bastante compleja,
obligados a formulaciones, a reacciones y a conclusiones arriesgadas: desde dar
por buena la teoría de la reencarnación, pongamos por caso, hasta elegir qué
modelo de coche te compras, con la peculiaridad de que el ser el humano tiende
a ser titubeante no sólo antes las grandes cuestiones metafísicas, sino incluso
a la hora de elegir una pieza en la panadería, sobre todo si se trata de una de
esas panaderías vanguardistas en que los productos están barroquizados con un
surtido de simientes que ni siquiera sospechábamos que existían. Pero si una
creencia, una fe, decide ser no solo expansiva sino también imperativa, el
asunto se complica un poco, pues demasiado suele tener una persona con su
propio jaleo ideológico y emocional como para adoptar el ajeno, lo que no quita
que haya quien se alinee fervorosamente con credos estrafalarios, rendidos ante
el carisma y la elocuencia de unos líderes que lo mismo montan una secta en un
rancho de Texas que un partido político que enaltece la supremacía regional.
Qué extrapola cada cual en esas adhesiones me temo que es algo que ni siquiera
sabe el interesado: los misterios del ser, como quien dice.
Tener
fe en algo resulta estupendo, siempre y cuando no tengamos demasiada fe en
nosotros mismos: la fe –ya sea en la misericordia de una deidad o en la
eficacia gestora del presidente de una diputación- como paliativo personal ante
el vacío o ante lo que sea, pero no como remedio ecuménico. El problema suele
ser, en fin, que la fe bien entendida empieza por uno mismo, y en esas andamos
desde los tiempos del Génesis, sin escarmiento posible: cada loco con su tema.
Cada creyente con su fe. Y mucha gente en la playa.
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miércoles, 8 de agosto de 2018
lunes, 6 de agosto de 2018
FOTOGRAFÍAS
Hasta hace no mucho, la gente se
fotografiaba en ocasiones más o menos señaladas, y aun eso si alguien había tenido
la ocurrencia de echarse una cámara encima, cosa que ocurría
muy raramente, ya que las buenas cámaras fotográficas presentaban el inconveniente de
ser un ingenio pesado y molesto, y sólo los muy aficionados a la perpetuación
de las estampas familiares o amistosas se prestaban a ese martirio, que a veces requería la búsqueda de encuadres imposibles: retratar, por ejemplo, a un grupo
de 30 o 40 personas, perro incluido. “Lástima que no tengamos una cámara”, solía
ser la queja más frecuente en los momentos álgidos de las reuniones
celebratorias.
Cuando se trataba de ocasiones señaladamente señaladas, se contrataba a un profesional para que eternizara lo fugitivo, incluida en ese concepto la inocencia acartonada de la primera comunión o la ilusión contenida en los pliegues más o menos etéreos de un vestido nupcial. Una persona corriente llegaba a la vejez, en fin, con más o menos un centenar de fotos de su persona, y el hecho de retratarse tenía algo de episodio solemne, y de ahí quizá el que, en las viejas fotografías en sepia, todo el mundo parezca un muñeco de cartón, con la expresión rígida, la pose envarada, la mirada difusa, con aspecto de estar orinándose o de reírse sin ganas ni motivo.
Cuando se trataba de ocasiones señaladamente señaladas, se contrataba a un profesional para que eternizara lo fugitivo, incluida en ese concepto la inocencia acartonada de la primera comunión o la ilusión contenida en los pliegues más o menos etéreos de un vestido nupcial. Una persona corriente llegaba a la vejez, en fin, con más o menos un centenar de fotos de su persona, y el hecho de retratarse tenía algo de episodio solemne, y de ahí quizá el que, en las viejas fotografías en sepia, todo el mundo parezca un muñeco de cartón, con la expresión rígida, la pose envarada, la mirada difusa, con aspecto de estar orinándose o de reírse sin ganas ni motivo.
Fotografiarse
venía a ser un juego de azar en el que lo acostumbrado era que saliese uno
perdiendo: los ojos cerrados o rojos, las arrugas marcadas, el gesto
irreconocible, los dientes amarillentos… Cuando en la cámara sonaba el clic,
era lo mismo que cuando la ruleta del casino empieza a girar. No había
posibilidad de rectificación mediante la magia del Photoshop moderno -capaz de
convertir a la bruja Piti en Miss Tarragona, o viceversa-, y si el experimento
salía mal, así te quedabas para los restos, fijado en una imagen deformada,
para vergüenza propia y quién sabe si no también ajena, porque no existe
persona más fea que un feo fotografiado, detenido en su fealdad, que en
movimiento puede más o menos disimularse. “Es que no soy fotogénico”, solíamos
disculparnos cuando recogíamos el paquete de fotos en la tienda de revelado.
En
nuestros días, la gente fotografía casi todo: el plato de aceitunas que le
ponen en el bar, el gato que cruza la calle, los zapatos que acaba de comprar,
la paella del domingo… Cualquier adolescente puede guardar millares de
fotografías en su teléfono móvil, de lo que cabe deducir que, al final de su
vida, esos millares serán centenares de millares, o millones, en todas las
poses y circunstancias. “Presentes sucesiones de difunto”, escribió Quevedo. Álbumes
inmateriales de imágenes inmateriales de quienes vamos siendo, imágenes
virtuales almacenadas en un artilugio prodigioso, para dar testimonio -¿a
quién, sino a nosotros mismos?- de nuestro fluir.
Y generalmente disponibles,
para disfrute universal, en Facebook.
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sábado, 4 de agosto de 2018
lunes, 30 de julio de 2018
VIOLINES Y TAMBORES
(Publicado el sábado en prensa)
De las pocas cosas que uno
aprende después de muchos años de escribir artículos en prensa es que no deben
arriesgarse profecías, en parte por lo que la deriva de la realidad tiene de
imprevisible, aunque sobre todo por lo que tiene de absurda. Pero, comoquiera
que estamos en verano, que es una estación que propicia las
irresponsabilidades, me atrevo a suponer que tanto Pedro Sánchez como Pablo
Casado tienen las horas muy contadas en sus flamantes ocupaciones.
Como
presidente del gobierno, Sánchez afronta un problema de solución difícil:
presidir una empresa que a sus accionistas mayoritarios les interesa que entre
en bancarrota, a no ser que demos por supuesto que a los partidos que le
apoyaron en la moción de censura les conviene que una buena gestión gubernamental
les arrebate votos en las próximas elecciones: la ingenuidad sólo acierta de vez en cuando. Y el caso es que a Sánchez le va
bien, sobre todo porque, más que gobernar, está haciendo una campaña electoral
anticipada desde el gobierno: una política de música de violines.
Sobre
el papel, se supone que los políticos están en su cargo para asegurar el bien
común y no para asegurar el bien partidista, pero la suspicacia nos susurra que
la alianza que puso en la calle al gobierno moralmente insostenible de Rajoy no se debió
tanto al hartazgo moral –a fin de cuentas, el historial de corrupción del PP
venía de muy largo- como a la impaciencia electoral: promover un gobierno
transitorio y probar suerte en las urnas… en cuanto Ciudadanos cayese en las
encuestas. De paso, se satisfacía el anhelo de Sánchez de dormir en la Moncloa, así fuese durante
un par de meses, a pesar de su intención, hasta entonces no revelada, de
convertirse en huésped fijo durante al menos el resto de la legislatura. Tras
el cumplimiento de ese anhelo perentorio, el cuento de hadas empieza a
desfigurarse, y la primera pesadilla le viene de Cataluña, con el grueso de sus
dirigentes dispuestos a dialogar con el gobierno central en unos términos
inmejorables: “O nuestra independencia o tu gobierno”.
Por
su parte, la elección de Casado como presidente del PP no deja de resultar
coherente con la pintoresca trayectoria de ese partido: sentar en la poltrona
suprema a alguien que muy posiblemente tendrá que sentarse en un banquillo
judicial para dar explicaciones sobre su fulgurante expediente académico. Ni
siquiera el precedente Cifuentes parece haberles servido no ya de escarmiento,
sino ni siquiera de advertencia. Lo que se dice un espíritu aventurero, cuando
no temerario.
Y
en esas andamos: en la política de la fragilidad. En unas expectativas sociales
sostenidas por unos discursos estratégicos. En una coyuntura en que todo suena,
como decía, a música de violines, pero en que ya se oyen, no muy lejanos, los
tambores de guerra.
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miércoles, 25 de julio de 2018
lunes, 16 de julio de 2018
INCLUSIÓN
(Publicado el sábado en prensa)
Hay un factor ridículo en el uso
de “todos y todas”, de “compañeros y compañeras”; hay algo risible en el uso
del femenino para ambos géneros, pero también lo hay en el hecho de que se
reúnan cinco mujeres y un hombre y la corrección gramatical exija que digamos
“Ya están todos”. ¿Cómo se soluciona este conflicto lingüístico que excede los
límites de lo lingüístico? Si se tratase de un mero problema lingüístico, la
solución sería meramente lingüística, pero las soluciones lingüísticas basadas
en la duplicidad (el “todos y todas”, etc.) ya hemos visto que resultan no sólo
un tanto chirriantes, sino también inoperantes, pues se limitan a solucionar de
manera retórica un problema –irresuelto- de índole sociológica, de modo que nos
quedamos en las mismas, aunque con más palabras por medio.
Comoquiera que
todos estos debates tienden al pintoresquismo (como por ejemplo la propuesta de
un grupo anarquista de sustituir la terminación de género por una arroba o por
una equis, lo que tal vez propiciaría algún que otro problema fonético), incluso
podríamos seguir un criterio similar al que los concejales de tráfico aplican a
esas calles en que se aparca en una acera o en otra en quincenas alternas, de
modo que durante un par de semanas todos fuésemos todas y durante la quincena
siguiente todas fuésemos todos, pero lo que menos interesa es llevar el asunto
al terreno de la broma, ya que su fondo tiene muy poco de broma: la relegación
histórica de la mujer en muchos aspectos decisivos del entramado social.
El gobierno de
nuestra nación de naciones ha puesto en un brete a la Real Academia de la Lengua al encargarle un
informe sobre la posibilidad de aplicar un lenguaje inclusivo al texto de la Constitución. De
entrada, no sé, esas modificaciones resultarían sencillas, empezando por el
texto de su preámbulo, en el que se proclama la intención de “proteger a todos
los españoles”. Con que protegiese a toda la ciudadanía sería más que
suficiente, aunque es posible que, en coherencia con su trayectoria, el
presidente Sánchez prefiriese la opción de que protegiese a todos los españoles
y a todas las españolas, pero si tenemos la suerte de contar con una palabra
genérica que abarque a ambos géneros, tal vez mejor para todos y para todas.
El lenguaje es
en buena parte espontáneamente evolutivo, y de ahí tal vez el que las propuestas de cambio con
afanes impositivos nos resulten artificiosas, lo que no quiere decir que lo
sean, o no del todo. El patriarcado tiene muchos siglos de experiencia. La
corrección de ese desequilibrio no va a solucionarse mediante fórmulas de
lenguaje no sexista, ya que las injusticias y sinrazones de fondo afectan a
ámbitos más concretos, como por ejemplo el laboral. Pero no es un mal comienzo el
que las mujeres se rebelen contra el hecho de ser todos sin que todos seamos a
la vez todas.
Y algo habrá que inventar.
.
sábado, 14 de julio de 2018
domingo, 8 de julio de 2018
miércoles, 4 de julio de 2018
Anoche, esta película de Albert Serra.
Fascinante ese tratamiento de la vejez, de la enfermedad y de la muerte. Magistral Jean-Pierre Léaud en su papel de Rey Sol moribundo: ni un gesto de más ni uno de menos. Magnífica la fotografía -que en algunos aspectos recuerda la de "Barry Lyndon", de Kubrick.
lunes, 2 de julio de 2018
ORÍGENES DEL PULPO
(Publicado el sábado en la prensa)
Una treintena larga de
científicos ha avalado un estudio en el que se concluye que los pulpos son
animales de origen extraterrestre. Como es natural, otro buen montón de
científicos se ha apresurado a desmentir esa suposición. Es lo que tiene la
ciencia: que sólo es científica hasta donde los científicos permiten que lo
sea, ya que a veces sus controversias toman la deriva aleatoria de los debates
teológicos. Con arreglo a la navaja de Ockham, lo más probable es que los pulpos
sean pulpos y no alienígenas, pero con estas cosas nunca se sabe: ¿quién no ha
tenido alguna vez la impresión de que ese vecino que escucha rumbas de
madrugada procede de otro planeta, en concreto del planeta Rumba?
Yo,
que de científico tengo lo mismo que de trapecista del circo de Budapest, me
situaría en una conciliadora posición intermedia: vale que el pulpo no tenga un
ilustre abolengo extraterrestre, pero merecería tenerlo, y con esto creo que
queda zanjada la polémica... al menos hasta que llegue el temido día en que los
pulpos se confabulen contra los humanos y nos ataquen, pues entonces tendremos
que rectificar nuestros criterios sobre los orígenes de ese misterioso
cefalópodo. “¿Por qué motivo van a querer atacarnos los pulpos?”, se
preguntarán ustedes. Bien. El filósofo australiano Godfrey-Smith opina que “los
pulpos tienen lo más parecido a una inteligencia extraterrestre que podemos
encontrar en la Tierra”,
lo que no es obstáculo para que nosotros los espolvoreemos con pimentón antes
de comérnoslos. Por menos de eso se han originado guerras mundiales.
Por si fuese
poco, incluso hemos tenido esclavizado durante años a un pulpo para que
pronosticase el resultado de los partidos de fútbol de trascendencia mundial.
Demasiado han aguantado, en fin, los pulpos.
Hay animales
genuinamente terrícolas. Cuesta imaginar que el pollo, pongamos por caso,
proceda de una galaxia remota, porque un pollo no deja de ser un mero pollo,
por muchas que sean las recetas que admite. Rozaría la extravagancia el suponer
que el cerdo ibérico es originario de otro sitio que no sea la península
ibérica. Resultaría injusto poner en duda el origen cien por cien autóctono del
cordero de raza chamarita. Y así sucesivamente. Con otros animales, en cambio,
nos entra la duda: las gambas, las iguanas crestadas de Fiyi, los caracoles,
los murciélagos de nariz tubular, Quim Torra…
Pero volvamos
a los argumentos estrictamente científicos: como al final resulte que los
pulpos son alienígenas, me temo que las primeras víctimas del ataque masivo de
los pulpos asesinos van a ser los gallegos, por lo cual se impone allí la
creación inmediata de una unidad del ejército especializada en guerras
intergalácticas.
Mientras sí y
mientras no, que tengan ustedes un buen verano.
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lunes, 25 de junio de 2018
(OTRO BLABLABLÁ)
En CRÓNICA GLOBAL me entrevista Antonio Rivero Taravillo.
https://cronicaglobal.elespanol.com/letra-global/la-charla/felipe-benitez-reyes-humoristas-literatura_150644_102.html
https://cronicaglobal.elespanol.com/letra-global/la-charla/felipe-benitez-reyes-humoristas-literatura_150644_102.html