(Publicado ayer en prensa)
Quienes no
miran con simpatía al Gobierno central tienen un consuelo: es posible que a
quien menos le guste el Gobierno actual sea al actual presidente del Gobierno.
Es posible que tampoco le guste al vicepresidente segundo, pero también
es posible que le entusiasme. Incluso ambas cosas a la vez, dada la comodidad
estratégica de su cargo: para él, el mérito de las medidas sociales implantadas
a raíz de la pandemia; para el presidente, la ruina social que ha traído la
pandemia, por ejemplo. Esa armonía disfuncional. Si el vicepresidente no
ha guardado lealtad a los suyos cuando no le han brindado mansedumbre, resultaría
demasiado optimista suponer que vaya a guardársela a quien es menos su socio de
coalición que el enemigo que le impide sacudirse el prefijo “vice”.
Para un yo muy pronunciado, la necesidad de un “nosotros” viene a ser
al fin y al cabo una humillación jerárquica, y eso vale tanto para el
presidente como para el vicepresidente, que se han coligado por la misma razón por
la que lo hicieron la rana y el escorpión de la fábula, aunque esperemos que
con un desenlace menos dramático.
El vicepresidente sabe tensarle la
cuerda al presidente, a quien da trato de rehén, cuando no de subalterno: un
día se arroga la autoría ideológica del salario mínimo vital y otro día propone
un pacto entre UP, EH Bildu y PSE para la formación de un gobierno vasco. Es la
ventaja de estar donde se está y a la vez la ventaja de no estar del todo donde
se está.
El vicepresidente es uno de los políticos
del momento que peor soportan un viaje a la hemeroteca, lo que no es decir poco.
En el pasado, confesó que su ilusión consistía en ser un presentador
televisivo, y lo fue, y sigue siéndolo, aunque con otro formato: ya no actúa
para entretener a los espectadores, sino para hechizar a los electores, y no lo
hace desde un plató, sino desde el consejo de ministros. La diferencia es poca
y mucha a la vez, aunque el actor sigue inalterable: alguien que disfruta de
una especie de teatralidad bipolar, pues lo mismo nos habla en registro de perdonavidas,
enseñando el colmillo, que adopta un tono melifluo de misionero franciscano.
¿Cuál de los dos roles le sale mejor? Quién sabe, aunque en el de perdonavidas transmite
autenticidad, mientras que en el de misionero franciscano levanta sospechas no
sólo de impostura, sino también de sobreactuación.
Ahora anda en esa extraña intriga de la
tarjeta robada, que ha introducido en la política nacional los trepidantes enredos
postadolescentes en torno a la telefonía móvil, al parecer con las cloacas del
Estado de por medio, aunque con menos aire de Le Carré que de Mortadelo y
Filemón.
Y una aclaración tal vez superflua o quizá
no del todo: se puede recelar de un vicepresidente de izquierdas sin ser de
derechas. Lo digo por si acaso.
.
Es tartufo leninista.
ResponderEliminarNo es malo ser de izquierdas o de derechas (aunque esto último lo pueda decir con la boca chica), lo malo es no ser crítico con los gobiernos y los gobernantes, sean del color que sean.
ResponderEliminarSin ser, ni mucho menos, fan del vice, discrepo en varios puntos del artículo. Por ejemplo, no creo que los logros de este gobierno los rentabilice UP. Más bien al revés. Cualquier día el presi nos sorprende con una aliaza con C's ( ya estuvo a punto de pasar) y mucha gente de izquierdas se quedará con los ojos a cuadros.
ResponderEliminarCoincido, eso sí, en que se puede (incluso se debe) ser crítico con este gobierno sin que eso signifique ser de derechas.
Siempre lo he dicho: el cáncer de Podemos es Pablo Iglesias. Y ahora también veo a Echenique como una metástasis. Una pena.
ResponderEliminarPues yo creo que ha hecho muy bien al proteger a Dina Bouselham de su propia tarjeta de teléfono. Faltaría mas. ¿No crees, Isabel?
ResponderEliminarSólo un verdadero caballero español de de toda la vida protege a la chiquiDina de ella misma. Podría ser de Vox.
ResponderEliminarFrancois Villon, poeta francés que murió en la horca en 1463 , escribió un gran poema titulado " salvo a si mismo " , del que extraigo cuatro frases :
ResponderEliminarConozco al hombre por su vestidura
Distingo cuando el truhan habla en jerga
Distingo al que trabaja del que descansa
Conozco todo , salvo a mi mismo .
En el siglo XX Ramón Arcusa escribió el tema " soy un truhan , soy un señor " para Julio Iglesias , y que por cierto gustó mucho al viejo de Julio ( que tenía fama de dandy ). Vivimos un pandemoniun a nivel planetario
Caldicot