(Para quienes anden por la zona: Ricardo Cadenas expone en la Casa de la Provincia de Sevilla, hasta el 16 de enero, una muestra de trabajos pictóricos en torno al cómic. El que sigue es el texto que he escrito para el catálogo.)
Cada cual tiene sus sistemas para entenderse con las cosas de la vida. Esos sistemas -lo digo por experiencia- pueden ser tan normales como anómalos, tan imprecisos como precisos, tan infalibles como falibles. Es decir, que al fin y al cabo no son nada. Pero ¿quién puede vivir sin algún tipo de sistema? Yo, por ejemplo, cuando miro la obra de un pintor contemporáneo, me pregunto: “¿Podría ganarse la vida esta persona como pintor en algún lugar de Italia en pleno Renacimiento pintando como había que pintar en Italia en pleno Renacimiento para poder ganarse la vida como pintor?” Una pregunta larga, redundante, maliciosa en apariencia y, en el fondo, demasiado candorosa, pero nadie ha dicho -al menos hasta donde sé- que las preguntas tengan que ser complejas, ya que ese privilegio -o esa lacra, según se mire- parece reservado a las respuestas. Una repuesta que, en este caso, casi siempre es negativa.
Con Ricardo Cadenas no me pasa: me lo imagino en, qué sé yo, la Florencia del Quinientos, con camisa de tafetán y jubón de brocado, con las medias impecables, con botas relucientes de cordobán, acudiendo a toda prisa a pintar un fresco en la cúpula de la capilla privada de un cardenal más o menos libertino, antes de salir corriendo también a toda prisa hacia la casa de un duque para pintarle un retrato de cuerpo entero con armadura milanesa y fondo bucólico, y, entre cosa y cosa, dibujando un escudo de armas para un noble advenedizo, la caricatura de algún poderoso risible, trazando el perfil exacto de alguna marquesita napolitana para tallarle un camafeo, retratando a la familia entera de un condotiero enriquecido o pintando un telón de fondo para alguna representación palatina de una comedia de enredos cortesanos y galantes.
Dibujante magnífico en tiempos en que el dibujo pasa por ser un inconveniente, colorista matizado y elegantísimo frente a la moda de los colores puros o guarreados, equilibrista de los equilibrios compositivos, pintor ocurrente y hondo, sorpresivo y escueto, barroco comedido, neoclásico sin servidumbres con respecto al clasicismo, moderno de modernidades respetables, culto y siempre alerta, rastreador atento de tradiciones, Ricardo Cadenas se hubiera ganado muy bien la vida, sí, en pleno Renacimiento, siendo él mismo a pesar del capricho impositivo de cardenales y de duques, al igual que sigue siendo él mismo a pesar de los caprichos actuales de los galeristas noveleros y de los exegetas solemnes de la bagatela.
Qué buen pintor se perdió el Renacimiento, en fin, y qué buen pintor ha ganado esta época.
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Cotilleando un poco su obra veo que los que no estamos cerca de Sevilla nos vamos a perder una gran exposición.
ResponderEliminarLa pintura y el cómic, el cómic y la literatura... siempre me han gustado estas mezclas para disfrutar de las obras bien hechas.
Esperaremos a que Ricardo se acerque por los MAdriles para disfrutarlo.
Un saludo.
Gracias D. Felipe. Nos acercaremos por allí , si viene recomendada por usted ya será bueno, ya.
ResponderEliminarAlguna ventaja tenía que tener haber nacido en el XX.
Un saludo. A.
Pues es efectivamente elegante la pintura de Ricardo Cadenas .el color me seduce siempre .Esto es maravilloso para alguien que no es conocedor de este arte .Siempre me lo pareció y desde niña conozco sus dibujos.Estoy absolutamente de acuerdo con el "dibujo" que de un Cadenas del Renacimiento ha hecho F.Benítez Reyes .
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