(Publicado en prensa)
Supongo que a causa de la
degeneración neuronal que trae consigo el paso de los años, cada vez tengo un
nivel más bajo de comprensión, de ahí que no alcance a comprender ni la mitad
de las cosas que antes creía comprender, por incomprensibles que fueran a veces.
Tras
haber aplicado la sociedad mundial una especie de amnesia colectiva al covid -a
pesar de que la tasa de incidencia sigue siendo alarmante-, ha venido nuestro
antepasado el mono con su viruela para avisarnos de que esto de las plagas
víricas –a la espera de las bacterianas- va a ser menos una excepción que una
costumbre.
Imagino que
por tratarse de un simple mono, se optó en un principio por quitar importancia
a su viruela, de igual modo que algunos se la quitaron en su momento al
coronavirus, empezando por el añorado doctor Simón, que no era precisamente uno
de esos médicos o paramédicos negacionistas que animaron Youtube con sus pintorescas
teorías conspiranoicas, sino el director del Centro de Coordinación de Alertas
y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, que se dice pronto… o no
tan pronto, ya que el título es largo. Comoquiera que estamos en temporada
turística, da la impresión de que hemos dejado al mono en una jaula y su
viruela en una probeta, lo que no quita que el yo astral del mono deambule ya
por todo el mundo. Es lo que hemos aprendido de la pandemia de Covid-19: que
siempre será mejor curar que prevenir.
Y ahora vienen los aspectos incomprensibles del asunto, al menos para mí, que de ciencia médica sé menos no ya que un mono, sino que una simple ameba. Bien. La ministra de Sanidad se apresuró a aclarar que la viruela del mono no es una enfermedad de transmisión sexual, a pesar de que está transmitiéndose de manera predominante por vía sexual, lo que viene a ser como decir que el asma no es una enfermedad respiratoria, salvo que te empeñes en respirar. No paró ahí: “Es un virus, por tanto no es una enfermedad de transmisión sexual”, aseveró la ministra, licenciada en Derecho, y se pregunta uno, desde la ignorancia: ¿no es también un virus el VIH, pongamos por caso?.
La cuestión nos lleva a un territorio
menos médico que metafísico: ¿no es una enfermedad de transmisión sexual
aquella que puedes contraer al mantener relaciones sexuales, aunque se dé el
caso de que también puedas contraerla practicando taekwondo con una persona
infectada, sin necesidad de acostarte con ella tras el combate?. Por su parte,
la Organización Mundial de la Salud, en vista de que la casi totalidad de los
casos registrados se han dado entre varones homosexuales, recomendó que se
limitasen las relaciones sexuales en ese colectivo, a lo que el colectivo en
cuestión respondió de manera airada, al sentirse estigmatizado y considerarlo
un aviso paternalista de trasfondo homofóbico, aparte de atentatorio contra la libertad de ejercer la
promiscuidad.
En
fin, lo que les decía al principio: que ya no comprendo ni la mitad de las
cosas que antes comprendía, incluidas –ay- las incomprensibles.
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Sólo se que no se nada. Ahora bien, el que nada no se ahoga.
ResponderEliminarMoraleja: A seguir luchando y escribiendo, hasta para quién no te comprenda.
El mundo esta lleno de incomprendidos.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCoincido en que ya cada vez comprendo menos, tal vez por esa manía de aplicar nombres larguísimos a cualquier cosa, cuando no, en inglés. Esto aparte, lo único que sigo comprendiendo es que siguen queriendo engañarnos ocultando datos, maquillando cifras, complicando términos lingüísticos...por eso me declaro escéptica total ante tanta falsedad noticiera. ¡Que pena no saber ya distinguir lo verdadero de la falso!
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