(Publicado ayer en la prensa)
No me gusta dar malas noticias,
pero a veces no queda más remedio: la entelequia colectiva que de momento
seguimos conociendo como España no está en manos de la troika ni de los
especuladores internacionales, sino a merced de cuatro extraterrestres. En
concreto, de unos individuos naturales del planeta Xjrietjrnsm, allá en el
quinto pino galáctico. Lo saben los de la NASA, lo saben los del CNI y lo sé yo, y por eso
se lo cuento a ustedes, que igual no se han enterado todavía.
Estos
cuatro extraterrestres han tomado nuestra nación de naciones como la plataforma
de un videojuego. El objetivo consiste en volver locos a los terrícolas. El que
lo consiga, ganará. Uno de los jugadores decide desmembrar el territorio,
pongamos por caso, pero otro jugador se apresura a impedírselo con un artículo
de la Constitución
y con amenazas veladas de exterminio. Mientras ambos jugadores dirimen esa
disputa, a un tercer jugador se le ocurre establecer una alianza patriótica
entre la derecha más montaraz y la izquierda más montuna, a lo que el cuarto
jugador objeta: “Eso no vale. Las estrategias imposibles no están permitidas”,
pero el tercer jugador tira de reglamento y le lee la norma 4BNXXKK, apartado
XX33UHJ, en la que se establece que los disparates son válidos cuando lo que
está en juego es la libertad de un pueblo. Ahí vale todo. Aún no se ha resuelto
el conflicto, cuando ya el jugador 2 está prometiendo a la ciudadanía la
conquista del Cielo en vida, lo que provoca la sonrisa irónica de los restantes
jugadores, pero se da el caso de que un buen número de terrícolas se traga el
discurso celestial, de manera que las sonrisas irónicas se transforman en
sonrisas heladas, y los tres jugadores adoptan la estrategia de promover un
discurso alternativo: la ciudadanía sólo tiene derecho a los infiernos o, en el
mejor de los casos, en tiempos de bonanza, a los purgatorios, porque tampoco se
puede malacostumbrar a la gente, que al fin y al cabo es muy aficionada a votar
a quien le hace la vida imposible, y no por afán de tortura en carne propia,
sino porque el jugador 4 lo ha dispuesto de ese modo.
En
la fase actual del pasatiempo, están jugando a los pactos. El jugador 1 y 2
proponen que A intente pactar con B, que es precisamente quien pretende aniquilar
el partido de A, en tanto que el jugador 3 se empeña en que gobierne C, que no
tiene apoyos suficientes ni para regalar caramelos en el Congreso. Por su
parte, el jugador 4, manipula a D, que un día proclama su intención inamovible
de no pactar con nadie y al día siguiente su voluntad de participar en un
gobierno tripartito.
Mientras
tanto, los ciudadanos plurinacionales estamos a expensas de esos chalados del
espacio exterior, con el temor de que al jugador 3, que es el más loquillo, se
le ocurra promover como presidente de la plurinación a Bertín Osborne. Y salga.
.
¡que importancia se da Bertin !, ni que fuera El Puma
ResponderEliminarEscuché a Morgan Freeman que no es descartable que en realidad no estemos vivos, sino que somos avatares participes de un juego manejado por un descendiente de siglos posteriores.
¿Hay perspectiva de publicación de la última hornada de artículos?
ResponderEliminarUn anonadado lector.
Gracias por el interés.
ResponderEliminarSí, los reuniré en volumen, como es costumbre.
No de inmediato.
Gracias de nuevo.