"La lluvia es una cosa / que
sin duda sucede en el pasado", según apreció Borges.
Aquí casi no nos acordábamos de
la lluvia, pero desde hace un par de días llueve con ganas.
Y, de repente, revivo la sensación
que tenía de niño al ponerme mis botas de agua de caucho negro y mi impermeable
azul: la de sentirme como un superhéroe de tebeo, invulnerable al agua y la
tormenta, el burlador de los zapatos mojados, el que cruzaba impunemente los
charcos profundos y saltaba sobre ellos con el júbilo de quien vence a un
dragón acuático.
Aquella lluvia que viene ahora
del pasado que somos...
.
A las botas de agua se las conoce popularmente en el norte de España por Katiuska, las empezó a usar el duque de Wellintong hace más de 200 años y se llamaban welles, pero a raíz de la Zarzuela de Pablo Sorozabal Katiusca en 1930 , la protagonista Katiuska llevaba botas de agua y entonces nació la palabra Katiuska , es una palabra que aceptó la RAE y de las más bonitas del castellano, aunque muchos piensan que es una palabra del euskera . Si hubiéramos traducido Katiuska hablaríamos de Catalina , y llamar a unas botas catalalinas parece soez y hortera , pero el pueblo es sabio y las llamó katiuska
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