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En estos tiempos de estrecheces generales e individuales, no entiende uno cómo las distintas administraciones de nuestro país biodiverso no han afinado todavía la inspiración para aumentar la recaudación tributaria, meta que podría alcanzarse a partir de medidas poco traumáticas y sujetas a ese principio ligeramente absurdo que suele regir el fundamento de la mayoría de los impuestos.
Podría gravarse, por ejemplo, el hecho de llevar los dos calcetines de un mismo color, de modo que tuviésemos que salir a la calle con una combinación más o menos aleatoria de calcetines distintos. Esta medida tan sensata plantearía un problema, como casi todo en este mundo: habría que crear un cuerpo de inspectores de calcetines, con el gasto que implica siempre la creación de un cuerpo funcionarial, aunque estoy seguro de que las multas impuestas a los ciudadanos rebeldes a la normativa de los calcetines asimétricos superaría con mucho el gasto que llevaría consigo el mantenimiento del cuerpo de inspectores de calcetines, siempre y cuando no haya que crear otro cuerpo de inspectores para los inspectores de calcetines, porque de sobra es conocida la leyenda de la dejación de funciones por parte del funcionariado. Pero, qué quieren que les diga: tengo plena confianza de antemano en ese potencial cuerpo de inspectores, ya que su tarea sería muy entretenida: “Levántese usted un poco los bajos del pantalón”, dirían los inspectores a un viandante sospechoso. Y el viandante sospechoso mostraría sus calcetines idénticos o disímiles, según su grado de respeto a las leyes. “Voy a tener que ponerle una sanción fiscal por llevar los dos calcetines de color marrón”. Y el viandante replicaría: “No, fíjese bien: los dos son marrones, pero uno es marrón de Siena y el otro marrón nogal”. El inspector, llegado a ese punto, sonreiría con esa sonrisa que sólo saben poner los que te tienen pillado en falta: “A mí no me venga usted con sutilezas, que todos los marrones son marrones”.
Este gravamen sobre los calcetines traería consigo además otras ventajas, aparte de la meramente recaudatoria: ahorraríamos muchas horas al año en la clasificación doméstica de los calcetines, porque creo que estarán de acuerdo conmigo en que la tarea de aparejamiento de la colada de calcetines no difiere mucho del esfuerzo de un tasador de joyas, por poco que tengan que ver los calcetines con las joyas, claro está. Por otra parte, la industria textil se vería fortalecida por un nuevo reto: el de vender pares de calcetines de combinaciones fantasiosas que cumplieran la ley sin ofender el sentido estético, porque lo cierto es que mucho valor y mucha confianza en uno mismo hay que tener para salir a la calle con un calcetín de cada color.
Y es que hasta mentira parece que ningún economista haya caído en la cuenta de que la reducción del déficit público puede depender de la adopción de medidas tan simples como esta.
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Me han encantado tus medidas para crear empleo y reducir el deficit.Ojala te presentaras a presidente
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Eso, Felipe, tú dales ideas… Cuando salga Rubalcaba con tu propuesta debajo del brazo –que cosas más raras se aprueban en un Consejo de Ministros últimamente- a ver dónde te metes. Si es que…
ResponderEliminarFor president, pero ya.
ResponderEliminarCreo que de mí se beneficiarían en contadas ocasiones, suelo coger del cajón los calcetines de manera aleatoria. Quiero patentarlo como moda oficial pero nunca ha llegado a cuajar. Cuídate. Feliz Navidad.
ResponderEliminarMe gustaría que visitaras mi blog (laautocaravana.blogspot.com)¿Cómo decirlo de otra manera?
ResponderEliminarUn placer