La tesela y el
mármol, sí;
el esmalte y la
seda, por supuesto;
los techos
minuciosos,
su red de
artesonados detallistas;
la tarima de
taracea,
el refinamiento
grotesco y delicado,
el ornamento
dentro del ornamento
dentro del
ornamento,
un delirio
dorado de volutas…
La escenografía
responde,
quizás, a una conciencia
bifurcada:
la grandeza
exterior
y la fragilidad
íntima,
repartidas en
mil quinientas habitaciones.
El manierismo,
en definitiva, como escudo,
las artes
decorativas
como herramienta
de poder.
Y, de
repente, una interferencia
en la
apreciación de estas suntuosidades,
que no son
inocentes;
un pensamiento
de los considerados demagógicos:
la imagen del
campesino
que vuelve a su
cabaña entre la nieve,
la nieve como un
mármol,
la noche como un
trono en el vacío.
(Del libro Las identidades, de próxima publicación en Visor)
Estoy deseando que salga el nuevo libro. Gracias por este adelanto que me abre aún más el apetito.
ResponderEliminarUn abrazo
Jorge Andreu
Gracias Felipe.
ResponderEliminarUn regreso con redoble de tambores. Pronto tendré tus versos entre las manos. Saludos
ResponderEliminarLa esencia del poema me recordó a "Odio la máscara y vicio" de José Martí y creo que es Pablo Milanés quién hace referencia de algunos de sus versos en una de sus preciosas canciones.
ResponderEliminarSaludos.
Un poema excelente.
ResponderEliminar... y hale, a fusilar romanofes.
ResponderEliminarDigno de un zar , mucho más bonito que el Palacio del Pardo ( siendo militar me obligaron a visitarlo , daba grima )
ResponderEliminarSaludos