El emperador Augusto cuentan que desterró al poeta Ovidio a las orillas del Ponto, a sufrir las escaramuzas de los terribles Getas, por haber escrito no se sabe muy bien un vergonzoso poema sobre la familia imperial, o haber descubierto cierto secreto; a pesar de las muchas lamentaciones del aedo latino, autoincrepándose su maldita suerte, el Pontifex Supremum nunca le perdonó; ese viaje nada místico, como el de nuestro héroe actual a Washington hace años, pareció no tener viaje de vuelta honroso.
Traedme el caballo más veloz, pidió el hombre honrado. Acabo de decirle la verdad al rey (Marco Denevi: Veritas Odium Parit. En "Por Favor, Sea Breve").
Lo breve, y bueno, dos veces bueno.
ResponderEliminarUno de la Judería
"Y el verbo se hizo barco"
ResponderEliminarSencillamente, perfecto.
ResponderEliminarTremendo.
ResponderEliminarY el suegro se colocó unas gafas de ciego.
ResponderEliminarEl emperador Augusto cuentan que desterró al poeta Ovidio a las orillas del Ponto, a sufrir las escaramuzas de los terribles Getas, por haber escrito no se sabe muy bien un vergonzoso poema sobre la familia imperial, o haber descubierto cierto secreto; a pesar de las muchas lamentaciones del aedo latino, autoincrepándose su maldita suerte, el Pontifex Supremum nunca le perdonó; ese viaje nada místico, como el de nuestro héroe actual a Washington hace años, pareció no tener viaje de vuelta honroso.
ResponderEliminarSí, pero este tipo ha perfeccionado la técnica. Saludos
ResponderEliminarTraedme el caballo más veloz, pidió el hombre honrado. Acabo de decirle la verdad al rey (Marco Denevi: Veritas Odium Parit. En "Por Favor, Sea Breve").
ResponderEliminarCuando el agua se enturbia, imposible ver fondo. Manuel
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