domingo, 21 de octubre de 2018

BOCA DE PEZ



(Publicado el sábado en prensa. El asunto era facilón, pero...)


La exministra Tejerina estudió de niña en un colegio vallisoletano de la orden religiosa de María Nuestra Señora. Tuvo suerte, pues no hay parangón posible entre estudiar al amparo exclusivo de unos maestros y hacerlo bajo la protección de una deidad: la cosa cambia. Mucho. Por ejemplo, no es lo mismo aprobar de milagro que aprobar gracias a un milagro. En un colegio público, el mayor milagro que suele producirse es que no tenga goteras, pero en un colegio religioso incluso las goteras, si las hubiese, pueden interpretarse pedagógicamente como la manifestación sobrenatural de los santos y santas que lloran en el Cielo por nuestros pecados infantiles.


            En un rapto de generosidad informativa, la exministra ha declarado que lo que sabe un niño andaluz de 10 años es lo que sabe un castellanoleonés de 8. Ella lo tiene muy medido con una vara estadística solvente, pues de mucho tiempo libre habría que disponer para evaluar sobre el terreno los saberes de tantísimas criaturas y luego sentarse a comparar lo que saben unos y otros. La noticia, en fin, no puede ser más desoladora no solo para los niños andaluces, sino también para los castellanoleoneses, a los que ese exceso de sabiduría puede arruinarles la infancia, más propicia a la expansión mediante el juego que a la adquisición de conocimientos mediante la aplicación y el estudio. (De momento, la exministra no ha planteado las diferencias de cavidad craneal ni de volumen cerebral que podrían darse en nuestras respectivas autonomías, ya sean históricas o de historieta.)


            Desde la revelación de la exministra, les confieso que voy por la calle con pesadumbre, mirando con compasión solidaria a esos niños andaluces de 10 años que llevan dos de retraso en su formación, hasta el punto de que algunos juegan a la pelota en vez de estar leyendo a Schopenhauer. No sé, resulta triste saber que las niñas andaluzas de hoy nunca llegarán a ser ministras de nada, porque, en el caso de que llegaran a serlo, se pasarían la mitad exacta de la legislatura sin enterarse ni de la cuarta parte de los asuntos de Estado de los que se enterarían sus adelantados compañeros castellanoleoneses de gabinete, y la vida es corta, y una legislatura aún más corta que la vida.


            En 2011, la exministra Mato –afectada por una rara discapacidad visual que le impide ver jaguares en el garaje de su casa- nos informó de que los niños andaluces son “prácticamente analfabetos”. Así las cosas, la declaración de la exministra Tejerina puede interpretarse como un dato esperanzador: es posible que, de aquí a un par de décadas, los niños andaluces se pongan a la par de los de Castilla, en el caso de que los niños castellanos no se embalen intelectualmente y se pongan otros dos años por delante de los andaluces. 

             Seguiremos informando.


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2 comentarios:

  1. A algunos, andaluces o no, siempre nos costará alcanzar a entender algunas cosas. Muchas gracias por esta información, siento como crece mi perímetro craneal mientras disfruto, a carcajadas, de la lectura. Muchas gracias por compartir ;)

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