El PSOE no tiene reparo a la hora
de publicitarse como un partido de izquierdas, pero tiene el problema de que le
cuesta decidirse a gobernar como un partido de izquierdas. El problema del PP,
por su parte, consiste en que tiene algún que otro reparo a la hora de
reconocerse como un partido de derechas, aunque no tiene ningún pudor en
activar políticas de derecha dura. La
O de las siglas del primero evoca el prestigio mítico de las
luchas sociales: el obrero sudoroso que lee, a la luz de una lámpara de
queroseno, ensayos sesudos que analizan la opresión a que está sometida la
clase obrera. (Sí.) La segunda P de las siglas del segundo no digamos: “Popular”.
Del pueblo. De su entraña misma. El partido cuyos dirigentes se desviven por la
bonanza no ya sólo del vulgo popular –por usar una acuñación de Lola Flores-,
sino incluso de los parias de la tierra, como quien dice. (Sí.)
Sospecha
uno, no sé, que tanto el “obrero” del uno como lo “popular” del otro son entelequias
retóricas que sugieren imágenes épicas de un proletariado que acude en masa,
entre himnos exaltadores y con paso heroico, hacia las urnas, ya sea para votar
a Sánchez, el amigo del obrero, o a Casado, el benefactor del pueblo. (Sí.)
Fantasías, en suma, que evocan revoluciones y redenciones sociales, capitaneadas
en este caso por señoras y señores de la calle Ferraz o de la calle Génova, esos
dos laboratorios en los que se llevan a cabo investigaciones sociológicas para
que los obreros populares –valga la redundancia… aunque quizá no lo sea tanto-
lleguemos cuanto antes al futuro y, a corto plazo, para que algunos de sus
jerarcas lleguen cuanto antes a un escaño en el parlamento.
En
abril, los del vulgo popular votamos para elegir un nuevo gobierno. Estamos en
septiembre y seguimos teniendo no tanto un gobierno en funciones como un
gobierno de simulaciones. Sánchez ha salido airoso de varias aventuras
temerarias, pero corre el riesgo de que esa fortuna le haga sentirse
invulnerable, como les ocurre en los casinos a los jugadores de blackjack que están en racha… hasta que
les cambian el crupier y la fortuna se convierte en ruina en un abrir y cerrar
de ojos.
Sánchez
pretende que el PSOE forme gobierno en solitario, con el apoyo desinteresado de
UP y con el desdén pasivo del PP y de Cs. (Sí.) Igual le sale bien el truco de
magia, porque en este clima político de disparates y de infantilismos ya nada
nos sorprendería, pero me permito dudarlo. Vale que a Sánchez le resulte
incómodo gobernar en coalición con la otra izquierda, una vez desbaratado su viejo
sueño de entenderse con Cs, pero podría disimular un poco. Aunque, bien
pensado, no ha hecho otra cosa en todos estos meses: disimular la simulación,
en fin, de un simulacro.
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Mientras tanto, en un pueblo donde huele a canela, los políticos nos han privado de poder disfrutar junto al homenajeado de unos momentos inolvidables. Rafael Juárez, el poeta, el librero, el editor y el que fue secretario de la Fundación Francisco Ayala se nos ha ido en silencio, demasiado pronto como suele suceder en estos tiempos. El hombre que no aceptaba medallas, aceptó a una humilde calle, la de los Hortelanos para que llevase su nombre,pero los tiempos de los políticos están en otra dimensión a la nuestra, en fin , habrá algún día un homenaje póstumo que es lo que ninguno quisimos. Y para siempre, sus poemas. Desde aquí aprovecho para recomendar la lectura de "Medio siglo" de la editorial Pre-textos. Gracias Felipe por crear un rincón como este.
ResponderEliminarEl P_ _ E, no ha hecho otra cosa que simular desde los 80's que es de izquierdas; y aunque hay aún quien lo cree (políticamente España está muy poco formada), son menos cada vez.
ResponderEliminarEl P.P. es diestro aunque para robar lo haya hecho a dos manos, y por eso, de momento, tiene menos votos; ya remontará, porque este país no tiene remedio.
De la izquierda no quiero hablar, que me da la risa floja.