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Una mujer holandesa fue a un Burger King de Amsterdam para tomarse una ensalada y resultó que en la ensalada que le sirvieron había una rana viva, lo que convertía el plato en una performance en toda regla. De todas formas, tal y como está la gastronomía contemporánea, con esos cocineros que exhiben talante de alquimista iluminado, el incidente no resulta del todo escandaloso, ya que algunos fogones modernos son la plataforma del arte vanguardista, y la vanguardia tiene manga ancha. Aun así, si pides una ensalada, lo normal es que no contenga como ingrediente una rana viva, a menos que lo avisen en la carta: “Ensalada mixta con rana saltarina del condado de Calaveras”, como homenaje a Mark Twain, compatriota de los propietarios de esa cadena de comida rápida.
A lo mejor el misterio radica ahí, no sé: para que la comida sea aún más rápida, lo mejor es añadirle una rana, ya que las ranas pueden ser muy veloces cuando les da por pegar saltos. Echas una rana viva en la jungla de una ensalada y, a lo mejor, el plato sale dando brincos por la puerta del establecimiento. “Eso sí que es comida rápida, y lo demás son cuentos”, diría la gente, que anda siempre con prisa y que agradece por tanto cualquier manifestación de la velocidad.
Los responsables del restaurante están investigando cómo pudo acabar la rana en la ensalada, aunque no especifican si el asunto está en manos de la policía local o de la INTERPOL, porque igual se trata de una rana terrorista, dispuesta a boicotear los hábitos culinarios de EEUU en la medida de sus posibilidades, que al fin y al cabo no son escasas: una rana oculta en el fondo de una ensalada posee la cualidad de provocar el pánico. Es lo mismo que si vas a un restaurante segoviano con la intención de atracarte de ancas de rana y resulta que, bajo el montón de patitas rebozadas y crujientes, te encuentras de pronto una hamburguesa. Lo inesperado sobresalta, o sea. Acojona, vamos.
Como las hipótesis salen gratis, les confieso que tengo dos hipótesis sobre la rana misteriosa del Burger King holandés. Con arreglo a mi primera hipótesis, pudiera tratarse de una rana suicida. Sí: una rana que decidió inmolarse en un restaurante de comida basura para protestar por la globalización gastronómica. “Que me coman viva”, debió de proclamar la rana heroica ante sus familiares batracios. “Que mi sacrificio sirva al menos como testimonio”. Con arreglo a mi segunda hipótesis, un poco más insidiosa, lo único que pretendía la rana era comerse la ensalada: pasó ella por allí, vio aquella cosa verde y barroca y le entró apetito, de modo que se tiró de cabeza al bol, con la mala suerte de que, a mitad del banquete, llegó un empleado y le sirvió la ensalada exótica a la cliente desafortunada, que ha declarado que no tiene previsto presentar una demanda por daños emocionales, actitud que puede interpretarse como un gesto de apoyo al colectivo de las ranas para su integración en el menú de la multinacional.
¿A qué sabrá una rana viva? Por si acaso no les pica la curiosidad, remuevan bien sus ensaladas antes de hincarles el diente y vean si algo salta. Y si algo salta, comprueben si hace croc-croc. Y si hace croc-croc, avisen al encargado y pídanle que al menos la pasen por la plancha. Y que aproveche.
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Yo voto por la hipótesis de la rana con conciencia social. Si a los animales les queda humanidad, el mundo no está tan perido.
ResponderEliminarLo que nadie sospecha y mucho menos sabe,es que la Rana quería comerse una de tantas ensaladas aderezadas con una bella Holandesa.
ResponderEliminarPobre batracio.
La segunda hipótesis es bastante inverosímil, pues de todos es sabido que una rana tiene mejor gusto que eso y no creo que entrase voluntariamente a un 'burguer' si no fuera con aviesas intenciones. Por lo que nos encontramos ante la típica rana díscola y malintencionada de destrucción masiva, no cabe duda. En lo sucesivo vayamos acostumbrándonos a ver más ingenios ruines del Eje del Mal pululando por nuestros menús del día. Matar, en principio, no matan, pero asustan un güevo... Y algún infarto que otro caerá.
ResponderEliminarConfío en que el Tea Party tome nota de esta nueva amenaza mundial y haga una batida por los apestosos pantanos de Louisiana para no dejar ni una. Por decir un sitio.
Saludos.
Yo opto más por pensar que la holandesa no supo interpretar lo que tenía delante. No debemos olvidar que las ranas no aparecen así como así por las ensaladas del burguer.
ResponderEliminarÉste era un príncipe, de los de siempre, que esta vez, mucho le debía gustar la holandesa para hacer su aparición en la ensalada del burguer. Cuánto mejor aparecer en la guarnición de un solomillo de buey¡¡
En fin, que la mujer se quedó sin su príncipe azul.
¡Tanta literatura de pequeños, y no nos ha servido de nada!!!!
excelente, curioso surtido textual
ResponderEliminarBuenos días Felipe me encanta leer tus artículos por el sentido del humor y por lo bien escritos que están, el de la rana ha sido estupendo. Un abrazo
ResponderEliminarPrimitivo
Por respeto a las fábulas, quiero pensar que una rana que se alimenta de ensaladas del Burguer King no aspira a transformarse en un príncipe azul, sino, a lo sumo, en una hamburguesa con doble de bacon y triple de queso. (O similar.)
ResponderEliminarSaludos.
Yo creo que hay una mano divina moviendo todo esto. Las ranas son carnívoras (por muy verdes que sean), y lo más probable es que se tratara de una rana disidente, cual oveja negra de Monterroso, y la mano divina la castigó poniéndola en una ensalada. Que Dios puede hacer esas cosas y más, si se pone...
ResponderEliminarEl tema de la rana inmolada también aparece en otro cuento del Diminuto Guatemalteco (que le vemos el homenaje, Maese Benítez, y no sólo a Twain)... esta otra, según recuerdo, muere en balde, porque se inmola para ser la más rana de todas las ranas, y dona sus ancas a un restaurante para que se las zampen... El que quiera saber cuáles son las últimas palabras que oye la rana (dichas por el comensal que se está jamando sus ancas), que se lea el cuento (o me pregunte directamente): no quiero reventarle el relato a los que no lo han leído.
¿Y dónde encuentra Usted estas noticias, por amor de Dios?
...No por menos inesperado es a su algo inusual ,para una vez que va la dulce señora se queda como juez de la
ResponderEliminarpropia suerte...comerla o matarla ...y mejor aún llevarla consigo y resguardarla de los curiosos y saberse poseedora-ella sola--de su ranita de la suerte.
Un deleite leerte FELIPE ,recibe mis saludos :
j.r.s.
Gracias por los comentarios, tan divertidos. Se ve que las ranas dan mucho juego.
ResponderEliminarY, si, por supuesto: la rana del gran Monterroso.
Pues yo creo que era la mascota de un un niño o una niña, se le ha escapó y acabó en la ensalada.
ResponderEliminarUn beso.
Me gustó mucho el tono bienhumorado de la odisea de esa pobre rana, que sea cual sea la hipótesis...no tuvo happy end..Bello Texto. Un abrazo.
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