Me imagino que esta recomendación de lectura resultará sospechosa por la relación fraternal que me une a su autor, pero… ¿qué vamos a hacerle?
Luis García Montero acaba de publicar Mañana no será lo que Dios quiera, una ¿biografía novelada, una novela de una realidad? que abarca varios tramos de la vida del poeta Ángel González: su infancia, adolescencia y juventud, hasta su llegada a Madrid en 1951. Él quiso que el relato de su vida se detuviese en ese momento.
A partir de las conversaciones mantenidas con Ángel, Luis ha escrito un libro sorprendente que aúna la precisión de una biografía con el caudal narrativo de una novela. Un testimonio conmovedor y deslumbrante sobre un poeta, sobre una época, sobre la vida misma.
Ángel González, además del poeta único que fue, fue una persona única: un melancólico dispuesto a apuntarse a la mínima a los espejismos de la felicidad. Le bastaba muy poco para ser dichoso: una mesa en compañía, botellas en reposición, una conversación errática en la que participaba con simples asentimientos y con algún comentario certero y breve, una noche sin relojes que marcasen las horas, una guitarra y alguien –él mismo- que cantase algo.
Entre otros aspectos muy bien resueltos –el planteamiento mismo, una escritura magnífica y exacta, la mezcla de reflexión y de anécdota, la capacidad de recreación de distintas épocas y acontecimientos históricos-, este libro de Luis tiene la virtud de no caer en el patetismo ni en el ternurismo, que hubiese sido una caída disculpable tanto por las características de lo contado (esa infancia dickensiana que vivió Ángel, por ejemplo) como por la cercanía amistosa –y mucho más que eso- entre el poeta que escribe y el poeta recién muerto que es materia de esa escritura. Luis acierta a mantener un pulso emocional intachable, sin permitirse una blandura emocional ni siquiera en los momentos más terribles y desgarradores de la narración.
Recomendar una lectura es tarea arriesgada, porque nadie busca lo mismo –ni encuentra lo mismo- en un mismo libro.
Pero asumo el riesgo, porque no hay riesgo alguno: me parece imposible que pueda defraudar.
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8 comentarios:
Como lector del dúo Ángel-Luis, me interesa mucho. Como lector tuyo, la recomendación tiene para mí todas las garantías. Sin embargo, lamento que se detenga en 1951. Quedan varias décadas en el aire. Y a mí el Ángel González que más me gusta es el más maduro. Un abrazo.
Hola, Felipe, soy Daniel García Florindo. No sé si te suena mi nombre, pero te conocí en Córdoba allá por los años noventa, junto a otros jóvenes poetas universitarios. Precisamente la noche que te llamaron para decirte que habías recibido el Premio Nacional por Vidas improbables yo estaba en aquella taberna de la judería cordobesa. Y recuerdo que te di una versión de tu poema "Advertencia". ¿Lo recuerdas?¿Lo conservas aún?
En fin, me he puesto nostálgico. Con esta entrada no puedo evitar compartir contigo, con vosotros este homenaje que escribí tras la muerte del entrañable Ángel González.
Un saludo. Un abrazo.
Daniel.
LAS LÍNEAS DE ÁNGEL
Cuando es invierno en el Mar del Norte
es verano en Valparaíso.
ÁNGEL GONZÁLEZ
HAS llegado a la cima de una edad imposible.
Recuperas tu imagen fragmentada
en la lluvia tristísima de Oviedo,
gotas de luz turquesa en Alburquerque.
Es la luz que se inclina en tu conciencia
como quien reconoce en la otra cara
de la Luna sus dudas razonables
y las líneas desnudas de sus manos.
Los trazos contenidos que se expanden
dibujan trayectorias interiores
y curvas en el rostro del poema:
Cuando es invierno en el Mar del Norte
es verano en Valparaíso…, escribiste
pensando en el amor que ya pasó
como ya el desconsuelo.
Has llegado a la cima de una edad imposible
y la vida, que tanto te gustaba,
se va y eres valiente, mortal ante la noche.
Sí, Antonio, pero Ángel lo dispuso de ese modo. A mí también me hubiese gustado que abarcara su vida entera.
De todas formas, este libro permite comprender mucho mejor su obra, porque revela la historia íntima de la persona que había detrás de ella, y muchas de sus claves emocionales.
Hola, Daniel, después de tantos años...
Me parece muy hermoso tu poema. Gracias por sumarlo a esto.
Y que alguna vez volvamos a coincidir en alguna taberna cordobesa. En la de Plateros, por ejemplo.
Un abrazo.
Ya estoy deseando leerlo, pero publicáis tanto que no doy a basto. No dudo que Luis habrá hecho un gran trabajo. Un abrazo
Viniendo de quienes viene será un placer leerlo:feliz encuentro de poetas.Creo que su niñez y su dura adolescencia marcarán luego el poeta y el hombre que fue. Su madre, su relación con su hermana, aquella dura posguerra,su enfermedad,en mi humilde opinión, son imprescindibles para comprender muchos de sus textos. Un afectuoso saludo.
Gracias, Felipe. No estaría mal volvernos a ver por allí o por Sevilla donde vivo ahora.
Sobre la obra de Luis, todos sabemos que su vista cansada no es un impedimento para ver más allá, que sus inquietudes bárbaras han hecho de él otro gran dueño del vacío. Al igual que Ángel, que tú, admirados maestros.
No defrauda en absoluto. Lo compré el mismo día que salió y a la tarde siguiente había terminado de leerlo. Así se lo dije a Luis hace poco más de un mes, cuando presentó el libro en Jerez de la Frontera y tuve el honor de tomarme una cerveza con él. Fue mi primer contacto con un escritor de verdad, y fue un momento hermoso.
La lectura de esta obra... pues absolutamente recomendable. Yo la releeré en cuestión de unos meses. Ángel González es uno de mis poetas favoritos y Luis García Montero también. De ti no hace falta que diga nada: no habría encontrado tu blog si no hubiese buscado tu nombre en google, con esto te lo digo todo.
Un saludo.
Jorge
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