(Publicado ayer en prensa)
Uno de los momentos más
emocionantes de nuestro sistema democrático es ese en que el representante
electo acude al Congreso para recoger su acta de diputado y le dan una cartera
de cuero, para que sienta la ilusión retrospectiva del niño que va a la
escuela, y un iPhone y un iPad de última generación, para que se sienta como un
adolescente afortunado. Imagino que se trata de una maniobra de compensación
psicológica por el esfuerzo que le espera, consistente nada menos que en aportar
esplendor y prosperidad a la nación, tarea que se lleva a cabo con más
entusiasmo si dispones de una buena cartera y de unos buenos dispositivos móviles,
así sea para jugar al Candy Crush en las sesiones más soporíferas, pues de todo
se ha visto. Y es que vas al Congreso con una carpetilla de cartón para guardar
los documentos y con un móvil que hace fotos borrosas y, no sé, por un lado o
por otro el país se resiente, por esa inclinación de todo país a ser resentido.
Hay que tener en cuenta además que, en contra del criterio de algunos
pesimistas, el Congreso reúne a las mejores mentes del país, las dotadas de
capacidad gestora para darle prosperidad interna y lustre externo, y un país
que no tiene detalles magnánimos con sus mejores mentes corre el riesgo de caer
en manos de los dementes, que es lo que menos querríamos todos, incluidos tal
vez los propios dementes.
Emociona,
ya digo, ver a los diputados con sus atributos básicos, sonrientes como un
chiquillo en la mañana del 6 de enero. Aparte del paquete tecnológico y de la
cartera, los desventurados que no disponen de coche oficial salen de allí con
un bono anual de 3.000 euros para taxis. Bien es cierto que no es lo mismo
disfrutar de un coche oficial de color negro, con chofer trajeado de negro, en
paralelo a la estética de las funerarias, que desplazarte en un taxi en el que
los asientos están forrados con una esterilla más o menos marroquí y en el que
es muy probable que suene la COPE,
pero el caso es desplazarse. El movimiento. El dinamismo. Mientras los
diputados se muevan, se moverá el país, porque ellos llevan el país dentro. En
la mente. El país dentro de las mejores mentes del país.
Y
otra buena noticia: comoquiera que Apple va a dejar de fabricar el modelo de
iPad que usan ahora sus señorías, se ha convocado un concurso para renovarlos.
Poco más de medio millón de euros. Nunca un dinero mejor empleado: un país no
puede estancarse en las glorias pretéritas de la tecnología.
Al
margen de esto, leo otra noticia que también me emociona: en 2011, la Junta de Andalucía creó el
Consorcio Guadalquivir. Desde entonces, la única actividad que tiene registrada
es su fiesta de inauguración. 500 invitados. Unos 200.000 euros de coste.
Las
mentes. Las mejores.
.
El Poder Legislativo reside más en los asesores del Congreso que en esas mentes, con honrosas excepciones cuyo criterio sólo será visible en sus oratorias desde la palestra. Esas mentes, en algunos casos, apostaría yo, residirían más bien en las yemas de los dedos y en la envergadura de los brazos extendidos de sus extremidades en el momento del voto o pulsómetro por el compañero de bancada ausente. Sin que quepa elevarlo a categoría, en el Congreso o en el Senado, no sólo con la irrupción de determinados grupos, serían blanco fácil del desprecio, pues siempre hay otras mentes menos banales y más maliciosas a que atender.
ResponderEliminarMuy bueno
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