domingo, 4 de junio de 2023

EL CUPO DE LOS CALLADOS

 (Publicado en prensa)




Tras unas elecciones vienen no solo las interpretaciones de las elecciones, sino también las controvertidas interpretaciones de las interpretaciones de las elecciones. Es unos de los privilegios o una de las servidumbres –según se quiera entender- de la política: ser un misterio insondable en el que todo el mundo se anima a sondear. Da la impresión, no sé, de que en política no importa tanto lo que pasa como lo que cada cual interpreta que ha pasado, y se hacen ahí más verdad que nunca aquellos versos de Ramón de Campoamor que han ascendido a dicho popular: todo es según del color del cristal con que se mira.

Cristales los hay de todos los colores y cada cual tiene el suyo, incluidos los cristales de aumento que magnifican las victorias y los cristales opacos que anublan un poco las derrotas, aunque en esto último parece ser que hemos avanzado desde aquellos tiempos en que, tras el recuento de votos, todos los partidos políticos se presentaban como ganadores morales, a pesar de que la moral fuese por un lado y los números por otro. Hoy, para variar, los políticos que pierden se resignan a haber perdido, lo que no deja de ser un gesto de respeto hacia la lógica, que es algo que los del vulgo agradecemos no saben ellos cuánto, pues no hay nada que nos descoloque y descorazone más que la pérdida del sentido de la realidad particular por parte de quienes aspiran a asumir la gestión de la realidad común.

         En una noche dominical de elecciones, ni siquiera la más trepidante de las películas puede competir con esas tertulias televisivas en las que analistas acreditados en el arte de la floritura politológica nos revelan a los votantes las razones ocultas –ocultas incluso para nosotros mismos- de nuestro voto. Gracias a eso, nos enteramos de por qué hemos votado a uno y no a otro, y así podemos dormir más tranquilos…o no, porque igual nos demuestran que hemos errado en la elección y la mala conciencia nos desvela.

         De lo que no habla casi nadie, al menos que yo sepa, es del porcentaje creciente de la abstención, lo que también admite una interpretación no diré que catastrofista, pero sí tal vez preocupante: en una democracia que damos por consolidada, un tercio del censo electoral vive en una especie de régimen anárquico, gracias al cual le trae sin cuidado quién gobierne y quién se encargue de fiscalizar desde la oposición a los gobernantes. ¿Desinformación, desideologización, desidia, desencanto? De todo habrá. Lo curioso es que se trata de un factor no diré que tabú, pero sí tácitamente silenciado, a pesar de que ese cupo de inhibidos representa un riesgo latente, especialmente –y paradójicamente- si alguna vez le diese en masa por votar.

2 comentarios:

  1. Soy partidario. Así, también lo creo. Aunque añadiría a tu reflexión la apatía que asola las conciencias, quiero decir, la pereza a la hora de querer saber, ciertamente, quien dice algo aproximado a la verdad, o quien, deliberadamente miente........ Y, hablando de otra cosa....... No me canso de leer ese gran poema tuyo, "Advertencia". A algunas personas que conozco y lo merecen le he hablado de él..... Cómo se puede ser tan poeta y tan exacto

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  2. Advertencia, sí. Recitada por su autor. Cientos de veces la habré escuchado.En la cabeza tengo grabado:"aprende que la vida tiene un precio...'"

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